“…el bosquejo literario de Trotsky “Sobre la Muerte y Eros”, que está situado en un café parisino y cuyos principales personajes son un periodista marxista, un profesor de filología y un tímido hombre joven. Los dos antagonistas acusan al marxista de negar que mucho de la vida está compuesto por el sexo y la muerte, y especulan acerca del sexualmente armonioso “nuevo hombre” del futuro. El protagonista presenta su propia defensa:
“Primero que todo, se equivocan al interrumpirme. Segundo, ustedes construyen con muy poca habilidad al hombre del futuro bajo su propia imagen. Tercero, déjenme decirles que, francamente, aún me falta pasar una noche en vela pensando en los sentimientos del hombre del futuro. Dejémosle que ordene su interioridad él mismo: en lo que respecta a nosotros [los materialistas históricos], estaremos contentos con haberle dejado una buena economía fuera de él mismo”
Y después:
“¿Quieren armonía? Aún si fuera posible lograr situar este deseo suyo de la armonía personal en una perspectiva social, deben admitir que sin la completitud, sin la retención de todo aquello que hemos adquirido a lo largo de los tormentos del desarrollo histórico, la armonía alcanzada a través de la remoción quirúrgica de todas las contradicciones y por medio de la sobre-simplificación sicológica, es algo absolutamente inaceptable, aún si no fuera una utopía desesperanzadora. “Dans le véritable amour c'est l'âme qui enveloppe le corps” (en el verdadero amor, es el alma la que envuelve al cuerpo). En el seno del amor sexual han crecido tales flores sicológicas, a las cuales no queremos ni nos atrevemos a renunciar. Si así no fuera, lo que obtendríamos no sería sino la armonía del ganado de corral”
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