A principios del año
pasado, cuando colaboraba (infructuosamente, ya que nunca pude influenciar lo
suficiente la línea del colectivo) con los compas de fragua (metidos con el gap
-un populismo con ribetes maoguevaristas-), obviamente se planteó la discusión
de como evaluar la política del PC de vicuña mackenna. Yo había dejado de votar
por el PC en 2011 (2009 fue la última vez que voté al PC), y en ese momento era
bastante crítico de su política. Uno de mis compañeros, claramente influenciado
por sus profesores filo-comunistas de vertiente neokeyenesiana (e.g. Kalecki),
así como también por sus amistades, sugería que la línea del PC no debía ser
tratada con tanta dureza: los comunistas se planteaban como un grupo ordenado y
disciplinado con la suficiente fuerza para quebrar por la interna a una
desordenada concertación. Aún si en ese momento no lo explicité, siempre me
quedé con cierta duda: me parecía que al actuar así el PC no era honesto, ni
con sus bases ni con la clase obrera en general. Era una suerte de táctica de
"caja negra". Avanzado en el tiempo, ya desde fines del año pasado,
el PC viene cantándole loas a la "democracia" (en general, sin
apellido de clase), al desarrollo (capitalista) y a los patrones (casi sin
excepciones). Nuevamente me parecía que, la interpretación "dadivosa"
de mi ex compañero de Fragua, no hacía más que mostrar la poca honestidad del
PC.
Hace unos meses revisé este texto de Trotsky;
me parece que el mismo se adecua de sobremanera a la hora de interpretar de una
manera correcta esta supuesta "táctica" actual del PC de vicuña.
Entrecomillo la "táctica", porque en realidad no lo es: aquí están
involucradas cuestiones de estrategia y, así, dimensiones principistas y de
"horizonte".
"Naturalmente, para ocultar su traición
invocan a Lenin, con el mismo derecho con que Lebas, Paul Fauré, Longuet[5] y
otros oportunistas invocan a Marx. Casi diariamentel’Humanité cita la carta de
Lenin a los obreros norteamericanos en la que se cuenta la historia de cómo a
principios de 1918 Lenin recibió a un oficial realista francés para utilizar
sus servicios en contra de los alemanes, que habían lanzado una nueva ofensiva
contra nosotros. El propósito de este inesperado argumento no es dilucidar la
cuestión sino, por el contrario, confundir a los trabajadores. Lo demostraremos
inmediatamente sin que quede lugar a dudas.
Por supuesto, sería absurdo negarle al
gobierno el derecho de utilizar los antagonismos del bando imperialista o, si
fuera necesario, de hacerle tal o cual concesión al imperialismo. Los obreros
en huelga también aprovechan la competencia entre las empresas capitalistas y
le hacen concesiones al capitalismo; incluso capitulan ante él cuando no pueden
ganar. ¿Pero acaso esto significa que los dirigentes sindicales tienen derecho
a cooperar amistosamente con los capitalistas, a ensalzarlos y convertirse en
sus mercenarios? Nadie tachará de traidores a los huelguistas que se ven
obligados a rendirse. Pero a Jouhaux, que paraliza la lucha de la clase obrera
en nombre de la paz y la amistad con los capitalistas, tenemos no sólo el
derecho sino el deber de proclamarlo un traidor a la clase obrera. Entre la
política de Lenin en Brest-Litovsk y la política franco-soviética de Stalin
media la misma diferencia que entre la política de un sindicalista
revolucionario que después de una derrota parcial está obligado a hacer
concesiones y la del oportunista que voluntariamente se convierte en aliado y
satélite del enemigo de clase.
Lenin recibió al reaccionario oficial francés.
Durante esos días yo también lo recibí con el mismo objetivo en mente: Lubersac
se comprometió a volar puentes cubriéndonos la retirada para que nuestras
provisiones militares no cayeran en manos de los alemanes. Sólo un anarquista
totalmente loco podría considerar tal "transacción" como una
traición. En la misma época me visitaron agentes oficiales de Francia que
ofrecieron ayuda a mayor escala, artillería y alimentos. Comprendimos muy bien
que su objetivo era embrollarnos nuevamente en una guerra contra Alemania. Pero
los ejércitos alemanes realmente lanzaban la ofensiva contra nosotros, y éramos
débiles. En estas condiciones, ¿teníamos derecho a aceptar la "ayuda"
del Estado Mayor francés? ¡Evidentemente, sí!....
Lenin no estuvo presente en esta sesión del
CEC. Envió una nota...los acuerdos prácticos con los imperialistas
("acepten las patatas") son totalmente admisibles; lo absolutamente
inadmisible es la solidaridad política con los "bandidos del
imperialismo".
El crimen de Stalin no consiste en hacer algún
acuerdo práctico con el enemigo de clase; estos acuerdos pueden o no ser
correctos, pero no se los rechaza por principio. Su crimen consiste en haber
aprobado la política del gobierno imperialista que protege la rapaz y
depredatoria paz de Versalles. Stalin todavía no les sacó a los bandidos del
imperialismo ninguna clase de "patatas", pero ya se solidarizó
políticamente con ellos.
Por supuesto, la burguesía
francesa no necesita de la aprobación de Stalin para reforzar su ejército, que
oprime a sesenta millones de esclavos coloniales. Si exige su aprobación es
sólo para debilitar y desmoralizar la lucha de clases del proletariado francés.
Al firmarle el cum laude al imperialismo francés, Stalin no actuó como un
huelguista que se ve obligado a hacerle concesiones temporarias al capitalista
sino como un rompehuelgas que paraliza la lucha de los trabajadores"
(Trotsky, Carta abierta a los trabajadores de Francia: La traición de Stalin y
la revolución mundial, junio 1935)
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