lunes, 26 de mayo de 2014

¿Es el capitalismo una sociedad de mercado? (Wildcat, 1996)


Aún si la obvia respuesta marxista a esta  pregunta es “no”,  el capitalismo es una sociedad de clases, “este mito traspasa el debate contemporáneo dentro del Neo-marxismo alemán –con sus discípulos declarando que la mercancías es “la forma básica de la sociedad” (Robert Kurz). La conclusión lógica de esta interpretación de Marx es que el conflicto clasista es en sí mismo un insignificante sub-conflicto del mercado y la esfera del intercambio. Ciertamente no es una coincidencia que esta “crítica marxista de la mercancía” emergiera simultáneamente con la orientación política general –y el callejón sin salida- hacia “la libertad de los mercados”

“…las consecuencias del neoliberalismo. De acuerdo con esto, la asunción de que el resultado negativo del “neoliberalismo” es producto de una retirada del estado y de la violencia de las fuerzas de mercado, supone una reivindicación reformista por más intervención estatal y regulación…Esto deviene una fuente ideológica poderosa para la renovación de la legitimación del Estado”

“…la oposición entre una “economía moral”, que se dice existió durante las fases tempranas del movimiento proletario, con una economía pura, implicando con esto una economía “no moral”, que hoy domina”

Individuo y sociedad

-          “El ser humano es en el sentido más literal un zoon politikon, no sólo un animal gregario, sino que un animal que puede individuarse a sí mismo sólo en el medio social” (Marx, Grundrisse)

-          “Es una formación social histórica bastante específica la que hace posible que los humanos se individualicen dentro de la sociedad y que se piensen a sí mismos como seres independientes de los otros. Esto también significa que la independencia es una forma histórica específica de independencia. En el concepto de auto-suficiencia y autonomía del individuo esta independencia es postulada como un absoluto, declarada como un rasgo humano natural y elevado a un ideal moral. Cuando en la historia real, la libertad sólo existe como libertad respecto de ciertas fuerzas y necesidades, en el pensamiento burgués la libertad deviene una libertad por y para sí misma y como razón de innumerables discusiones filosóficas acerca de la esencia de la libertad. Desde la revolución francesa la izquierda política esencialmente siempre ha compartido esta noción abstracta de libertad con el campo burgués. Esta comprensión de la libertad considera al intercambio como “la” forma de vinculación entre los individuos singulares, porque aparece como lo opuesto de la coerción, la violencia y la fuerza. En el intercambio ambos individuos satisfacen sus propios propósitos y actúan de acuerdo a su propia voluntad”

No son idea plenamente erradas las expuestas en esta cita, sin embargo, se olvida la noción de libertad positiva, se entiende que la libertad sólo puede ser libertad negativa

“Trato” o “pacto” entre clases (“class deal”)

-          Esta expresión proviene de la tradición obrerista-autonomista (Italia 1060s-1970s), el Operaismo

-          “Ahora, deviene claro que la noción que describe la relación entre las clases…como “un trato”, sirve al bien intencionado, pero mistificador propósito, de otorgar a estos “sujetos”, por lo menos teóricamente, su propia independencia y autosuficiencia”

-          “En el trato la clase obrera permanece como sujeto independiente y decide por sí misma qué es lo que intercambia con el capital y a qué precio. Por lo menos dentro de nuestras discusiones, yo veo que la aplicación de una perspectiva enmarcada en las “relaciones de intercambio” para comprender las relaciones de clase, se origina en una adopción ahistórica de los enfoques teóricos del Operaismo, la cual se combina con una noción cosificada de la clase obrera, como se desarrolló históricamente bajo el concepto “movimiento obrero”. Esta visión convierte las visiones políticas del Operaismo en su opuesto, dado que el Operaismo se desarrolló como una crítica explícita del movimiento obrero (“labour movement”)”

-          En el debate operaista, la “autonomía obrera” fue introducida con un sentido específico: como expresión de un antagonismo en una situación histórica específica. Después, la noción de la “autonomía obrera” ha sido convertida en una suerte de término histórico que lo abarca todo, para así explicar la completa historia de la clase obrera, lo que después llevó a la idea de que este término también debía ser utilizado para describir aquellos rasgos no antagónicos de las relaciones de clase. El término “autonomía” adquirió así un significado completamente diferente, que no se refería ya más a una autonomía antagónica, sino que a la noción de autonomía propia del acto de intercambio, tal como forma parte de cualquier concepción reformista o sindicalista”

El sentido específico de la autonomía obrera en la tradición Operaista

-          “…devino crucial encontrar un punto débil en los nuevos objetivos del Estado capitalista planificador, de la nueva fase de coordinación capitalista a nivel internacional, de la máquina, que parecía relucir y ser perfecta sin un punto débil. El punto débil era que el plan reformista –como cualquier reformismo- debía basarse en el consenso de la clase obrera. Este era el punto débil, éste era el lugar donde la batalla ocurría, devino crucial que los trabajadores rechazaran el consenso y la aprobación al reformismo. Camaradas, este fue el descubrimiento de la autonomía” (¿Qué es el poder obrero? Material para la formación de los cuadros, Potere Operario, 1971)  

Esta posición autonomista proviene de una tradición que tiene dentro de sí a la teoría crítica (sobre todo Marcuse) y al Gramsci de la “hegemonía”. La misma fue bien criticada por Goran Therborn en 1979 (ver la ficha de su libro que hicimos hará un año atrás). También es importante remarcar que esta posición autonomista supone una premisa que pone el acento en el “idealismo de la consciencia”: incluso Shaik, desde una perspectiva económica, es capaz de criticar estos dislates autonomistas

-          “…la completa historia del capital, la completa historia de la sociedad capitalista es en realidad la historia de la clase obrera…La historia de la sociedad capitalista es la historia de una prisión de dominio, la cual ha sido construida en torno al trabajo vivo, en torno a la fuerza de trabajo, en torno a los obreros, para exprimirles a ellos su trabajo” (¿Qué es el poder obrero? Material para la formación de los cuadros, Potere Operario, 1971?)

Vemos como el énfasis en el dominio es compartido con la teoría crítica. Asimismo, se observa la cercanía entre estas posturas y el post-estructuralismo aclasista del Foucault de “Vigilar y castigar” (énfasis en la prisión)

-          “Permanece claro en el texto que la autonomía descrita más arriba se refiere a esta dimensión antagónica…En el texto, el término “autonomía obrera” es persistentemente utilizado para caracterizar luchas específicas”

-          “…pero en ese momento, el objetivo político del texto era explicar la necesidad de una transición desde la autonomía a la organización revolucionaria. Se refería a la transición desde la lucha acerca de demandas económicas hacia una lucha política abierta al nivel del poder, a la insurrección. Contrariamente a la generalizaciones posteriores y a la noción común de “autonomía”, la “autonomía obrera descrita en este texto se encuentra claramente definida en ambos lados: es una expresión del antagonismo de la clase obrera, pero de una clase que en sí misma aún no es revolucionaria”

-          “Desmarcándose a sí misma en estas luchas –que permanecen al nivel de las demandas económicas- de formas de mediación como los sindicatos o la integración de las demandas salariales en la dinámica de acumulación del estado planificador, la clase obrera: “liga al capital a la crisis, lo obliga detener el desarrollo y por tanto fuerza a los patrones y al Estado a revelarse a sí mismos como una fuerza abiertamente violenta opuesta a los trabajadores” (¿Qué es el poder obrero? Material para la formación de los cuadros, Potere Operario, 1971?)

Dos apuntes. Primero, el autonomismo obrerista muestra como cae preso del subjetivismo idealista que critican los trotskystas y Lenin. Deviene una suerte de guevarismo maoísta en tanto cree posible “generar” la crisis que le otorgue la posibilidad de tomarse el poder mediante una insurrección. Con Lenin, Trotsky y Moreno, debemos afirmar que lo que prima es una “crisis nacional objetiva”, crisis que  además incorpora una movilización de masas que es también “objetiva” (independiente de la voluntad). Los autonomistas yerran, porque entronizan la posibilidad siempre efectiva de que la clase obrera sea capaz de agudizar una crisis política propia de la clase dominante, por sobre la crisis económica estructural (derivada de la TDTMG). En segundo lugar, el autonomismo se muestra como una corriente marginal y desfasada, en tanto su lucha prima en los 1970s, justo en el momento en que el “Estado planificador” comienza a morir. Es ésta una corriente desfasada porque justo pone el acento en la “generación por mera voluntad de crisis políticas” cuando emerge una crisis estructural derivada de la TDTMG, crisis tuvo expresión en episodios de “crisis nacionales objetivas” en distintos países (Francia 1968, Portugal 1974, Argentina 1976 , 1969, 1971, la misma Italia en 1969, etc)

-          “La ambigüedad en la definición del Potere Operario del término “autonomía”, indica que fuera del momento revolucionario, la clase obrera no  puede existir como sujeto autónomo, sino que sólo puede ser conceptualizada como un polo de la unidad contradictoria entre la clase y la relación de capital”

Deformación yanqui y alemana-occidental del Operaismo

-          “La interpretación yanqui y alemana-occidental del Operaismo luego transformó esta concepción de sujeto autónomo, con una noción de autonomía bastante similar a  la independencia del sujeto burgués en la sociedad de mercado, al intentar explicar ciertas relaciones clasista en términos de “tratos” o “pactos” (“deals”)

Análisis de correlación de fuerzas, pactos clasistas y autonomía burguesa mercantil

-          “La fraseología del “trato” ignora esta interrelación y la reemplaza con el mito de dos fuerzas independientes, un mito similar al cultivado en las usuales interpretaciones históricas sindicalistas y reformistas”

-          “Con el discurso del “trato”, las ideas míticas de la “correlación de fuerzas” inevitablemente entran al juego; ideas que han sido cultivadas en la historiografía tradicional del movimiento obrero y que describen la lucha de clase como un combate entre dos individualidades. Como en la ciencia natural, la frase vacía “fuerza” es utilizada cada que una relación interna no puede ser encontrada o explicada. La utilización del término “balance de poder” es particularmente fatal –todo y nada pueden ser explicados con un “balance de fuerzas”, dado que una vez que éstas son iguales, las mismas dejan de constituir algo determinante”

-          “Esta perspectiva abandona el análisis crítico de las relaciones de clase y en cambio refuerza su manifestación superficial distorsionada…el reparto del producto social total entre las diferentes clases bajo la forma de ingreso en salario, ganancia, interés y renta, aparece como un conflicto distributivo, que en principio podría ser resuelto mediante un acuerdo justo y bajo la coexistencia armoniosa de las respectivas partes”

-          “Porque [en la fórmula] tierra-renta, capital-interés, trabajo-salario, por ejemplo, las diferentes formas de plusvalía y configuraciones de la producción capitalista, no se confrontan entre sí como formas alienadas, sino que como formas heterogéneas e independientes, meramente diferentes entre sí, pero no antagónicas. Los diferentes ingresos se derivan de fuentes bien diferentes, una de la tierra, la segunda del capital y la tercera del trabajo. Por tanto, no se posicionan en una conexión hostil entre sí porque no tienen ningún tipo de conexión. Si sin embargo operan juntas en la producción, esta es una acción armoniosa, una expresión de armonía, como, por ejemplo, el campesino, el buey, el arado y la tierra, en la agricultura, en el proceso de trabajo real, operan juntos armoniosamente a pesar de sus disimilitudes. Hasta tanto existe alguna contradicción entre ellas, ésta emerge sólo a partir de la competencia acerca de cuál de los agentes obtendrá más valor del que han creado conjuntamente. Incluso si esto ocasionalmente los lleva a choques, aún así el resultado de esta competencia entre la tierra, el capital y el trabajo, finalmente muestra que, aún si luchan entre sí acerca de repartición, su rivalidad tiende a incrementar el valor del producto en tal grado que cada uno recibe una porción mayor, por tanto su competencia, aquella que los mueve, es meramente una expresión de su armonía” (Marx, “Teorías sobre la plusvalía”) 

-          “La terminología del “trato” le otorga plausibilidad a esta manifestación del conflicto clasista en tanto competencia entre distintas fuentes de ingreso. El hecho de que no sólo el ingreso, sino que las concesiones sociales, el tiempo de trabajo o, como en los “tratos” más recientes, los mismos puestos de trabajo formen parte del trato, no modifica este hecho fundamental. Los tratos solo pueden ser hechos por sujetos que disponen de autonomía formal. Tales sujetos legalmente reconocidos existen bajo la forma de sindicatos, los cuales pueden negociar contratos con otros sujetos legales. La autonomía específica, que le otorga su naturaleza voluntaria e independiente a las negociaciones, se denomina negociación colectiva. Si hablamos de un trato entre la clase obrera y el capital inevitablemente terminamos bajo la impresión de que los sindicatos y las asociaciones patronales encarnan a la clase obrera y al capital como sujetos históricos. Si nos mantenemos bajo el estricto análisis de Marx, no podemos sino ver a los sindicatos como la organización legalmente determinada de una fuente de ingreso, el salario”

-          “Subliminalmente la noción de “trato” iguala a la clase obrera con los sindicatos, lo cual dificulta una crítica fundamental a los sindicatos –subsecuentemente, el tratamiento de la cuestión sindical por parte de la izquierda política regularmente se desvía hacia una indignación moralista acerca de “la traición a la base obrera”, la “burocratización”, la “colaboración con el capital”, y luchas como Don Quijote contra los molinos de viento, armados con los ideales de las “verdaderas tareas” de los sindicatos”

Aquí podemos insertar las críticas de Lenin y Trotsky al sectarismo que busca crear nuevas organizaciones “por fuera de las masas”. Este sectarismo es también, en último análisis, idealismo. Asimismo, la recuperación de los sindicatos para la clase obrera clasista  y combativa no es la única y más importante tarea. Es una tarea importante, pero ésta debe incluirse a la autoorganización por la base (dentro y fuera de las estructuras sindicales), la organización netamente partidaria, la organización comunitaria, la lucha política formal, la política hacia la tropa, etc.

Necesidades, intereses de clase, salario, valor de uso y la naturalización del capitalismo por el pluralismo del Krisis-group (Robert Kurz, Ernst Lohoff)

-          El Krisis-group toma como su punto de partida central los intereses de clase: “Dentro de la forma mercancía, los “intereses de clase del proletariado” constituyen unos intereses competitivos plenamente normales, pero de ninguna manera forman una “oposición irreconciliable” (Robert Kurz, Ernst Lohoff, 1989)

Esta es una crítica explícita Lenin, quien específicamente señala que la consciencia de clase se define fundamentalmente por el reconocimiento de “irreconciliable oposición”

-          Wildcat critica estos desarrollos mediante distintos apuntes:

(i) En primer lugar, señalan que en la categoría de “interés”, las necesidades ya se encuentran concebidas como socialmente determinadas, tal como señala Marx para los intereses privados en los Grundrisse:(las necesidades) solo pueden ser satisfechas dentro de las condiciones proporcionadas por la sociedad y con los medios provistos por esta sociedad”

Esta cuestión da para muchas reflexiones. Primero, por el hecho de que para Wildcat los intereses privados (particulares, individuales) parecieran exactamente los mismos que los intereses “colectivos” o “de clase”. Desde una perspectiva materialista, esto nunca puede condecirse con lo realmente existente. Sería muy extenso desarrollar este punto, así que sólo remitimos aquí a la concepción de “ser social” marxista como desarrollada en los manuscritos de 1844, y a la necesidad de concebir la libertad como libertad positiva y colectiva. En segundo lugar, el reconocimiento de la vinculación necesidad-interés es muy importante si queremos mantener una posición materialista respecto de los intereses. El punto es que la noción de “necesidad” es muy ambigua y da espacio para que la misma pueda designar casi cualquier cosa. Así, por ejemplo, para los liberales la necesidades del hombre son ilimitadas (el hombre como un ser individual crónicamente insatisfecho, adquisitivo, posesivo, etc). Para los aristócratas y los fascistas, las necesidades son fijas y se determinan según las distintas jerarquías (como también es el caso con Durkheim). Desde una perspectiva materialista-comunista, la necesidad fundamental no es arrelacional (como lo es para las dos perspectivas anteriores), sino que, antes bien, es esencialmente relacional. Lo es en dos sentidos (que existen lógicamente de manera simultánea y que constituyen el mismo proceso). Primero, las necesidades son relacionales porque existen sólo en sentido colectivo (ver la definición de ser social marxista). Segundo, porque bajo una sociedad de clases este sentido colectivo de las necesidades, está determinado por la oposición y el antagonismo entre posiciones con determinantes materiales cualitativamente distintos. Así, la necesidad fundamental bajo una sociedad de clases, es la oposición y la derrota final del enemigo de clase. Esta necesidad es propia de aquellos momentos en los cuales la clase obrera aún no ha conquistado el poder del estado, como también es propia de las fases “Estado obrero” y “socialismo” (fases hacia el comunismo). La derrota del enemigo de clase requiere y se compone, luego de la toma del poder por parte de la clase obrera, de la tríada que siempre consigamos: i) libertad colectiva y positiva, esto es igualitarismo material en todo respecto –cuya búsqueda más importante es en el campo de la producción (transformación del cómo se produce –repartición democrática de las tareas-, quién y para quien se produce, qué se produce, cuánto se produce –en este orden de determinación e importancia), campo que determinará la existencia del igualitarismo en la esfera del consumo (cuestión secundaria)-; ii) internacionalismo (apoyo a la lucha de los explotados en de otros estados (hayan éstos o no conquistado en el poder del Estado); iii) lucha contra los restos de la clase explotadora anterior (nacionalmente e internacionalmente, así como también al interior de la propia clase obrera que ya ha tomado el poder: éste es el sentido de la prioridad del igualitarismo y la libertad colectiva, ya que sólo éstos no se aseguran que vuelve a emerger la explotación en el punto de producción. Durante aquella fase en que la clase obrera no ha tomado el poder del estado (¡hoy en todo el mudo!), se repiten nuestras tres tareas pero (iii) es determinante (con “ii” siendo sólo un apéndice de “iii”). Respecto de “i”, lo esencial es la “unidad de clase” (¡no de la izquierda ni de los revolucionarios!), unidad de clase que sólo puede ser real si existe como oposición radical (de fundamentos) a la clase dominante/explotadora bajo el mpc. Así, antes de la toma del poder, la igualdad material de la clase estará subordinada al daño que se le haga a la clase contraria y a la unidad que esta  permita (las luchas salariales son por lo general positivas, pero siempre bajo la premisa de que no fomenten el gremialismo, la fragmentación de la clase, la ligazón de los salarios a la ganancia (repartición de utilidades), la vinculación de la remuneración a la autoexplotación individual (preeminencia exclusiva de los bonos), etc…    

(ii) Los autores del Krisis-group tienden a considera el interés de la clase obrera bajo el mpc como uno mera y exclusivamente determinado por el salario.

a) “Dado que, de acuerdo a su crítica, sólo existe la circulación, que es la circulación del capital, “el “interés obrero y el intercambio de la mercancía fuerza de trabajo se encuentra completamente involucrado en ésta (la circulación)”. Ellos continúan señalando que es cierto que la mercancía fuerza de trabajo de hecho posee ciertas particularidades fundamentales –pero terminan examinando estas particularidades sólo desde la perspectiva del capital, lo que implica, las características del trabajo como valor de uso, el gasto de trabajo vivo, la capacidad para producir más valor de lo que éste ha costado”

b) “En 1835 un tejedor de seda de Manchester describió esta particularidad de una manera sorprendente, demostrando lo absurdo de esta percepción de la igualdad legal entre el trabo y el capital”:

“El capital, no puedo entenderlo como otra cosa sino como una acumulación de los productos del trabajo…El trabajo siempre es ofrecido en el mercado por aquellos que no tienen otra cosa que vender o poseer, y quienes, por tanto, deben disponer de éste inmediatamente…El trabajo que yo…debo ejecutar esta  semana, si yo, en imitación al capitalista, me rehúso a disponer de éste…porque un precio inadecuado me es ofrecido por él, ¿puedo guardarlo? ¿puedo almacenarlo y salarlo?...Estas dos distinciones entre la naturaleza del trabajo y el capital (que el trabajo siempre es vendido por los pobres, y siempre comprado por los ricos, y que el trabajo bajo ninguna posibilidad puede ser almacenado, sino que de ser vendido a cada instante o si no se perdido en cada instante), son suficientes para convencerme de que el trabajo y el capital nunca podrán con justicia estar sujetos a las mismas leyes” (citado en The making of the englsih working class, EP Thompson)  
“Esta imposibilidad de almacenar el trabajo salándolo no les impide a Kurz/Lohhoff concebir la forma de mercancía de la fuerza de trabajo bajo la forma salarial, como una característica más fundamental que la particularidad material de la fuerza de trabajo (que subrayaría la producción de plusvalor, una esfera completamente ausente de los análisis de crisis)”

(iii) Wildcat sostiene que la frase de Kurz/Lohoff al comienzo de este apartado es “casi una transcripción literal de la cita de Marx consignada más arriba, donde él subraya la manifestación distorsionada e invertida del antagonismo clasista. A diferencia de Krisis, Marx habló acerca de las manifestaciones, las cuales extinguían el hecho de la explotación y las relaciones de clase en su apariencia, y que por tanto debían ser examinadas crítica y acabadamente”

¿La fuerza de trabajo como una mercancías más? (el carácter de la lucha obrera)

-          “En su análisis ellos (el grupo crisis) atribuyen al fenómenos del violento conflicto clasista del último siglo (s XIX), al hecho de que en ese momento la forma mercancía de la fuerza de trabajo aún no era predominante. Afirman que aquella lucha de clases, a partir de la cual el marxismo tradicional formó su noción de clase, en realidad giraba en torno al forzamiento de la forma mercancía a la fuerza de trabajo:

“La ilusión sólo podía existir hasta tanto la clase obrera no era reconocida dentro de la sociedad burguesa como un sujeto competitivo oficial, hasta tanto la clase obrera debía reclamar y forzar su “libertad de asociación”, sus derechos como sujeto social en la forma mercancía contra el Estado semi-feudal y/o el poderoso capital particular” (Kurz y Lohoff, 1989)  

-          “El hecho de que los remanentes del semi-feudalismo cumplieron un importante rol en la formación del movimiento obrero socialista –especialmente en Alemania- es una cuestión incontrovertible dentro de la ciencia histórica. La libertad de asociación era rechazada precisamente porque violaba la forma mercancía de la fuerza de trabajo, al igual que los gremios feudales, que causaban problemas a los patrones en su intento por formar un mercado de trabajo libre. Todo estos elementos, que Kurz/Lohoff ven como parte del forzamiento de la forma mercancía sobre la fuerza de trabajo –la libertad de asociación, el reconocimiento de los intereses obreros, los derechos sociales, etc- de hecho lesionan o violan seriamente la forma mercancía. Los economistas neoclásicos y los liberales nunca se cansan de denunciar este monopolio de la fuerza de trabajo, que contradice las reglas del mercado. También es históricamente obvio que la fuerza de trabajo, a más tardar desde la Primera Guerra Mundial, no se comporta como cualquier otra mercancía ordinaria (e.g. los desarrollos de su precio no están sujetos a la relación entre demanda y oferta, sino que “una carrera hacia abajo” ocurre hoy, lo que causa problemas a los capitalistas). Por tanto, la apariencia de armonía dentro de la competencia precisamente no era el forzamiento del carácter mercancía de la fuerza de trabajo, sino que los límites puestos por el Estado a este carácter mercantil”

Esta es una discusión amplia. Wildcat presenta buenos argumentos. Primero, sus desarrollos son importantes para criticar la tesis de Polanyi de la “ficción” que supone la mercancía fuerza de trabajo. Antes que una “ficción”, la fuerza de trabajo es un tipo de mercancía bien particular (diferencia de valor de uso con valor de cambio, monopolio basado en la organización, etc). Asimismo, la tesis de Wildcat sirve para criticar los análisis de Offe, los cuales son similares a los del grupo Krisis. Y ésta es una cuestión política crucial:

a) La idea de que el carácter mercancía de la fuerza de trabajo aún no se formaba plenamente antes de 1930 en ninguna parte del mundo capitalista, sirve para mantener el mito de que la clase obrera es un agente grupal que es igual (sin excepciones) al trabajador asalariado industrial, sujeto a contrato, etc. Supone un reduccionismo de lo que constituye la clase obrera (ver lo que escribimos en este respecto en nuestros comentarios que responden a las críticas formuladas a nuestro artículo “La tesis del 1%”)

b) La tesis Offe/Krisis supone concebir lo anterior a 1930 como siempre semi-feudal, por lo que se idealiza el capitalismo como mera plusvalía relativa, subsunción real (a o que se le suman los derechos sociales del trabajo asalariado). Se asume así una perspectiva que idealiza funcionalmente al capitalismo (lo identifica no sólo con el plusvalor relativo y la subsunción real, sino que también con las conquistas obreras inscritas dentro de los estados de bienestar y de compromiso post 1930)

c) La tesis Offe/Krisis supone sobre-imponer espuriamente a la lucha obrera el objetivo de la mercantilización capitalista de la fuerza de trabajo. La lucha obrera, impulsada por los intereses obreros fundamentales (por lo general) es siempre una lucha contra la explotación y el enemigo de clase. Su interpretación “funcional” solo cuaja porque se visualiza a ésta desde el prisma de la clase dominante (o desde de él de una burocracia sindical colaboracionista). Esto quiere que los derechos sociales conquistados por la clase obrera desde 1930, no fueron sino un desvío respecto de una lucha que siempre es acerca las decisiones fundamentales que organizan la sociedad (qué, cómo, cuánto, para quién producir). Desvío que no es necesariamente funcional para la clase dominante/explotadora: i) la desmercantilización de ciertas dimensiones de la vida social estrecha el espacio de acumulación y por tanto acusa las posibilidades de crisis económica; ii) la desmercantilización puede proveer mayor espacio de lucha y organización para los explotados 8aunque siempre está el riesgo de la cooptación) 

d)  La tesis de Offe/Krisis supone entronizar una lucha gradualista (gramsciana-culturalista) por conquistar posiciones dentro de la sociedad capitalista. Éste es el sentido que debe otorgársele a la noción de “desmercantilización” de ciertos servicios sociales y otros. Esta cuestión se vincula a una entronización acrítica de lo público-burgués. La lucha dentro de la sociedad capitalista por conquistar posiciones es necesaria (siempre), pero la misma no debe entronizarse suponiendo (como Offe) que pueden efectivamente desmercantilizarse ciertos espacios, constituyendo lugares donde primaría lo público y el valor de uso. Antes bien, estos espacios deben entenderse como conquistas que permiten masificar y organizar en mejor medida la lucha por conquistar el poder estatal, espacios que nos muestran cómo la planificación inherente a toda sociedad poscapitalista es negada mientras la acumulación privada de capital prime y sea determinante (con su forma mercancía aneja). Ver lo que le comentamos al rengo Zamora al respecto

-          “La razón que explica por qué la idea de que la fuerza de trabajo es una mercancía como cualquier otra…descansa en el hecho de que  los Estados se aseguran con celo de que todas las intervenciones y regulaciones mantengan la apariencia de las formas de mercado: la seguridad social es organizada bajo la forma de seguros sociales, las regulaciones salariales son delegadas a la conducta colectiva mercantil bajo la forma de sindicatos, etc”

El Capital, forma mercancía y sociedad de mercado

-          Dado que el Krisis-group (y en general varias corrientes del marxismo académico) considera que la forma mercancía es la célula básica de la sociedad, encuentra un fundamento perfecto ara sus desarrollos en una lectura predominantemente lógica del capital (no histórica), pero una lectura lógica que supone “descender” desde la determinación abstracta más fundamental (la mercancía, capítulo I, tomo I de El Capital) hasta sus derivaciones (circulación, tomo II, producción, tomo III). El hecho de que el mismo Marx coqueteara con esta idea tampoco ayuda mucho a la crítica de esta perspectiva. “Su error esencial es no haber notado los puntos de transición y las inversiones en el análisis de la mercancía, que Marx sólo definió verdaderamente al final del tercer volumen del capital”.

-          “Al considerar la mercancía como determinante, el mercado deviene el punto de partida. La interpretación de Krisis por tanto reproduce la perspectiva neoclásica y refuerza la idea común de la “sociedad de mercado”

-          Wildcat cita un desarrollo que aporta a su perspectiva crítica del Krisis-group: “La razón y la dinámica de la explotación está fundada en la violencia social, que fuerza las condiciones para la utilización del trabajo vivo, que constantemente profundizan estas condiciones y las llevan a nuevas dimensiones sociales. Desde la segunda revolución industrial de mediados del siglo pasado (s XIX), la ilusión de que ésta es la violencia del “mercado”, donde el capital y el trabajo se encuentran, se ha revelado a sí misma como una estafa ideológica” (Detlef Hartmann)   

-          En el análisis del grupo Krisis, el inescapable elemento de la violencia planificada y deliberada en la historia del capitalismo desaparece detrás de una aparentemente confortable forma-fetiche, y las leyes de la producción mercantil que operan “tras nuestras espaldas”, se revelan a una segunda mirada como la “mano invisible” de Adam Smith. La diferencia es que mientras la última provee orgánicamente la mayor riqueza posible para todos, la primera lleva sin escape hacia la crisis del capitalismo –la formula es la misma”

Crítica. Mantener la tesis de que existen leyes objetivas que operan a espaldas de los agentes, es esencial para mantener una perspectiva materialista y no conspiracionista de la realidad de la sociedad de clases. Es esencial para no caer en el voluntarismo y el subjetivismo. No es un elemento sobreañadido y marginal a la teoría del mpc de Marx, es esencial. Al respecto ver cómo nosotros vinculamos los ciclos de la producción (basados en la TDTMG) con los ciclos de la lucha de clases, en nuestro trabajo sobre el MAS boliviano. Por otra parte, el mantener la citada premisa no lleva necesariamente a críticas superficiales al mundo de la mercancías como la de Marcuse (clase obrera aburguesada, manipulación, ya no rige la ley del valor), o como la de los subconsumistas (Baran, Sweezy, Marini). Antes bien, esta premisa nos lleva al mundo de la producción y la explotación, y es capaz de fundar una crítica del capitalismo a partir de la TDTMG. Todo esto no niega la existencia de intereses de clase y el elemento de voluntad; la cuestión es esencial es no confundir a las clases sociales con sujetos (con “una” voluntad y capacidad de acción, y no realidades materiales que: i) son heterogéneas y por tanto dan lugar a partidos, organizaciones, sindicatos y tendencias diferentes y no necesariamente complementarias; ii) existen fundamentalmente de manera material, por lo que su unificación consciente, organizacional y cultural, es una cuestión contingente que por sí misma depende de la misma lucha de clases)
En segundo lugar, es políticamente peligroso consignar como una “estafa ideológica” la violencia propia del mercado capitalista. Esto porque nos hace desestimar la violencia estructural que supone la vigencia del mercado capitalista, violencia que es inherente a una producción que se funda en “la competencia de todos contra todos”, violencia que se explica por el carácter irrenunciablemente anárquico de la producción capitalista (siempre dirigida hacia el mercado). Una perspectiva más lúcida en este respecto tiene que tener en cuenta distintos tipos de violencia y coerción (y su vinculación y traslapamiento): violencia social volitiva, organizada y consciente impuesta a través del Estado, violencia anárquica que reproduce la relación capital-trabajo (determina la reproducción ampliada de la relación, la desposesión de medios de vida, producción y consumo a unos y provee en abundancia para otros, etc), etc

-          “Bueno, podríamos decir, pero si consideramos la producción mercantil entonces el capitalismo es muy ciertamente una “sociedad de mercado”. De nuevo, vuelta a la secuencia del análisis de Marx: él bastante rápidamente abandona la esfera de la simple mercancía, y muestra que la relación clasista y de capital precede a la generalización de la mercancía tanto histórica como lógicamente”

El grupo Krisis y un análisis estático

-          “Cada acto individual de intercambio aún se adhiere a la leyes del intercambio justo de valores equivalentes. La inversión en su opuesto, la continua apropiación del trabajo de otro a mediante trabajo enajenado previamente, deviene sólo visible en un análisis dinámico, en el examen de la relación de capital como proceso…pero ni los economistas neoclásicos ni la crítica a la mercancía de Kurz acceden a este análisis dinámico. Esto es lo que explica que continúen otorgando gran importancia a los mercados y a la forma mercancía, que sólo podrían lograr en una situación estática ficticia”

-          “Denominamos a esta dinámica de producción e plusvalor “acumulación”, queriendo significar con esto la producción de plusvalor mediante plusvalor (¡y no “la producción de mercancías mediante mercancías a la Sraffa!)

-          Se señala la transición del Tomo I (primer capítulo) al Tomo III de El Capital, la cual muestra cómo bajo el mpc las mercancías no se intercambio según sus valores-trabajo directos, sino que a partir del capital necesario para su producción (transformación de valores en precios de producción y estos en precios de mercado, tendencia a constituir una tasa de ganancia media, etc). “El análisis del desarrollo de una tasa media de ganancia da cuenta de cómo la competencia, como la hostilidad aparente entre los capitalistas en el mercado, sólo acentúa el carácter social de la producción. Paradójicamente el capital deviene “consciente de sí mismo como poder social” (Marx), precisamente a través de este movimiento  competitivo y compensador relacionado con la tasa de ganancia. El punto de partida no es ya la forma mercancía o el mercado, sino que el poder social ejercido sobre los productores de plusvalor en el proceso de producción, el cual solo es mediado por la forma mercancía” (retener)

-          “Por tanto no podemos entender el desarrollo dinámico, histórico, del capitalismo, meramente examinando la esfera del mercado. La teoría neoclásica y su repetición bajo la forma de la “crítica marxista de la mercancía”, toman el mercado y la forma mercancía de los productos como el punto de partida regulador y determinante. De acuerdo a ellos es la producción la que se ajusta a los mercados: la producción es producción para una demanda determinada; todo es convertido en mercancía, etc”

-          “Al poner el foco en los mercados, perdemos un punto decisivo: la dinámica capitalista dentro de la producción e plusvalor crea cosas completamente nuevas y nuevos métodos de producción, y por ello revoluciona la organización de la producción y las relaciones sociales. La organización de la producción de plusvalor determina cómo, y en qué medida, los mercados y los actos de intercambio cumplen un rol mediando las relaciones sociales, y cómo y en qué medida son representados como actos de intercambio –la organización de la producción de plusvalor incluyendo todo, desde el comando del capital dentro de la producción hasta el ejercicio de su poder social bajo la forma del estado y el estado-nación”

“Sin embargo, fuera de Marx, ningún otro economista en la historia del pensamiento económico ha puesto las cuestiones clave en el piso de fábrica de las relaciones de gestión de la fuerza de trabajo –a saber, el cambio tecnológico que ahorra esfuerzo y el problema del suministro del esfuerzo de trabajo- en el centro de una teoría de la producción microeconómica y de la distribución del ingreso. Al analizar la economía capitalista, más todavía, Marx fue pionero en el análisis histórico de la interacción dinámica entre la organización y la tecnología, lo que él denominó las relaciones y las fuerzas productivas –el motor del crecimiento económico” (William Lazonick, Bussiness Organization abs the Myth of the Market economy, 1991)  
“Lazonik, un economista e historiador de la escuela “radical”, toma a Marx seriamente como historiador, el cual desarrolló su crítica del capitalismo no a través de un proceso dialéctico mental, sino que a  través de un análisis de los desarrollos históricos efectivos. Descubriendo errores históricos en Marx a través de su propio análisis histórico (e.g. sobre los cercamientos, el demasiado pronunciado énfasis de Marx en la tecnología, etc), él logró aprehender que el énfasis de Marx en la organización de la explotación, antes que en los eventos del mercado, era decisivo y clave comprender la historia”

Retener y recordar para nuestra tesis general sobre la problemática de los modos de producción, la preeminencia de las relaciones de producción por sobre las fuerzas productivas y, dentro de las relaciones de producción, la preeminencia de los modos de explotación (organización del proceso de trabajo)
 El autonomismo Operaista y una crítica invertida derivada de una situación contingente

-          La tradición Operaista emerge como una corriente que critica la máquina estatal y su planificación, porque el “Estado planificador” fue eminente hasta el fin de los treinta dorados (1975). Al respecto, se pueden hacer varios comentarios. Primero, que los Operiastas con esto caen en el subjetivismo, el conspiracionismo y una concepción no dialéctica (el mpc no es contradictorio inmanentemente). Segundo, que cae en el mito del “capitalismo organizado”, mito generalizado por Hilferding que criticaran Poulantzas y otros de buena manera en su momento. Tercero, que esto les hace perder una teoría objetiva de la crisis (de ahí su rechazo posterior a la ley del valor marxista). Cuarto, que la apariencia planificadora justo moría cuando gana fuerza la corriente Operaista (crisis que comienza a fines de los 1960s y termina a principios de los 1980s)

-          Wildcat argumenta que la crítica Operaista a la planificación parte de la esfera de la producción-explotación y utiliza ésta como marco explicativo. Citando un trabajo de Panzieri de 1964, Wildcat sostiene que la generalización de la organización (planificación) del proceso de trabajo en el punto de producción hacia la sociedad toda, es lo que los Operaistas remarcan.

Esta interpretación olvida que la clase dominante/explotadora es incapaz de planificar la configuración de la sociedad, ya que ésta planificación implicaría la eliminación de la competencia entre capitales particulares, ergo de la existencia misma del capital (que, como demuestra Chattopadhyay , necesariamente existe como capitales particulares que se repelen entre sí). Y, como señalamos en otros comentarios, esta concepción lleva a teoría conspiracionistas, subjetivistas, voluntaristas, etc

-          “En sistema fabril, la dimensión anárquica de la producción capitalista descansa sólo en la insubordinación de la clase obrera, en su rechazo de la “racionalidad despótica” (Panzieri, 1964)

Otra muestra de un autonomismo que deviene idealismo voluntarista y subjetivista

Imperialismo leninista vs Operaismo

-          “…marxismo tradicional. Mientras este último percibe un capitalismo monopolístico y organizado, el cual solo emergió en esta fase histórica después de Marx, como una desviación de un capitalismo puro y desarrollado y por tanto comprendiéndola como una fase final de una capitalismo “decadente”, Panzieri por el contrario ve el progresivo grado de organización del capitalismo en el mayor desarrollo y refuerzo de la racionalidad despótica de la extracción de plusvalor”

Mientras los leninistas extremos ven cada más débil al enemigo de clase, los Operaistas, por el contrario, lo ven cada vez más fuerte. En esto, estos últimos tienen mayor afinidad con los guevaristas y algunas sugerencias del primer Marx. Ahora bien, los autonomistas sí tienen la virtud de que su teoría no divide al capital para buscar “fracciones amigas” (como hicieron los estalinistas y otros hasta hoy en día), sino que afirma la autonomía obrera taxativamente (habría que ver bien cuáles su definición-explicación de las clases eso sí). La cuestión es que esta premisa correcta se estropea en un contexto foucaultiano de pura dominación, en una teoría nietzcheana a de la mera lucha de voluntades

Automatismo del mercado, violencia y fases capitalistas

-          Wildcat sostiene que, no sólo las fases tempranas del capitalismo, sino que también el capitalismo maduro  que observó Marx, se explican por la imposición y la violencia estatal. La adopción del libre mercado por Inglaterra entre los siglos XVIII y XIX, afirma, debe explicarse por la imposición de este mismo marco por parte del imperio inglés, el cual se encontraba en una posición de fuerza y que a la vez convenía esta estructura de libre mercado.

-          “En general, debemos desarrollar que los mercados presuponen la existencia y la fuerza gobernante de los Estados, que pueden estar más o menos vinculados con el capital organizado. En este sentido, el mercado mundial no es una fuerza independiente, capaz de elevarse por sobre los estados nacionales y forzar las cosas por sobre éstos, como se describe en el actual debate sobre la “globalización”. En el curso del desarrollo del mercado mundial una dependencia general emerge, que sólo es el lado económico aprehendido aisladamente de su lado político contrario, que existe bajo la forma del sistema estatal internacional. Como Wallerstein lo ha mostrado, el proceso del capital es global justo desde el comienzo y coincide con el desarrollo del sistema estatal”

Recordar nuestras críticas a Wallerstein. Recordar como su tesis dependentista es errada…

El mito histórico del capitalismo de libre mercado

“Smith encapsuló su teoría del desarrollo económico en la máxima: “La división del trabajo se encuentra limitad por la extensión del mercado”. Mientras más amplia la demanda que una firma, industria o economía nacional enfrentan, más se extiende la división el trabajo especializada que una firma, industria o economía nacional pueden poner en funcionamiento. Y para Smith, mientras más especializada la división del trabajo, mayores son los poderes productivos del trabajo.
Smith mismo no argumentó que esta división del trabajo especializada debía ser coordinada mediante el mercado. De hecho, en el más famoso ejemplo de la división del trabajo en la manufactura, era un patrón capitalista, y no el mercado, el que coordinaba la división especializada del trabajo. Antes bien, los argumentos de Smith en favor del laissez-faire tenían que ver con la eliminación de las barreras para la movilidad del capital hacia aquellos usos que sus propietarios consideraban más rentables…

Desarrollando estos argumentos, Smith estaba proponiendo un cambio institucional. En el contexto inglés de los 1770s, el objetivo político de “La riqueza de la naciones” (1776) era atacar las instituciones mercantilistas que la economía británica había construido  durante los dos últimos siglos. Sin embargo, al proponer estos cambios institucionales, Smith  carecía de un análisis histórico-dinámico. En su ataque a estas instituciones, Smith podría haberse preguntado por qué el mercado mundial disponible para Inglaterra a fines del siglo XVIII, se encontraba bajo control británico tan exclusivo. Si Smith hubiera formulado esta “gran pregunta”, él quizás habría tenido que concederle crédito por la extensión del mercado mundial a las mismas instituciones mercantilistas británicas que estaba atacando

…la compañía de las indias orientales, la compañía real africana, apoyadas por la monarquía, abrieron nuevos mercados para los productos ingleses en todo el mundo…las victorias militares de Inglaterra contra los españoles en el siglo XVI, los holandeses en el siglo XVII y los franceses en el siglo XVIII, ayudaron a asegurar que los barcos británicos serían libres para comerciar donde y cuando quisieran…

Con su énfasis en la división del trabajo como fuente de desarrollo económico, Smith también sobre-simplificó las transformaciones que permitieron a la industria británica satisfacer el creciente mercado. La historia muestra que la repuesta de la oferta británica no fue simplemente una división más especializada del trabajo, como descrita en el cuadro de Smith de la manufactura. Más profundamente, esta respuesta supuso la reorganización de las maneras en que el trabajo productivo era ejecutado tanto en la agricultura como en la industria

Fue la expansión de la industria doméstica durante el siglo XVIII, con el capital fluyendo hacia los trabajadores en el campo inglés, lo que sentó las bases para la Revolución Industrial inglesa. La emergencia de tecnologías y maquinaria que ahorraba trabajo en las últimas décadas del siglo XIX, transformó el potencial productivo de la manufactura textil. Progresivamente, las tecnologías fueron alojadas en fábricas

Incluso con la llegada de este modo de producción más colectivo, la propiedad y la administración de las firmas permaneció bajo el control de propietarios individuales o socios cercanos…fuera de los famosos empresarios de la revolución industrial temprana como Arkwright y Peel, los patrones capitalistas que conducían las industrias británicas en el siglo XIX tendían a poseer habilidades administrativas limitadas y poco capital para financiarse. Por tanto, por lo general tendían a instalar fábricas en ramas de la industrias estrechamente especializadas y en locaciones geográficas que ya poseían amplio suministro de recursos clave, en particular trabajadores calificados (ellos mismos producto  de la anterior prevalencia de la industria doméstica) que podían mantener funcionando máquinas y bienes imperfectos en el proceso dentro de la planta. La especialización vertical y la localización industrial engendraron la fragmentación horizontal. Como resultado de esto, emergieron estructuras de organización industrial propias de las principales industrias británicas, en las cuales la coordinación mercantil de la actividad económica cumplía un rol dominante.
 Fue la emergencia de estas estructuras altamente individualistas de organización industrial en el siglo XIX que le dieron credibilidad a la idea de que la economía podía funcionar eficazmente por medio de una “mano invisible”. Dadas las ventajas competitivas que en la competencia internacional la industria británica había conquistado como resultado de la Revolución Industrial, los intereses de la manufactura británica también parecieron adecuados para argumentar que el libre juego de las fuerzas de mercado debía operar también en la economía internacional como un todo. Los ingleses decimonónicos defendían el laissez faire porque, dado el avanzado desarrollo económico que sus industrias ya habían alcanzado, pensaban que estas firmas podían sostenerse dentro de la competencia abierta con los extranjeros” (Lazonick ,1991, ya citado)

Civilización y Capitalismo, siglos XV-XVIII, Fernand Braudel

-          En este libro Braudel desarrolla un argumento en el cual se distinguen dos polos:

a) El polo virtuoso, denominado mercado, en el cual prima la pequeña propiedad, los ingresos basados en el propio trabajo, la honestidad y la realidad es transparente.  En la ley de la oferta y la demanda se cumple

b) El polo oscuro, de los monopolios y el comercio internacional, denominado capitalismo, donde no prima la ley de la oferta y demanda, y existe la mentira y la deshonestidad (oscuridad a ojos del “ciudadano común”)

-          Según Wallerstein, aquí Braudel no desarrolla una tesis Poujadista (defensa conservadora de la pequeña propiedad frente a los monopolios), sino que se articula una defensa del mercado que es igualitaria y supone la lucha por libertades humanas esenciales

Braudel es un defensor del “mercado moral” y no hay quien lo salve. Wallerstein es incapaz de ver lo que simplemente está frente a sus ojos  

Una tesis espuria de Bellofiore

-          “La noción de comunismo de Marx…-permítaseme esta paradoja- se encuentra mucho más cerca al liberal Hayek que la doctrina marxista-leninista común, dado que entendemos coherentemente las ideas de Marx, podemos comprender el comunismo sólo como una dispersión del poder” (Bellofiore) 

Para una crítica a este verdadero dislate de Bellofiore, véase: i) desarrollos de Ross Gandy en “Introducción a la sociología histórica marxista” (ya fichado); ii) artículos de Rafael Echeverría de los 1980s (ya fichados); iii)¡todo lo que escribe Marx!; iv) la distinción entre la libertad de los liberales y la concepción de la libertad materialista (libertad positiva); v) la epistemología relativista de Hayek (que al final es casi un solipsismo) y la epistemología/ontología de Marx; vi) el democratismo más genuino que compartieron Marx y Lenin (que sólo describieron como actuaban ciertas franjas obreras) frente al desprecio por la democracia que siempre han tenido los neoliberales; etc; vii) la idea de la democratización propia de toda formación social poscapitalista, no supone una liberal y positivista dispersión del poder, sino que es la lucha política llevada a otro plano (con la explotación como alternativa excluida) –ver la cita de Trotsky que siempre consignamos-

¿Eliminación del trabajo?

-          “El esfuerzo por conjuntar los objetivos de la libertad (liberalismo) y la igualdad material (socialismo) nos ha llevado a la conclusión que hemos enfatizado por largo tiempo: la abolición del trabajo. Hasta tanto el individuo depende de su trabajo, la propiedad privada y el intercambio permanecerán como la única libertad posible en la relación entre individuos”

Nuestra oposición a este horizonte es radical y de fundamentos. Nuestro horizonte es el inverso: la sociedad comunista es una sociedad de productores libres asociados. Nuestra diferencias con Wildcat son profundas. Primero, Wildcat concibe a la libertad sólo como “libertad negativa” (le regala este  concepto a los liberales). Segundo, parte de la premisa de la existencia de individuos aislados, los cuales existen ex ante y sólo luego se vinculan mediante su trabajo. Tercero, no entiende que los seres humanos son seres sociales que siempre se vincularan mediante la producción y reproducción de la realidad material e ideal. Podríamos seguir largamente…

El Operaismo y un marcusianismo potenciado

-          Panzieri subraya que la crítica de Marx no sólo acerca de la forma capitalista de aplicación de la maquinaria, la tecnología y la ciencia, “sino del hecho de que la misma forma material de la tecnología es plenamente capitalista de cabo a rabo, que la completa racionalidad es despótica. Haciendo esto, Panzieri también destruye cualquier esperanza ingenua de que las fuerzas productivas puedan ser utilizadas como base para una sociedad libre del trabajo”

Esta es la tesis marcusiana. La misma puede ser criticada desde innumerables perspectivas. Primero, porque posee una concepción a relacional de las clases (meros sujetos y voluntades). Segundo, porque no comprende que el desarrollo de las fuerzas productivas expresa la contradicción entre capital y trabajo (existen dimensiones liberadoras inscritas en las fuerzas productivas porque el mismo modo de producción capitalista es contradictorio –no es dominación unilateral-). Tercero, porque supone tesis idealistas y sectarias (recreemos toda la realidad nuevamente) –olvida las innumerables citas de Marx en este respecto-. Cuarto, porque olvida que lo que unifica a la clase obrera, en tanto clase, es su posición dentro del proceso de trabajo (por tanto, llamar a la abolición del trabajo en un contexto donde ni siquiera se ha tomado el poder del estado y derrocado a la clase dominante/explotadora, es llamar a desunión de la clase y a su dilución. Quinto, porque Panzieri le regala el concepto de razón a los burgueses y capitalistas, cuando toda la tesis marxista el consecución de una sociedad racional de productores libres e iguales (Panzieri cae en la idolatría del irracionalismo, lo que va muy de la mano con su demanda de abolir el trabajo). Todo esto demuestra el nihilismo voluntarista de los autonomistas. Y podríamos seguir con otras cuestiones… 

Tipos ideales y capitalismo histórico

-          “En el Prefacio a la primera edición de El Capital –aún si para marketear mejor este hefty libro-, Marx trató familiarizar a su audiencia alemana con un libro que trataba casi exclusivamente con la situación de Inglaterra. Para explicar por qué esta historia debía interesar a una audiencia no-inglesa, él se refiere al carácter general de la situación inglesa y enfatiza su tesis comparando su análisis con el indisputado sitial que la ciencia natural tenía en su tiempo”:

“El físico observa los procesos naturales allí donde se presentan en la forma más nítida y menos oscurecidos por influjos perturbadores, o bien, cuando es posible, efectúa experimentos en condiciones que aseguren el transcurso incontaminado del proceso. Lo que he de investigar en esta obra es el modo de producción capitalista y las relaciones de producción e intercambio a él correspondientes. La sede clásica de ese modo de producción es, hasta hoy, Inglaterra. Es éste el motivo por el cual, al desarrollar mi teoría, me sirvo de ese país como principal fuente de ejemplos. Pero si el lector alemán se encogiera farisaicamente de hombros ante la situación de los trabajadores industriales o agrícolas ingleses, o si se consolara con la idea optimista de que en Alemania las cosas distan aún de haberse deteriorado tanto, me vería obligado a advertirle: De te fabula narratur! [¡A ti se refiere la historia!]” (Marx, El Capital)

-          “Marx presupone un “tipo ideal” de capitalismo que puede ya distinguirse en Inglaterra. Le solicita a la audiencia alemana que sea paciente, también la forma pura entrará a Alemania bastante luego. De esta manera, la historia real del capitalismo se convertido en una mera “ilustración” de leyes generales. En diferentes pasajes de sus trabajos Marx polemiza contra esta forma de tipificar la realidad, pero aquí es inambiguo y parece confirmar las leyes naturales del materialismo vulgar y los juegos académicos de la derivación”

-          “Históricamente, esta asunción de que un capitalismo plenamente desarrollado sí existe –lo que existió previamente a éste fue una fase de emergencia y reforzamiento, lo que sigue al mismo sólo puede ser una fase decadente, corrupta y de colapso. En lo que concierne al espacio, esto significa que el tipo ideal de capitalismo puede ser encontrado en Inglaterra y que en todos los otros lugares encontramos desviaciones o formas de capitalismo, que se encuentran retrasadas con respecto a éste”

Sobre este aspecto “típico ideal” en Marx y el unilinearismo que presupone, ver el  trabajo de Kevin B. Anderson, “Marx en los márgenes (2011) –especialmente el capítulo V, “De los Grundrisse a El Capital. Temas multilineales”. Este capítulo lo fichamos como hace un año. En él Anderson sostiene que Marx no fue unilinealista ni determinista mecánico, tesis que defiende consignando la versión rancesa de El capital de 1872, la cual es más rica y tiene ciertas modificaciones (y que Marx revisó extensamente y la versión que Marx más consideraba)

-          “La concepción que sostiene la existencia de un tipo ideal de capitalismo lleva a confusiones, solo existe el capitalismo real, en la “realidad concreta única” (Wallerstein)

-          “En el análisis del capitalismo los estados territoriales y nacionales no pueden ser simplemente asumidos como “unidades de investigación” ya dadas, ya que ellas mismas forman parte del problema. Históricamente, Wallerstein trata de demostrar que el modo de producción dominante que denominamos capitalista, no podía emerger independientemente en un único espacio en todo el globo, sino que, antes bien, ya desde el comienzo emergió dentro del marco de un sistema de estados y como “mercado mundial”…No tiene sentido hablar de diferentes capitalismo en el espacio y en el tiempo, existe sólo un  capitalismo, el “capitalismo histórico”

Recordar nuestras críticas a Wallerstein. Especificar que ésta posición no es la única alternativa al “weberianismo típico ideal”

Violencia, Estado y sociedad

-          “Históricamente, esta concepción de la libertad individual requirió un refuerzo violento (¡!) de cierta no-violencia en la sociedad; o, para ser más exactos, en la esfera que sólo deviene la “sociedad” a través y por medio de este proceso de refuerzo”

-          “La permanente presencia de la violencia sólo puede disfrazarse cuando la misma violencia deviene el completo “otro” de la sociedad, deviniendo el Estado. Dado que esta separación es ficticia, sólo puede ser organizada como un punto ideal que se desvanece, como el ideal del monopolio estatal sobre el uso de la violencia. La relación social efectiva y su estabilidad, siempre ha estado fundada en la coerción social y en la autoridad de contextos como la familia, la comunidad o el lugar del trabajo, y no puede ser mantenida solamente por el Estado”

Retener punto interesante (reflexionar)

Tratos de clase y nacionalismo metodológico

-          “Una consecuencia política más que es fatal en esta errada percepción, es que mediante la asunción de “tratos nacionales”, presumimos que por “clase obrera”, queremos decir “clase obrera nacional”. Ha sido notado en muchas ocasiones dentro de nuestros debates de Wildcat, cuán problemático es hablar de “lucha de clases global” en general, sin especificaciones o referencia a un contexto –dado que, como es afirmado por algunos, la clase obrera como factor político concreto, sólo puede ser rastreada a nivel nacional por lo menos desde 1918…”

-          “En mi opinión, desde una perspectivas histórica puede ser demostrado que los estados nacionales (en contraste con los estados territoriales), sólo puede ser explicada en el contexto de un conflicto clasista específico que se agudiza”

Retener esta interesante distinción entre Estado territorial y Estado nacional. Vincular con los desarrollos de Benno Teschke respecto de la transición hacia los estados capitalistas (Teschke sostiene que los Estados europeos de 1500-1750 no fueron modernos y de hecho debieron ser destruidos para que nacieran los estados capitalistas modernos)  

-          “Puesto de manera diferente: solo si partimos de una noción global de las clases, seremos capaces de comprender la existencia de las clases nacionales, y sólo si partimos de ese nivel seremos capaces de dar cuenta del antagonismo. Pero en el contexto de la fase hoy vigente de nuestro debate, yo creo que la especificación de clases obreras nacionales está justificado y es extremadamente productivo, dado que permanentemente hablamos, sin mayor reflexión, de clases obreras nacionales…”

 Lo social y lo natural, y las fuerzas productivas

-          “Yo creo que la cuestión de las fuerzas productivas debe ser radicalizada de manera diferente, a saber, disolviendo la errada separación entre las fuerzas productivas (del trabajo) y las fuerzas naturales –como indica Marx en sus notas introductorias a la crítica al programa de Gotha-. Consecuentemente, también deberíamos cuestionar la común perspectiva que opone la ciencia natural y la social –una oposición que Wallerstein mantiene al comparar su enfoque con las nuevas tendencias de la ciencia natural-. Hoy en día, la percepción de una naturaleza no histórica y de una sociedad no natural se da por sentada –esta percepción debe ser criticada tanto como la separación entre el aeconomía y la política”

Retener punto interesante. Retomar nuestras reflexiones al respecto (recordar que Althusser también escribió algo en la línea que defiende Wildcat cuando critica el humanismo de Lewis en 1972)


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