Aún si la obvia respuesta marxista a esta pregunta es “no”, el capitalismo es una sociedad de clases,
“este mito traspasa el debate contemporáneo dentro del Neo-marxismo alemán –con
sus discípulos declarando que la mercancías es “la forma básica de la sociedad”
(Robert Kurz). La conclusión lógica de esta interpretación de Marx es que el
conflicto clasista es en sí mismo un insignificante sub-conflicto del mercado y
la esfera del intercambio. Ciertamente no es una coincidencia que esta “crítica
marxista de la mercancía” emergiera simultáneamente con la orientación política
general –y el callejón sin salida- hacia “la libertad de los mercados”
“…las consecuencias del neoliberalismo. De acuerdo
con esto, la asunción de que el resultado negativo del “neoliberalismo” es
producto de una retirada del estado y de la violencia de las fuerzas de
mercado, supone una reivindicación reformista por más intervención estatal y
regulación…Esto deviene una fuente ideológica poderosa para la renovación de la
legitimación del Estado”
“…la oposición entre una “economía moral”, que se
dice existió durante las fases tempranas del movimiento proletario, con una
economía pura, implicando con esto una economía “no moral”, que hoy domina”
Individuo y
sociedad
-
“El ser
humano es en el sentido más literal un zoon politikon, no sólo un animal
gregario, sino que un animal que puede individuarse a sí mismo sólo en el medio
social” (Marx, Grundrisse)
-
“Es una formación social histórica bastante
específica la que hace posible que los humanos se individualicen dentro de la
sociedad y que se piensen a sí mismos como seres independientes de los otros.
Esto también significa que la independencia es una forma histórica específica
de independencia. En el concepto de auto-suficiencia y autonomía del individuo
esta independencia es postulada como un absoluto, declarada como un rasgo
humano natural y elevado a un ideal moral. Cuando en la historia real, la
libertad sólo existe como libertad respecto de ciertas fuerzas y necesidades,
en el pensamiento burgués la libertad deviene una libertad por y para sí misma
y como razón de innumerables discusiones filosóficas acerca de la esencia de la
libertad. Desde la revolución francesa la izquierda política esencialmente
siempre ha compartido esta noción abstracta de libertad con el campo burgués.
Esta comprensión de la libertad considera al intercambio como “la” forma de
vinculación entre los individuos singulares, porque aparece como lo opuesto de
la coerción, la violencia y la fuerza. En el intercambio ambos individuos
satisfacen sus propios propósitos y actúan de acuerdo a su propia voluntad”
No
son idea plenamente erradas las expuestas en esta cita, sin embargo, se olvida
la noción de libertad positiva, se entiende que la libertad sólo puede ser
libertad negativa
“Trato” o
“pacto” entre clases (“class deal”)
-
Esta expresión proviene de la tradición
obrerista-autonomista (Italia 1060s-1970s), el Operaismo
-
“Ahora, deviene claro que la noción que describe
la relación entre las clases…como “un trato”, sirve al bien intencionado, pero
mistificador propósito, de otorgar a estos “sujetos”, por lo menos
teóricamente, su propia independencia y autosuficiencia”
-
“En el trato la clase obrera permanece como
sujeto independiente y decide por sí misma qué es lo que intercambia con el
capital y a qué precio. Por lo menos dentro de nuestras discusiones, yo veo que
la aplicación de una perspectiva enmarcada en las “relaciones de intercambio”
para comprender las relaciones de clase, se origina en una adopción ahistórica
de los enfoques teóricos del Operaismo, la cual se combina con una noción
cosificada de la clase obrera, como se desarrolló históricamente bajo el
concepto “movimiento obrero”. Esta visión convierte las visiones políticas del
Operaismo en su opuesto, dado que el Operaismo se desarrolló como una crítica
explícita del movimiento obrero (“labour movement”)”
-
En el debate operaista, la “autonomía obrera”
fue introducida con un sentido específico: como expresión de un antagonismo en
una situación histórica específica. Después, la noción de la “autonomía obrera”
ha sido convertida en una suerte de término histórico que lo abarca todo, para
así explicar la completa historia de la clase obrera, lo que después llevó a la
idea de que este término también debía ser utilizado para describir aquellos
rasgos no antagónicos de las relaciones de clase. El término “autonomía”
adquirió así un significado completamente diferente, que no se refería ya más a
una autonomía antagónica, sino que a la noción de autonomía propia del acto de
intercambio, tal como forma parte de cualquier concepción reformista o
sindicalista”
El sentido
específico de la autonomía obrera en la tradición Operaista
-
“…devino
crucial encontrar un punto débil en los nuevos objetivos del Estado capitalista
planificador, de la nueva fase de coordinación capitalista a nivel
internacional, de la máquina, que parecía relucir y ser perfecta sin un punto
débil. El punto débil era que el plan reformista –como cualquier reformismo-
debía basarse en el consenso de la clase obrera. Este era el punto débil, éste
era el lugar donde la batalla ocurría, devino crucial que los trabajadores
rechazaran el consenso y la aprobación al reformismo. Camaradas, este fue el
descubrimiento de la autonomía” (¿Qué
es el poder obrero? Material para la formación de los cuadros, Potere Operario,
1971)
Esta
posición autonomista proviene de una tradición que tiene dentro de sí a la
teoría crítica (sobre todo Marcuse) y al Gramsci de la “hegemonía”. La misma
fue bien criticada por Goran Therborn en 1979 (ver la ficha de su libro que
hicimos hará un año atrás). También es importante remarcar que esta posición
autonomista supone una premisa que pone el acento en el “idealismo de la
consciencia”: incluso Shaik, desde una perspectiva económica, es capaz de
criticar estos dislates autonomistas
-
“…la
completa historia del capital, la completa historia de la sociedad capitalista
es en realidad la historia de la clase obrera…La historia de la sociedad
capitalista es la historia de una prisión de dominio, la cual ha sido
construida en torno al trabajo vivo, en torno a la fuerza de trabajo, en torno
a los obreros, para exprimirles a ellos su trabajo” (¿Qué es el poder obrero? Material para la formación de los cuadros,
Potere Operario, 1971?)
Vemos
como el énfasis en el dominio es compartido con la teoría crítica. Asimismo, se
observa la cercanía entre estas posturas y el post-estructuralismo aclasista
del Foucault de “Vigilar y castigar” (énfasis en la prisión)
-
“Permanece claro en el texto que la autonomía
descrita más arriba se refiere a esta dimensión antagónica…En el texto, el
término “autonomía obrera” es persistentemente utilizado para caracterizar
luchas específicas”
-
“…pero en ese momento, el objetivo político del
texto era explicar la necesidad de una transición desde la autonomía a la
organización revolucionaria. Se refería a la transición desde la lucha acerca
de demandas económicas hacia una lucha política abierta al nivel del poder, a
la insurrección. Contrariamente a la generalizaciones posteriores y a la noción
común de “autonomía”, la “autonomía obrera descrita en este texto se encuentra
claramente definida en ambos lados: es una expresión del antagonismo de la
clase obrera, pero de una clase que en sí misma aún no es revolucionaria”
-
“Desmarcándose a sí misma en estas luchas –que
permanecen al nivel de las demandas económicas- de formas de mediación como los
sindicatos o la integración de las demandas salariales en la dinámica de
acumulación del estado planificador, la clase obrera: “liga al capital a la crisis, lo obliga detener el desarrollo y por
tanto fuerza a los patrones y al Estado a revelarse a sí mismos como una fuerza
abiertamente violenta opuesta a los trabajadores” (¿Qué es el poder obrero? Material para la formación de los cuadros,
Potere Operario, 1971?)
Dos
apuntes. Primero, el autonomismo obrerista muestra como cae preso del
subjetivismo idealista que critican los trotskystas y Lenin. Deviene una suerte
de guevarismo maoísta en tanto cree posible “generar” la crisis que le otorgue
la posibilidad de tomarse el poder mediante una insurrección. Con Lenin,
Trotsky y Moreno, debemos afirmar que lo que prima es una “crisis nacional
objetiva”, crisis que además incorpora
una movilización de masas que es también “objetiva” (independiente de la
voluntad). Los autonomistas yerran, porque entronizan la posibilidad siempre
efectiva de que la clase obrera sea capaz de agudizar una crisis política
propia de la clase dominante, por sobre la crisis económica estructural
(derivada de la TDTMG). En segundo lugar, el autonomismo se muestra como una
corriente marginal y desfasada, en tanto su lucha prima en los 1970s, justo en
el momento en que el “Estado planificador” comienza a morir. Es ésta una
corriente desfasada porque justo pone el acento en la “generación por mera
voluntad de crisis políticas” cuando emerge una crisis estructural derivada de
la TDTMG, crisis tuvo expresión en episodios de “crisis nacionales objetivas”
en distintos países (Francia 1968, Portugal 1974, Argentina 1976 , 1969, 1971,
la misma Italia en 1969, etc)
-
“La ambigüedad en la definición del Potere
Operario del término “autonomía”, indica que fuera del momento revolucionario,
la clase obrera no puede existir como
sujeto autónomo, sino que sólo puede ser conceptualizada como un polo de la
unidad contradictoria entre la clase y la relación de capital”
Deformación
yanqui y alemana-occidental del Operaismo
-
“La interpretación yanqui y alemana-occidental
del Operaismo luego transformó esta concepción de sujeto autónomo, con una
noción de autonomía bastante similar a
la independencia del sujeto burgués en la sociedad de mercado, al
intentar explicar ciertas relaciones clasista en términos de “tratos” o
“pactos” (“deals”)
Análisis de
correlación de fuerzas, pactos clasistas y autonomía burguesa mercantil
-
“La fraseología del “trato” ignora esta
interrelación y la reemplaza con el mito de dos fuerzas independientes, un mito
similar al cultivado en las usuales interpretaciones históricas sindicalistas y
reformistas”
-
“Con el discurso del “trato”, las ideas míticas
de la “correlación de fuerzas” inevitablemente entran al juego; ideas que han
sido cultivadas en la historiografía tradicional del movimiento obrero y que
describen la lucha de clase como un combate entre dos individualidades. Como en
la ciencia natural, la frase vacía “fuerza” es utilizada cada que una relación
interna no puede ser encontrada o explicada. La utilización del término
“balance de poder” es particularmente fatal –todo y nada pueden ser explicados
con un “balance de fuerzas”, dado que una vez que éstas son iguales, las mismas
dejan de constituir algo determinante”
-
“Esta perspectiva abandona el análisis crítico
de las relaciones de clase y en cambio refuerza su manifestación superficial
distorsionada…el reparto del producto social total entre las diferentes clases
bajo la forma de ingreso en salario, ganancia, interés y renta, aparece como un
conflicto distributivo, que en principio podría ser resuelto mediante un
acuerdo justo y bajo la coexistencia armoniosa de las respectivas partes”
-
“Porque
[en la fórmula] tierra-renta, capital-interés, trabajo-salario, por ejemplo,
las diferentes formas de plusvalía y configuraciones de la producción
capitalista, no se confrontan entre sí como formas alienadas, sino que como
formas heterogéneas e independientes, meramente diferentes entre sí, pero no
antagónicas. Los diferentes ingresos se derivan de fuentes bien diferentes, una
de la tierra, la segunda del capital y la tercera del trabajo. Por tanto, no se
posicionan en una conexión hostil entre sí porque no tienen ningún tipo de
conexión. Si sin embargo operan juntas en la producción, esta es una acción
armoniosa, una expresión de armonía, como, por ejemplo, el campesino, el buey,
el arado y la tierra, en la agricultura, en el proceso de trabajo real, operan
juntos armoniosamente a pesar de sus disimilitudes. Hasta tanto existe alguna
contradicción entre ellas, ésta emerge sólo a partir de la competencia acerca
de cuál de los agentes obtendrá más valor del que han creado conjuntamente.
Incluso si esto ocasionalmente los lleva a choques, aún así el resultado de
esta competencia entre la tierra, el capital y el trabajo, finalmente muestra
que, aún si luchan entre sí acerca de repartición, su rivalidad tiende a
incrementar el valor del producto en tal grado que cada uno recibe una porción
mayor, por tanto su competencia, aquella que los mueve, es meramente una
expresión de su armonía” (Marx,
“Teorías sobre la plusvalía”)
-
“La terminología del “trato” le otorga plausibilidad
a esta manifestación del conflicto clasista en tanto competencia entre
distintas fuentes de ingreso. El hecho de que no sólo el ingreso, sino que las
concesiones sociales, el tiempo de trabajo o, como en los “tratos” más
recientes, los mismos puestos de trabajo formen parte del trato, no modifica
este hecho fundamental. Los tratos solo pueden ser hechos por sujetos que
disponen de autonomía formal. Tales sujetos legalmente reconocidos existen bajo
la forma de sindicatos, los cuales pueden negociar contratos con otros sujetos
legales. La autonomía específica, que le otorga su naturaleza voluntaria e
independiente a las negociaciones, se denomina negociación colectiva. Si
hablamos de un trato entre la clase obrera y el capital inevitablemente
terminamos bajo la impresión de que los sindicatos y las asociaciones
patronales encarnan a la clase obrera y al capital como sujetos históricos. Si
nos mantenemos bajo el estricto análisis de Marx, no podemos sino ver a los
sindicatos como la organización legalmente determinada de una fuente de
ingreso, el salario”
-
“Subliminalmente la noción de “trato” iguala a
la clase obrera con los sindicatos, lo cual dificulta una crítica fundamental a
los sindicatos –subsecuentemente, el tratamiento de la cuestión sindical por parte
de la izquierda política regularmente se desvía hacia una indignación moralista
acerca de “la traición a la base obrera”, la “burocratización”, la
“colaboración con el capital”, y luchas como Don Quijote contra los molinos de
viento, armados con los ideales de las “verdaderas tareas” de los sindicatos”
Aquí
podemos insertar las críticas de Lenin y Trotsky al sectarismo que busca crear
nuevas organizaciones “por fuera de las masas”. Este sectarismo es también, en
último análisis, idealismo. Asimismo, la recuperación de los sindicatos para la
clase obrera clasista y combativa no es
la única y más importante tarea. Es una tarea importante, pero ésta debe
incluirse a la autoorganización por la base (dentro y fuera de las estructuras
sindicales), la organización netamente partidaria, la organización comunitaria,
la lucha política formal, la política hacia la tropa, etc.
Necesidades,
intereses de clase, salario, valor de uso y la naturalización del capitalismo
por el pluralismo del Krisis-group (Robert Kurz, Ernst Lohoff)
-
El Krisis-group toma como su punto de partida
central los intereses de clase: “Dentro
de la forma mercancía, los “intereses de clase del proletariado” constituyen
unos intereses competitivos plenamente normales, pero de ninguna manera forman
una “oposición irreconciliable”
(Robert Kurz, Ernst Lohoff, 1989)
Esta
es una crítica explícita Lenin, quien específicamente señala que la consciencia
de clase se define fundamentalmente por el reconocimiento de “irreconciliable
oposición”
-
Wildcat critica estos desarrollos mediante
distintos apuntes:
(i) En primer lugar, señalan que en la categoría de
“interés”, las necesidades ya se encuentran concebidas como socialmente
determinadas, tal como señala Marx para los intereses privados en los Grundrisse: “(las necesidades) solo pueden ser satisfechas dentro de las condiciones
proporcionadas por la sociedad y con los medios provistos por esta sociedad”
Esta
cuestión da para muchas reflexiones. Primero, por el hecho de que para Wildcat
los intereses privados (particulares, individuales) parecieran exactamente los
mismos que los intereses “colectivos” o “de clase”. Desde una perspectiva
materialista, esto nunca puede condecirse con lo realmente existente. Sería muy
extenso desarrollar este punto, así que sólo remitimos aquí a la concepción de
“ser social” marxista como desarrollada en los manuscritos de 1844, y a la
necesidad de concebir la libertad como libertad positiva y colectiva. En
segundo lugar, el reconocimiento de la vinculación necesidad-interés es muy
importante si queremos mantener una posición materialista respecto de los
intereses. El punto es que la noción de “necesidad” es muy ambigua y da espacio
para que la misma pueda designar casi cualquier cosa. Así, por ejemplo, para
los liberales la necesidades del hombre son ilimitadas (el hombre como un ser
individual crónicamente insatisfecho, adquisitivo, posesivo, etc). Para los
aristócratas y los fascistas, las necesidades son fijas y se determinan según
las distintas jerarquías (como también es el caso con Durkheim). Desde una
perspectiva materialista-comunista, la necesidad fundamental no es arrelacional
(como lo es para las dos perspectivas anteriores), sino que, antes bien, es
esencialmente relacional. Lo es en dos sentidos (que existen lógicamente de
manera simultánea y que constituyen el mismo proceso). Primero, las necesidades
son relacionales porque existen sólo en sentido colectivo (ver la definición de
ser social marxista). Segundo, porque bajo una sociedad de clases este sentido
colectivo de las necesidades, está determinado por la oposición y el
antagonismo entre posiciones con determinantes materiales cualitativamente
distintos. Así, la necesidad fundamental bajo una sociedad de clases, es la
oposición y la derrota final del enemigo de clase. Esta necesidad es propia de
aquellos momentos en los cuales la clase obrera aún no ha conquistado el poder
del estado, como también es propia de las fases “Estado obrero” y “socialismo”
(fases hacia el comunismo). La derrota del enemigo de clase requiere y se
compone, luego de la toma del poder por parte de la clase obrera, de la tríada
que siempre consigamos: i) libertad colectiva y positiva, esto es igualitarismo
material en todo respecto –cuya búsqueda más importante es en el campo de la
producción (transformación del cómo se produce –repartición democrática de las
tareas-, quién y para quien se produce, qué se produce, cuánto se produce –en
este orden de determinación e importancia), campo que determinará la existencia
del igualitarismo en la esfera del consumo (cuestión secundaria)-; ii)
internacionalismo (apoyo a la lucha de los explotados en de otros estados
(hayan éstos o no conquistado en el poder del Estado); iii) lucha contra los
restos de la clase explotadora anterior (nacionalmente e internacionalmente,
así como también al interior de la propia clase obrera que ya ha tomado el
poder: éste es el sentido de la prioridad del igualitarismo y la libertad
colectiva, ya que sólo éstos no se aseguran que vuelve a emerger la explotación
en el punto de producción. Durante aquella fase en que la clase obrera no ha
tomado el poder del estado (¡hoy en todo el mudo!), se repiten nuestras tres
tareas pero (iii) es determinante (con “ii” siendo sólo un apéndice de “iii”).
Respecto de “i”, lo esencial es la “unidad de clase” (¡no de la izquierda ni de
los revolucionarios!), unidad de clase que sólo puede ser real si existe como
oposición radical (de fundamentos) a la clase dominante/explotadora bajo el
mpc. Así, antes de la toma del poder, la igualdad material de la clase estará
subordinada al daño que se le haga a la clase contraria y a la unidad que
esta permita (las luchas salariales son
por lo general positivas, pero siempre bajo la premisa de que no fomenten el gremialismo,
la fragmentación de la clase, la ligazón de los salarios a la ganancia
(repartición de utilidades), la vinculación de la remuneración a la
autoexplotación individual (preeminencia exclusiva de los bonos), etc…
(ii) Los autores del Krisis-group tienden a
considera el interés de la clase obrera bajo el mpc como uno mera y
exclusivamente determinado por el salario.
a) “Dado que, de acuerdo a su crítica, sólo existe
la circulación, que es la circulación del capital, “el “interés obrero y el intercambio de la mercancía fuerza de trabajo
se encuentra completamente involucrado en ésta (la circulación)”. Ellos
continúan señalando que es cierto que la mercancía fuerza de trabajo de hecho
posee ciertas particularidades fundamentales –pero terminan examinando estas
particularidades sólo desde la perspectiva del capital, lo que implica, las
características del trabajo como valor de uso, el gasto de trabajo vivo, la
capacidad para producir más valor de lo que éste ha costado”
b) “En 1835 un tejedor de seda de Manchester
describió esta particularidad de una manera sorprendente, demostrando lo
absurdo de esta percepción de la igualdad legal entre el trabo y el capital”:
“El capital,
no puedo entenderlo como otra cosa sino como una acumulación de los productos
del trabajo…El trabajo siempre es ofrecido en el mercado por aquellos que no
tienen otra cosa que vender o poseer, y quienes, por tanto, deben disponer de
éste inmediatamente…El trabajo que yo…debo ejecutar esta semana, si yo, en imitación al capitalista,
me rehúso a disponer de éste…porque un precio inadecuado me es ofrecido por él,
¿puedo guardarlo? ¿puedo almacenarlo y salarlo?...Estas dos distinciones entre
la naturaleza del trabajo y el capital (que el trabajo siempre es vendido por
los pobres, y siempre comprado por los ricos, y que el trabajo bajo ninguna
posibilidad puede ser almacenado, sino que de ser vendido a cada instante o si
no se perdido en cada instante), son suficientes para convencerme de que el
trabajo y el capital nunca podrán con justicia estar sujetos a las mismas leyes”
(citado en The making of the englsih
working class, EP Thompson)
“Esta imposibilidad de almacenar el trabajo
salándolo no les impide a Kurz/Lohhoff concebir la forma de mercancía de la
fuerza de trabajo bajo la forma salarial, como una característica más
fundamental que la particularidad material de la fuerza de trabajo (que
subrayaría la producción de plusvalor, una esfera completamente ausente de los
análisis de crisis)”
(iii) Wildcat sostiene que la frase de Kurz/Lohoff
al comienzo de este apartado es “casi una transcripción literal de la cita de
Marx consignada más arriba, donde él subraya la manifestación distorsionada e
invertida del antagonismo clasista. A diferencia de Krisis, Marx habló acerca
de las manifestaciones, las cuales extinguían el hecho de la explotación y las
relaciones de clase en su apariencia, y que por tanto debían ser examinadas
crítica y acabadamente”
¿La fuerza
de trabajo como una mercancías más? (el carácter de la lucha obrera)
-
“En su análisis ellos (el grupo crisis)
atribuyen al fenómenos del violento conflicto clasista del último siglo (s
XIX), al hecho de que en ese momento la forma mercancía de la fuerza de trabajo
aún no era predominante. Afirman que aquella lucha de clases, a partir de la
cual el marxismo tradicional formó su noción de clase, en realidad giraba en
torno al forzamiento de la forma mercancía a la fuerza de trabajo:
“La ilusión
sólo podía existir hasta tanto la clase obrera no era reconocida dentro de la
sociedad burguesa como un sujeto competitivo oficial, hasta tanto la clase
obrera debía reclamar y forzar su “libertad de asociación”, sus derechos como
sujeto social en la forma mercancía contra el Estado semi-feudal y/o el
poderoso capital particular” (Kurz y
Lohoff, 1989)
-
“El hecho de que los remanentes del
semi-feudalismo cumplieron un importante rol en la formación del movimiento
obrero socialista –especialmente en Alemania- es una cuestión incontrovertible
dentro de la ciencia histórica. La libertad de asociación era rechazada precisamente
porque violaba la forma mercancía de la fuerza de trabajo, al igual que los
gremios feudales, que causaban problemas a los patrones en su intento por
formar un mercado de trabajo libre. Todo estos elementos, que Kurz/Lohoff ven
como parte del forzamiento de la forma mercancía sobre la fuerza de trabajo –la
libertad de asociación, el reconocimiento de los intereses obreros, los
derechos sociales, etc- de hecho lesionan o violan seriamente la forma
mercancía. Los economistas neoclásicos y los liberales nunca se cansan de
denunciar este monopolio de la fuerza de trabajo, que contradice las reglas del
mercado. También es históricamente obvio que la fuerza de trabajo, a más tardar
desde la Primera Guerra Mundial, no se comporta como cualquier otra mercancía
ordinaria (e.g. los desarrollos de su precio no están sujetos a la relación
entre demanda y oferta, sino que “una carrera hacia abajo” ocurre hoy, lo que
causa problemas a los capitalistas). Por tanto, la apariencia de armonía dentro
de la competencia precisamente no era el forzamiento del carácter mercancía de
la fuerza de trabajo, sino que los límites puestos por el Estado a este
carácter mercantil”
Esta
es una discusión amplia. Wildcat presenta buenos argumentos. Primero, sus
desarrollos son importantes para criticar la tesis de Polanyi de la “ficción”
que supone la mercancía fuerza de trabajo. Antes que una “ficción”, la fuerza
de trabajo es un tipo de mercancía bien particular (diferencia de valor de uso
con valor de cambio, monopolio basado en la organización, etc). Asimismo, la
tesis de Wildcat sirve para criticar los análisis de Offe, los cuales son
similares a los del grupo Krisis. Y ésta es una cuestión política crucial:
a)
La idea de que el carácter mercancía de la fuerza de trabajo aún no se formaba
plenamente antes de 1930 en ninguna parte del mundo capitalista, sirve para
mantener el mito de que la clase obrera es un agente grupal que es igual (sin
excepciones) al trabajador asalariado industrial, sujeto a contrato, etc.
Supone un reduccionismo de lo que constituye la clase obrera (ver lo que
escribimos en este respecto en nuestros comentarios que responden a las
críticas formuladas a nuestro artículo “La tesis del 1%”)
b)
La tesis Offe/Krisis supone concebir lo anterior a 1930 como siempre semi-feudal,
por lo que se idealiza el capitalismo como mera plusvalía relativa, subsunción
real (a o que se le suman los derechos sociales del trabajo asalariado). Se
asume así una perspectiva que idealiza funcionalmente al capitalismo (lo
identifica no sólo con el plusvalor relativo y la subsunción real, sino que
también con las conquistas obreras inscritas dentro de los estados de bienestar
y de compromiso post 1930)
c)
La tesis Offe/Krisis supone sobre-imponer espuriamente a la lucha obrera el
objetivo de la mercantilización capitalista de la fuerza de trabajo. La lucha
obrera, impulsada por los intereses obreros fundamentales (por lo general) es
siempre una lucha contra la explotación y el enemigo de clase. Su
interpretación “funcional” solo cuaja porque se visualiza a ésta desde el
prisma de la clase dominante (o desde de él de una burocracia sindical
colaboracionista). Esto quiere que los derechos sociales conquistados por la
clase obrera desde 1930, no fueron sino un desvío respecto de una lucha que siempre
es acerca las decisiones fundamentales que organizan la sociedad (qué, cómo,
cuánto, para quién producir). Desvío que no es necesariamente funcional para la
clase dominante/explotadora: i) la desmercantilización de ciertas dimensiones
de la vida social estrecha el espacio de acumulación y por tanto acusa las
posibilidades de crisis económica; ii) la desmercantilización puede proveer
mayor espacio de lucha y organización para los explotados 8aunque siempre está
el riesgo de la cooptación)
d)
La tesis de Offe/Krisis supone
entronizar una lucha gradualista (gramsciana-culturalista) por conquistar
posiciones dentro de la sociedad capitalista. Éste es el sentido que debe
otorgársele a la noción de “desmercantilización” de ciertos servicios sociales
y otros. Esta cuestión se vincula a una entronización acrítica de lo
público-burgués. La lucha dentro de la sociedad capitalista por conquistar
posiciones es necesaria (siempre), pero la misma no debe entronizarse
suponiendo (como Offe) que pueden efectivamente desmercantilizarse ciertos
espacios, constituyendo lugares donde primaría lo público y el valor de uso.
Antes bien, estos espacios deben entenderse como conquistas que permiten
masificar y organizar en mejor medida la lucha por conquistar el poder estatal,
espacios que nos muestran cómo la planificación inherente a toda sociedad
poscapitalista es negada mientras la acumulación privada de capital prime y sea
determinante (con su forma mercancía aneja). Ver lo que le comentamos al rengo
Zamora al respecto
-
“La razón que explica por qué la idea de que la
fuerza de trabajo es una mercancía como cualquier otra…descansa en el hecho de
que los Estados se aseguran con celo de
que todas las intervenciones y regulaciones mantengan la apariencia de las
formas de mercado: la seguridad social es organizada bajo la forma de seguros
sociales, las regulaciones salariales son delegadas a la conducta colectiva
mercantil bajo la forma de sindicatos, etc”
El Capital,
forma mercancía y sociedad de mercado
-
Dado que el Krisis-group (y en general varias
corrientes del marxismo académico) considera que la forma mercancía es la
célula básica de la sociedad, encuentra un fundamento perfecto ara sus
desarrollos en una lectura predominantemente lógica del capital (no histórica),
pero una lectura lógica que supone “descender” desde la determinación abstracta
más fundamental (la mercancía, capítulo I, tomo I de El Capital) hasta sus
derivaciones (circulación, tomo II, producción, tomo III). El hecho de que el
mismo Marx coqueteara con esta idea tampoco ayuda mucho a la crítica de esta
perspectiva. “Su error esencial es no haber notado los puntos de transición y
las inversiones en el análisis de la mercancía, que Marx sólo definió
verdaderamente al final del tercer volumen del capital”.
-
“Al considerar la mercancía como determinante,
el mercado deviene el punto de partida. La interpretación de Krisis por tanto
reproduce la perspectiva neoclásica y refuerza la idea común de la “sociedad de
mercado”
-
Wildcat cita un desarrollo que aporta a su
perspectiva crítica del Krisis-group: “La
razón y la dinámica de la explotación está fundada en la violencia social, que
fuerza las condiciones para la utilización del trabajo vivo, que constantemente
profundizan estas condiciones y las llevan a nuevas dimensiones sociales. Desde
la segunda revolución industrial de mediados del siglo pasado (s XIX), la
ilusión de que ésta es la violencia del “mercado”, donde el capital y el
trabajo se encuentran, se ha revelado a sí misma como una estafa ideológica”
(Detlef Hartmann)
-
En el análisis del grupo Krisis, el inescapable
elemento de la violencia planificada y deliberada en la historia del
capitalismo desaparece detrás de una aparentemente confortable forma-fetiche, y
las leyes de la producción mercantil que operan “tras nuestras espaldas”, se
revelan a una segunda mirada como la “mano invisible” de Adam Smith. La
diferencia es que mientras la última provee orgánicamente la mayor riqueza
posible para todos, la primera lleva sin escape hacia la crisis del capitalismo
–la formula es la misma”
Crítica.
Mantener la tesis de que existen leyes objetivas que operan a espaldas de los
agentes, es esencial para mantener una perspectiva materialista y no
conspiracionista de la realidad de la sociedad de clases. Es esencial para no
caer en el voluntarismo y el subjetivismo. No es un elemento sobreañadido y
marginal a la teoría del mpc de Marx, es esencial. Al respecto ver cómo
nosotros vinculamos los ciclos de la producción (basados en la TDTMG) con los
ciclos de la lucha de clases, en nuestro trabajo sobre el MAS boliviano. Por
otra parte, el mantener la citada premisa no lleva necesariamente a críticas
superficiales al mundo de la mercancías como la de Marcuse (clase obrera
aburguesada, manipulación, ya no rige la ley del valor), o como la de los
subconsumistas (Baran, Sweezy, Marini). Antes bien, esta premisa nos lleva al
mundo de la producción y la explotación, y es capaz de fundar una crítica del
capitalismo a partir de la TDTMG. Todo esto no niega la existencia de intereses
de clase y el elemento de voluntad; la cuestión es esencial es no confundir a las
clases sociales con sujetos (con “una” voluntad y capacidad de acción, y no
realidades materiales que: i) son heterogéneas y por tanto dan lugar a
partidos, organizaciones, sindicatos y tendencias diferentes y no
necesariamente complementarias; ii) existen fundamentalmente de manera
material, por lo que su unificación consciente, organizacional y cultural, es
una cuestión contingente que por sí misma depende de la misma lucha de clases)
En
segundo lugar, es políticamente peligroso consignar como una “estafa
ideológica” la violencia propia del mercado capitalista. Esto porque nos hace
desestimar la violencia estructural que supone la vigencia del mercado
capitalista, violencia que es inherente a una producción que se funda en “la
competencia de todos contra todos”, violencia que se explica por el carácter
irrenunciablemente anárquico de la producción capitalista (siempre dirigida
hacia el mercado). Una perspectiva más lúcida en este respecto tiene que tener
en cuenta distintos tipos de violencia y coerción (y su vinculación y
traslapamiento): violencia social volitiva, organizada y consciente impuesta a
través del Estado, violencia anárquica que reproduce la relación
capital-trabajo (determina la reproducción ampliada de la relación, la
desposesión de medios de vida, producción y consumo a unos y provee en
abundancia para otros, etc), etc
-
“Bueno, podríamos decir, pero si consideramos la
producción mercantil entonces el capitalismo es muy ciertamente una “sociedad
de mercado”. De nuevo, vuelta a la secuencia del análisis de Marx: él bastante
rápidamente abandona la esfera de la simple mercancía, y muestra que la
relación clasista y de capital precede a la generalización de la mercancía
tanto histórica como lógicamente”
El grupo
Krisis y un análisis estático
-
“Cada acto individual de intercambio aún se
adhiere a la leyes del intercambio justo de valores equivalentes. La inversión
en su opuesto, la continua apropiación del trabajo de otro a mediante trabajo
enajenado previamente, deviene sólo visible en un análisis dinámico, en el
examen de la relación de capital como proceso…pero ni los economistas
neoclásicos ni la crítica a la mercancía de Kurz acceden a este análisis
dinámico. Esto es lo que explica que continúen otorgando gran importancia a los
mercados y a la forma mercancía, que sólo podrían lograr en una situación
estática ficticia”
-
“Denominamos a esta dinámica de producción e
plusvalor “acumulación”, queriendo significar con esto la producción de
plusvalor mediante plusvalor (¡y no “la producción de mercancías mediante
mercancías a la Sraffa!)
-
Se señala la transición del Tomo I (primer
capítulo) al Tomo III de El Capital, la cual muestra cómo bajo el mpc las
mercancías no se intercambio según sus valores-trabajo directos, sino que a
partir del capital necesario para su producción (transformación de valores en
precios de producción y estos en precios de mercado, tendencia a constituir una
tasa de ganancia media, etc). “El análisis del desarrollo de una tasa media
de ganancia da cuenta de cómo la competencia, como la hostilidad aparente entre
los capitalistas en el mercado, sólo acentúa el carácter social de la
producción. Paradójicamente el capital deviene “consciente de sí mismo como
poder social” (Marx), precisamente a través de este movimiento competitivo y compensador relacionado con la
tasa de ganancia. El punto de
partida no es ya la forma mercancía o el mercado, sino que el poder social
ejercido sobre los productores de plusvalor en el proceso de producción, el
cual solo es mediado por la forma mercancía” (retener)
-
“Por tanto no podemos entender el desarrollo
dinámico, histórico, del capitalismo, meramente examinando la esfera del
mercado. La teoría neoclásica y su repetición bajo la forma de la “crítica
marxista de la mercancía”, toman el mercado y la forma mercancía de los
productos como el punto de partida regulador y determinante. De acuerdo a ellos
es la producción la que se ajusta a los mercados: la producción es producción
para una demanda determinada; todo es convertido en mercancía, etc”
-
“Al poner el foco en los mercados, perdemos un
punto decisivo: la dinámica capitalista dentro de la producción e plusvalor
crea cosas completamente nuevas y nuevos métodos de producción, y por ello
revoluciona la organización de la producción y las relaciones sociales. La
organización de la producción de plusvalor determina cómo, y en qué medida, los
mercados y los actos de intercambio cumplen un rol mediando las relaciones
sociales, y cómo y en qué medida son representados como actos de intercambio
–la organización de la producción de plusvalor incluyendo todo, desde el
comando del capital dentro de la producción hasta el ejercicio de su poder
social bajo la forma del estado y el estado-nación”
“Sin embargo,
fuera de Marx, ningún otro economista en la historia del pensamiento económico
ha puesto las cuestiones clave en el piso de fábrica de las relaciones de
gestión de la fuerza de trabajo –a saber, el cambio tecnológico que ahorra
esfuerzo y el problema del suministro del esfuerzo de trabajo- en el centro de
una teoría de la producción microeconómica y de la distribución del ingreso. Al
analizar la economía capitalista, más todavía, Marx fue pionero en el análisis
histórico de la interacción dinámica entre la organización y la tecnología, lo
que él denominó las relaciones y las fuerzas productivas –el motor del
crecimiento económico” (William
Lazonick, Bussiness Organization abs the Myth of the Market economy, 1991)
“Lazonik, un economista e historiador de la escuela
“radical”, toma a Marx seriamente como historiador, el cual desarrolló su
crítica del capitalismo no a través de un proceso dialéctico mental, sino que
a través de un análisis de los desarrollos
históricos efectivos. Descubriendo errores históricos en Marx a través de su
propio análisis histórico (e.g. sobre los cercamientos, el demasiado
pronunciado énfasis de Marx en la tecnología, etc), él logró aprehender que el
énfasis de Marx en la organización de la explotación, antes que en los eventos
del mercado, era decisivo y clave comprender la historia”
Retener
y recordar para nuestra tesis general sobre la problemática de los modos de
producción, la preeminencia de las relaciones de producción por sobre las
fuerzas productivas y, dentro de las relaciones de producción, la preeminencia
de los modos de explotación (organización del proceso de trabajo)
El autonomismo Operaista y una crítica
invertida derivada de una situación contingente
-
La tradición Operaista emerge como una corriente
que critica la máquina estatal y su planificación, porque el “Estado
planificador” fue eminente hasta el fin de los treinta dorados (1975). Al
respecto, se pueden hacer varios comentarios. Primero, que los Operiastas con
esto caen en el subjetivismo, el conspiracionismo y una concepción no
dialéctica (el mpc no es contradictorio inmanentemente). Segundo, que cae en el
mito del “capitalismo organizado”, mito generalizado por Hilferding que
criticaran Poulantzas y otros de buena manera en su momento. Tercero, que esto
les hace perder una teoría objetiva de la crisis (de ahí su rechazo posterior a
la ley del valor marxista). Cuarto, que la apariencia planificadora justo moría
cuando gana fuerza la corriente Operaista (crisis que comienza a fines de los
1960s y termina a principios de los 1980s)
-
Wildcat argumenta que la crítica Operaista a la
planificación parte de la esfera de la producción-explotación y utiliza ésta
como marco explicativo. Citando un trabajo de Panzieri de 1964, Wildcat
sostiene que la generalización de la organización (planificación) del proceso
de trabajo en el punto de producción hacia la sociedad toda, es lo que los
Operaistas remarcan.
Esta
interpretación olvida que la clase dominante/explotadora es incapaz de
planificar la configuración de la sociedad, ya que ésta planificación
implicaría la eliminación de la competencia entre capitales particulares, ergo
de la existencia misma del capital (que, como demuestra Chattopadhyay ,
necesariamente existe como capitales particulares que se repelen entre sí). Y,
como señalamos en otros comentarios, esta concepción lleva a teoría
conspiracionistas, subjetivistas, voluntaristas, etc
-
“En
sistema fabril, la dimensión anárquica de la producción capitalista descansa
sólo en la insubordinación de la clase obrera, en su rechazo de la
“racionalidad despótica” (Panzieri,
1964)
Otra
muestra de un autonomismo que deviene idealismo voluntarista y subjetivista
Imperialismo
leninista vs Operaismo
-
“…marxismo tradicional. Mientras este último
percibe un capitalismo monopolístico y organizado, el cual solo emergió en esta
fase histórica después de Marx, como una desviación de un capitalismo puro y
desarrollado y por tanto comprendiéndola como una fase final de una capitalismo
“decadente”, Panzieri por el contrario ve el progresivo grado de organización
del capitalismo en el mayor desarrollo y refuerzo de la racionalidad despótica
de la extracción de plusvalor”
Mientras
los leninistas extremos ven cada más débil al enemigo de clase, los Operaistas,
por el contrario, lo ven cada vez más fuerte. En esto, estos últimos tienen
mayor afinidad con los guevaristas y algunas sugerencias del primer Marx. Ahora
bien, los autonomistas sí tienen la virtud de que su teoría no divide al
capital para buscar “fracciones amigas” (como hicieron los estalinistas y otros
hasta hoy en día), sino que afirma la autonomía obrera taxativamente (habría
que ver bien cuáles su definición-explicación de las clases eso sí). La
cuestión es que esta premisa correcta se estropea en un contexto foucaultiano
de pura dominación, en una teoría nietzcheana a de la mera lucha de voluntades
Automatismo
del mercado, violencia y fases capitalistas
-
Wildcat sostiene que, no sólo las fases
tempranas del capitalismo, sino que también el capitalismo maduro que observó Marx, se explican por la
imposición y la violencia estatal. La adopción del libre mercado por Inglaterra
entre los siglos XVIII y XIX, afirma, debe explicarse por la imposición de este
mismo marco por parte del imperio inglés, el cual se encontraba en una posición
de fuerza y que a la vez convenía esta estructura de libre mercado.
-
“En general, debemos desarrollar que los
mercados presuponen la existencia y la fuerza gobernante de los Estados, que
pueden estar más o menos vinculados con el capital organizado. En este sentido,
el mercado mundial no es una fuerza independiente, capaz de elevarse por sobre
los estados nacionales y forzar las cosas por sobre éstos, como se describe en
el actual debate sobre la “globalización”. En el curso del desarrollo del
mercado mundial una dependencia general emerge, que sólo es el lado económico
aprehendido aisladamente de su lado político contrario, que existe bajo la
forma del sistema estatal internacional. Como Wallerstein lo ha mostrado, el
proceso del capital es global justo desde el comienzo y coincide con el
desarrollo del sistema estatal”
Recordar
nuestras críticas a Wallerstein. Recordar como su tesis dependentista es
errada…
El mito
histórico del capitalismo de libre mercado
“Smith
encapsuló su teoría del desarrollo económico en la máxima: “La división del
trabajo se encuentra limitad por la extensión del mercado”. Mientras más amplia
la demanda que una firma, industria o economía nacional enfrentan, más se
extiende la división el trabajo especializada que una firma, industria o
economía nacional pueden poner en funcionamiento. Y para Smith, mientras más
especializada la división del trabajo, mayores son los poderes productivos del
trabajo.
Smith mismo
no argumentó que esta división del trabajo especializada debía ser coordinada
mediante el mercado. De hecho, en el más famoso ejemplo de la división del
trabajo en la manufactura, era un patrón capitalista, y no el mercado, el que
coordinaba la división especializada del trabajo. Antes bien, los argumentos de
Smith en favor del laissez-faire tenían que ver con la eliminación de las
barreras para la movilidad del capital hacia aquellos usos que sus propietarios
consideraban más rentables…
Desarrollando
estos argumentos, Smith estaba proponiendo un cambio institucional. En el
contexto inglés de los 1770s, el objetivo político de “La riqueza de la
naciones” (1776) era atacar las instituciones mercantilistas que la economía
británica había construido durante los
dos últimos siglos. Sin embargo, al proponer estos cambios institucionales,
Smith carecía de un análisis
histórico-dinámico. En su ataque a estas instituciones, Smith podría haberse
preguntado por qué el mercado mundial disponible para Inglaterra a fines del
siglo XVIII, se encontraba bajo control británico tan exclusivo. Si Smith
hubiera formulado esta “gran pregunta”, él quizás habría tenido que concederle
crédito por la extensión del mercado mundial a las mismas instituciones
mercantilistas británicas que estaba atacando
…la compañía
de las indias orientales, la compañía real africana, apoyadas por la monarquía,
abrieron nuevos mercados para los productos ingleses en todo el mundo…las
victorias militares de Inglaterra contra los españoles en el siglo XVI, los
holandeses en el siglo XVII y los franceses en el siglo XVIII, ayudaron a
asegurar que los barcos británicos serían libres para comerciar donde y cuando
quisieran…
Con su
énfasis en la división del trabajo como fuente de desarrollo económico, Smith
también sobre-simplificó las transformaciones que permitieron a la industria
británica satisfacer el creciente mercado. La historia muestra que la repuesta
de la oferta británica no fue simplemente una división más especializada del
trabajo, como descrita en el cuadro de Smith de la manufactura. Más
profundamente, esta respuesta supuso la reorganización de las maneras en que el
trabajo productivo era ejecutado tanto en la agricultura como en la industria
Fue la
expansión de la industria doméstica durante el siglo XVIII, con el capital
fluyendo hacia los trabajadores en el campo inglés, lo que sentó las bases para
la Revolución Industrial inglesa. La emergencia de tecnologías y maquinaria que
ahorraba trabajo en las últimas décadas del siglo XIX, transformó el potencial
productivo de la manufactura textil. Progresivamente, las tecnologías fueron
alojadas en fábricas
Incluso con
la llegada de este modo de producción más colectivo, la propiedad y la
administración de las firmas permaneció bajo el control de propietarios
individuales o socios cercanos…fuera de los famosos empresarios de la
revolución industrial temprana como Arkwright y Peel, los patrones capitalistas
que conducían las industrias británicas en el siglo XIX tendían a poseer
habilidades administrativas limitadas y poco capital para financiarse. Por
tanto, por lo general tendían a instalar fábricas en ramas de la industrias
estrechamente especializadas y en locaciones geográficas que ya poseían amplio
suministro de recursos clave, en particular trabajadores calificados (ellos
mismos producto de la anterior
prevalencia de la industria doméstica) que podían mantener funcionando máquinas
y bienes imperfectos en el proceso dentro de la planta. La especialización
vertical y la localización industrial engendraron la fragmentación horizontal.
Como resultado de esto, emergieron estructuras de organización industrial
propias de las principales industrias británicas, en las cuales la coordinación
mercantil de la actividad económica cumplía un rol dominante.
Fue la emergencia de estas estructuras
altamente individualistas de organización industrial en el siglo XIX que le
dieron credibilidad a la idea de que la economía podía funcionar eficazmente
por medio de una “mano invisible”. Dadas las ventajas competitivas que en la
competencia internacional la industria británica había conquistado como
resultado de la Revolución Industrial, los intereses de la manufactura
británica también parecieron adecuados para argumentar que el libre juego de
las fuerzas de mercado debía operar también en la economía internacional como
un todo. Los ingleses decimonónicos defendían el laissez faire porque, dado el
avanzado desarrollo económico que sus industrias ya habían alcanzado, pensaban
que estas firmas podían sostenerse dentro de la competencia abierta con los
extranjeros” (Lazonick ,1991, ya
citado)
Civilización
y Capitalismo, siglos XV-XVIII, Fernand Braudel
-
En este libro Braudel desarrolla un argumento en
el cual se distinguen dos polos:
a) El polo virtuoso, denominado mercado, en el cual
prima la pequeña propiedad, los ingresos basados en el propio trabajo, la
honestidad y la realidad es transparente.
En la ley de la oferta y la demanda se cumple
b) El polo oscuro, de los monopolios y el comercio
internacional, denominado capitalismo, donde no prima la ley de la oferta y
demanda, y existe la mentira y la deshonestidad (oscuridad a ojos del
“ciudadano común”)
-
Según Wallerstein, aquí Braudel no desarrolla
una tesis Poujadista (defensa conservadora de la pequeña propiedad frente a los
monopolios), sino que se articula una defensa del mercado que es igualitaria y
supone la lucha por libertades humanas esenciales
Braudel
es un defensor del “mercado moral” y no hay quien lo salve. Wallerstein es
incapaz de ver lo que simplemente está frente a sus ojos
Una tesis
espuria de Bellofiore
-
“La noción
de comunismo de Marx…-permítaseme esta paradoja- se encuentra mucho más cerca
al liberal Hayek que la doctrina marxista-leninista común, dado que entendemos
coherentemente las ideas de Marx, podemos comprender el comunismo sólo como una
dispersión del poder” (Bellofiore)
Para
una crítica a este verdadero dislate de Bellofiore, véase: i) desarrollos de
Ross Gandy en “Introducción a la sociología histórica marxista” (ya fichado);
ii) artículos de Rafael Echeverría de los 1980s (ya fichados); iii)¡todo lo que
escribe Marx!; iv) la distinción entre la libertad de los liberales y la
concepción de la libertad materialista (libertad positiva); v) la epistemología
relativista de Hayek (que al final es casi un solipsismo) y la
epistemología/ontología de Marx; vi) el democratismo más genuino que
compartieron Marx y Lenin (que sólo describieron como actuaban ciertas franjas
obreras) frente al desprecio por la democracia que siempre han tenido los
neoliberales; etc; vii) la idea de la democratización propia de toda formación
social poscapitalista, no supone una liberal y positivista dispersión del
poder, sino que es la lucha política llevada a otro plano (con la explotación
como alternativa excluida) –ver la cita de Trotsky que siempre consignamos-
¿Eliminación
del trabajo?
-
“El esfuerzo por conjuntar los objetivos de la
libertad (liberalismo) y la igualdad material (socialismo) nos ha llevado a la
conclusión que hemos enfatizado por largo tiempo: la abolición del trabajo.
Hasta tanto el individuo depende de su trabajo, la propiedad privada y el
intercambio permanecerán como la única libertad posible en la relación entre
individuos”
Nuestra
oposición a este horizonte es radical y de fundamentos. Nuestro horizonte es el
inverso: la sociedad comunista es una sociedad de productores libres asociados.
Nuestra diferencias con Wildcat son profundas. Primero, Wildcat concibe a la
libertad sólo como “libertad negativa” (le regala este concepto a los liberales). Segundo, parte de
la premisa de la existencia de individuos aislados, los cuales existen ex ante
y sólo luego se vinculan mediante su trabajo. Tercero, no entiende que los
seres humanos son seres sociales que siempre se vincularan mediante la
producción y reproducción de la realidad material e ideal. Podríamos seguir
largamente…
El Operaismo
y un marcusianismo potenciado
-
Panzieri subraya que la crítica de Marx no sólo
acerca de la forma capitalista de aplicación de la maquinaria, la tecnología y
la ciencia, “sino del hecho de que la misma forma material de la tecnología es
plenamente capitalista de cabo a rabo, que la completa racionalidad es
despótica. Haciendo esto, Panzieri también destruye cualquier esperanza ingenua
de que las fuerzas productivas puedan ser utilizadas como base para una
sociedad libre del trabajo”
Esta
es la tesis marcusiana. La misma puede ser criticada desde innumerables
perspectivas. Primero, porque posee una concepción a relacional de las clases
(meros sujetos y voluntades). Segundo, porque no comprende que el desarrollo de
las fuerzas productivas expresa la contradicción entre capital y trabajo
(existen dimensiones liberadoras inscritas en las fuerzas productivas porque el
mismo modo de producción capitalista es contradictorio –no es dominación
unilateral-). Tercero, porque supone tesis idealistas y sectarias (recreemos
toda la realidad nuevamente) –olvida las innumerables citas de Marx en este
respecto-. Cuarto, porque olvida que lo que unifica a la clase obrera, en tanto
clase, es su posición dentro del proceso de trabajo (por tanto, llamar a la
abolición del trabajo en un contexto donde ni siquiera se ha tomado el poder
del estado y derrocado a la clase dominante/explotadora, es llamar a desunión
de la clase y a su dilución. Quinto, porque Panzieri le regala el concepto de
razón a los burgueses y capitalistas, cuando toda la tesis marxista el
consecución de una sociedad racional de productores libres e iguales (Panzieri
cae en la idolatría del irracionalismo, lo que va muy de la mano con su demanda
de abolir el trabajo). Todo esto demuestra el nihilismo voluntarista de los
autonomistas. Y podríamos seguir con otras cuestiones…
Tipos
ideales y capitalismo histórico
-
“En el Prefacio a la primera edición de El
Capital –aún si para marketear mejor este hefty libro-, Marx trató familiarizar
a su audiencia alemana con un libro que trataba casi exclusivamente con la
situación de Inglaterra. Para explicar por qué esta historia debía interesar a
una audiencia no-inglesa, él se refiere al carácter general de la situación
inglesa y enfatiza su tesis comparando su análisis con el indisputado sitial
que la ciencia natural tenía en su tiempo”:
“El físico
observa los procesos naturales allí donde se presentan en la forma más nítida y
menos oscurecidos por influjos perturbadores, o bien, cuando es posible, efectúa
experimentos en condiciones que aseguren el transcurso incontaminado del
proceso. Lo que he de investigar en esta obra es el modo de producción capitalista y las relaciones de producción e intercambio a él
correspondientes. La sede clásica de ese modo de producción es, hasta hoy, Inglaterra. Es éste el motivo por el
cual, al desarrollar mi teoría, me sirvo de ese país como principal fuente de
ejemplos. Pero si el lector alemán se encogiera farisaicamente de hombros ante
la situación de los trabajadores industriales o agrícolas ingleses, o si se
consolara con la idea optimista de que en Alemania las cosas distan aún de
haberse deteriorado tanto, me vería obligado a advertirle: De te fabula narratur! [¡A ti se refiere la
historia!]” (Marx, El Capital)
-
“Marx presupone un “tipo ideal” de capitalismo
que puede ya distinguirse en Inglaterra. Le solicita a la audiencia alemana que
sea paciente, también la forma pura entrará a Alemania bastante luego. De esta
manera, la historia real del capitalismo se convertido en una mera
“ilustración” de leyes generales. En diferentes pasajes de sus trabajos Marx
polemiza contra esta forma de tipificar la realidad, pero aquí es inambiguo y
parece confirmar las leyes naturales del materialismo vulgar y los juegos
académicos de la derivación”
-
“Históricamente, esta asunción de que un
capitalismo plenamente desarrollado sí existe –lo que existió previamente a
éste fue una fase de emergencia y reforzamiento, lo que sigue al mismo sólo
puede ser una fase decadente, corrupta y de colapso. En lo que concierne al
espacio, esto significa que el tipo ideal de capitalismo puede ser encontrado
en Inglaterra y que en todos los otros lugares encontramos desviaciones o
formas de capitalismo, que se encuentran retrasadas con respecto a éste”
Sobre
este aspecto “típico ideal” en Marx y el unilinearismo que presupone, ver el trabajo de Kevin B. Anderson, “Marx en los
márgenes (2011) –especialmente el capítulo V, “De los Grundrisse a El Capital.
Temas multilineales”. Este capítulo lo fichamos como hace un año. En él Anderson
sostiene que Marx no fue unilinealista ni determinista mecánico, tesis que
defiende consignando la versión rancesa de El capital de 1872, la cual es más
rica y tiene ciertas modificaciones (y que Marx revisó extensamente y la
versión que Marx más consideraba)
-
“La concepción que sostiene la existencia de un
tipo ideal de capitalismo lleva a confusiones, solo existe el capitalismo real,
en la “realidad concreta única” (Wallerstein)
-
“En el análisis del capitalismo los estados
territoriales y nacionales no pueden ser simplemente asumidos como “unidades de
investigación” ya dadas, ya que ellas mismas forman parte del problema.
Históricamente, Wallerstein trata de demostrar que el modo de producción
dominante que denominamos capitalista, no podía emerger independientemente en
un único espacio en todo el globo, sino que, antes bien, ya desde el comienzo
emergió dentro del marco de un sistema de estados y como “mercado mundial”…No
tiene sentido hablar de diferentes capitalismo en el espacio y en el tiempo,
existe sólo un capitalismo, el
“capitalismo histórico”
Recordar
nuestras críticas a Wallerstein. Especificar que ésta posición no es la única
alternativa al “weberianismo típico ideal”
Violencia, Estado
y sociedad
-
“Históricamente, esta concepción de la libertad
individual requirió un refuerzo violento (¡!) de cierta no-violencia en la
sociedad; o, para ser más exactos, en la esfera que sólo deviene la “sociedad”
a través y por medio de este proceso de refuerzo”
-
“La permanente presencia de la violencia sólo
puede disfrazarse cuando la misma violencia deviene el completo “otro” de la
sociedad, deviniendo el Estado. Dado que esta separación es ficticia, sólo puede
ser organizada como un punto ideal que se desvanece, como el ideal del
monopolio estatal sobre el uso de la violencia. La relación social efectiva y
su estabilidad, siempre ha estado fundada en la coerción social y en la
autoridad de contextos como la familia, la comunidad o el lugar del trabajo, y
no puede ser mantenida solamente por el Estado”
Retener
punto interesante (reflexionar)
Tratos de
clase y nacionalismo metodológico
-
“Una consecuencia política más que es fatal en
esta errada percepción, es que mediante la asunción de “tratos nacionales”,
presumimos que por “clase obrera”, queremos decir “clase obrera nacional”. Ha sido
notado en muchas ocasiones dentro de nuestros debates de Wildcat, cuán
problemático es hablar de “lucha de clases global” en general, sin
especificaciones o referencia a un contexto –dado que, como es afirmado por algunos,
la clase obrera como factor político concreto, sólo puede ser rastreada a nivel
nacional por lo menos desde 1918…”
-
“En mi opinión, desde una perspectivas histórica
puede ser demostrado que los estados nacionales (en contraste con los estados territoriales),
sólo puede ser explicada en el contexto de un conflicto clasista específico que
se agudiza”
Retener
esta interesante distinción entre Estado territorial y Estado nacional. Vincular
con los desarrollos de Benno Teschke respecto de la transición hacia los
estados capitalistas (Teschke sostiene que los Estados europeos de 1500-1750 no
fueron modernos y de hecho debieron ser destruidos para que nacieran los
estados capitalistas modernos)
-
“Puesto de manera diferente: solo si partimos de
una noción global de las clases, seremos capaces de comprender la existencia de
las clases nacionales, y sólo si partimos de ese nivel seremos capaces de dar
cuenta del antagonismo. Pero en el contexto de la fase hoy vigente de nuestro
debate, yo creo que la especificación de clases obreras nacionales está justificado
y es extremadamente productivo, dado que permanentemente hablamos, sin mayor
reflexión, de clases obreras nacionales…”
Lo social y lo natural, y las fuerzas productivas
-
“Yo creo que la cuestión de las fuerzas
productivas debe ser radicalizada de manera diferente, a saber, disolviendo la
errada separación entre las fuerzas productivas (del trabajo) y las fuerzas
naturales –como indica Marx en sus notas introductorias a la crítica al
programa de Gotha-. Consecuentemente, también deberíamos cuestionar la común
perspectiva que opone la ciencia natural y la social –una oposición que
Wallerstein mantiene al comparar su enfoque con las nuevas tendencias de la
ciencia natural-. Hoy en día, la percepción de una naturaleza no histórica y de
una sociedad no natural se da por sentada –esta percepción debe ser criticada
tanto como la separación entre el aeconomía y la política”
Retener
punto interesante. Retomar nuestras reflexiones al respecto (recordar que
Althusser también escribió algo en la línea que defiende Wildcat cuando critica
el humanismo de Lewis en 1972)
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