miércoles, 19 de marzo de 2014

Bonapartismo, estatizaciones, monarquía/democracia (marzo 2014)


Sí, tiene razón, ahora resumo (apertura debate) –Manuel Salgado-:
Todo lo anterior es para sostener que oponerse a las estatizaciones en abstracto cae en el formalismo y en la actitud pasiva. El asunto debe evaluarse en concreto, teniendo en cuenta la dinámica de la lucha de clases. Pongo unos ejemplos (cortos):
a) Durante la UP chilena existía una alternativa al golpe militar, y la misma fue planteada tanto por la clase obrera (cordones industriales) como por “gobiernistas” más consecuentes (Pedro Vuskovic). Esta alternativa era radicalizar el proceso de cambios mediante la profundización y ampliación de las estatizaciones (y los cordones planteaban el control obrero también)
b) Hoy, en Bolivia, una de las fracciones más combativas de la clase obrera se encuentra en la estatal minera Huanini; y ésta fue una estatización forzada por los obreros en 2005 que el populista pro-patronal Morales se vio obligado a aceptar.
c) En Venezuela se dan procesos como el de Bolivia: fracciones de los explotados que defienden sus plantas estatizadas y son críticos del gobierno populista pro-capitalista.
En suma, la capacidad de presión y movilización es mucho mayor bajo propiedad estatal que bajo propiedad particular-privada. El precio es el peligro de cooptación y burocratismo, pero éste es un peligro que hay que bancarse y luchar contra él.
Disculpe el comentario anterior demasiado largo,
atte
msm

Respuesta La duda metódica (1)
Estimado Manuel Salgado
Me llamó mucho la atención su afirmación: “(iii) En términos políticos, la movilización reivindicativa bajo la propiedad estatal adquiere rápidamente un carácter político”.
Lo que Usted afirma me parece muy relativo. La realidad y la historia es mucho más compleja de lo que Usted plantea. Le puedo dar ejemplos contrarios.
Uno de ellos es el Cordobazo, sucedido el 29 de mayo de 1969 en la ciudad de Córdoba, provincia de Córdoba, República Argentina y todo el proceso de lucha de clases que se dio posteriormente a esa época. Este evento adquirió más que rápidamente un carácter político. Tan es así que se transformó en uno de los hitos fundamentales de la historia de las luchas de la clase obrera argentina
Y el peso más importante de esa lucha fue el de los trabajadores de la fábrica Ika-Renault de Córdoba, empresa privada por antonomasia; trabajadores representados por el sindicato SMATA (Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor).
Un detonante importante del Cordobazo, fue la lucha por el sábado inglés. Si mal no recuerdo, los trabajadores trabajaban una hora más de lunes a jueves, para no trabajar el día sábado. La fábrica Ika-Renault quiso eliminar esa conquista. Por supuesto, hubo otros elementos que confluyeron para que se produjera el Cordobazo. Era la época de la dictadura de Onganía, había un proceso de luchas obreras y estudiantiles en varias provincias del país, la Confederación General del Trabajo local (CGT cordobesa) estaba en manos de un sector combativo del peronismo, etc.
Ahora, desde el punto de vista de los trabajadores estatales el peso mayor fue el del sindicato de Luz y Fuerza, dirigido por Agustín Tosco. Pero no fue el sector obrero estatal el determinante del Cordobazo.
Posteriormente al cordobazo se constituyó una dirección clasista conformada fundamentalmente por los famosos sindicatos Sitrac-Sitram, de los trabajadores de la fábrica Fiat de Córdoba, empresa privada. Muchos de los dirigentes sindicales -tanto de las empresas privadas como estatales- de esa época fueron secuestrados y desaparecidos por la dictadura de Videla.
En fin no entiendo porqué hace Usted esa diferenciación política entre obreros de empresas estatales y empresas privadas. Aunque me inclino a pensar que con ese argumento Usted quiere considerar como progresiva la estatización de empresas privadas dentro de un régimen burgués, debido a que de esa forma se presenta un mejor escenario para elevar el nivel político de la lucha de los trabajadores.
Creo que la historia y la realidad de las luchas obreras son más ricas que las conclusiones reduccionistas a las que Usted llega en sus comentarios.
Saludos cordiales

Manuel Salgado: Respuesta (1) a la respuesta (1)
Compañero “La duda metódica”, se agradece que continúe la discusión. Precisamente todo lo que usted sostiene reafirma mi tesis central: sostener que la estatización bajo una formación capitalista es siempre disfuncional para los intereses fundamentales de la clase obrera, es un error. El asunto tiene que evaluarse en términos concretos. Por ejemplo, yo podría estar de acuerdo con las dimensiones negativas de una estatización en la Argentina actual, pero no porque estructuralmente (en términos generales) las estatizaciones no les sirvan a los explotados. Más bien, argumentaría en este sentido: a) la tradición sindical en la Argentina (desde Perón) siempre ha estado muy ligada al Estado bajo una forma que hace que los intereses obreros se vean con mayor fuerza subordinados a la clase explotadora; por lo tanto, una de las tareas del movimiento sindical argentino (desde 1944) ha sido la necesidad de conquistar independencia de clase desmarcándose de la institución estatal; b) hoy existe un porcentaje muy menor de “propiedad pública empresarial” en la Argentina, por lo que cualquier discurso populista que sostenga que una estatización fortalece el “poder popular” es demagógico; etc
Mi tesis secundaria, eso sí, es más fuerte: la movilización obrera bajo propiedad estatal sí adquiere más rápidamente un carácter político, y esta es una tesis que intenta generalizar respecto a lo que sucede en las formaciones capitalistas (en el texto de más arriba le argumento por qué esto es así)[1]. Ahora, esta tesis no implica negar que la movilización obrera bajo propiedad particular-privada pueda devenir política (sea rápidamente o no). Tampoco implica sostener que este carácter político que adquiere de manera más rápida la movilización obrera bajo propiedad estatal, sea más profundo (apunte a cuestiones estructurales), duradero, o no tenga el riesgo evidente de la cooptación. La cuestión tiene que ver más con el hecho de que los estados capitalistas son con menos frecuencia “productores” (contra Zavaleta Mercado), lo que implica que cuando de hecho lo son, la formación que componen adquiere un carácter más conflictivo y contradictorio…
atte
msm
(traté de hacerlo corto)

Manuel Salgado: aporte al debate (2)
Esto dice Alan Knight sobre el bonapartismo en 1984:
Problemas e incoherencias en el Dieciocho de Brumario
a) En un momento se afirma que la burguesía gobierna de manera absoluta y que, luego, entrega el poder a Luis Bonaparte, ante el cual “todas las clases, igualmente impotentes e igualmente mudas, caen de rodillas ante la culata del rifle”

b) El estado se afirma, parece “completamente independiente”

c) Se afirma que Bonaparte representa a los campesinos

d) Se afirma que Bonaparte sólo puede basarse socialmente en el lumpenproletariado

e) Bonaparte crea una casta artificial, la burocracia, la cual, junto a las clases reales, sostiene el régimen

f) Bonaparte sostiene el capitalismo burgués
- “Bullicioso y polémico, repleto de epigramas y paradojas, El Dieciocho de brumario de Marx difícilmente es una pieza de teorización rigurosa”. Pero ha formado la base de todo un paisaje de construcciones teóricas, el bonapartismo, el cesarismo, el excepcional y relativamente autónomo estado capitalista, las interpretaciones del fascismo en Europa y del populismo en América Latina (para algunos, bonapartismo y cesarismo son casi intercambiables)…Tantos regímenes son admitidos al salón cesarista/bonapartista que la misma “excepcionalidad” (que teóricamente constituye su razón de ser) comienza a parecer dudosa”
Manuel Salgado: aporte al debate (3)
El concepto Bonapartismo ha sido muy discutido. Si en 1984 Knight sostuvo lo anteriormente citado, en 1977 Therborn afirmó lo siguiente:
Crítica de “Las luchas de clases en Francia”
- Estos equívocos y ambigüedades alcanzan su cúspide en su frase de que el bonapartismo “era la única forma de gobierno posible, en un momento en que la burguesía había perdido ya la facultad de gobernar el país y la clase obrera no lo había adquirido aún”. ¡Y a renglón seguido Marx habla de la prosperidad de la sociedad burguesa bajo el II Imperio!
“En realidad, el bonapartismo no reflejaba un equilibrio o un vacío de clases, sino el poder de la gran burguesía en una nueva coyuntura política… La candidatura presidencial y el posterior golpe de Estado de Bonaparte fueron apoyados por la gran burguesía. El alto funcionariado político del II Imperio salió de sus filas, y el estado imperial procuró activamente favorecer las posiciones de dicha gran burguesía. De hecho, el estado imperial bonapartista fue menos independiente o “autónomo” respecto de la gran burguesía que la III República”
a) El ejemplo más sobresaliente de esta variante es el II Imperio francés, creado por el 18 de Brumario de Luis Bonaparte. El régimen de Napoleón III puede considerarse como el primer régimen burgués moderno o, quizá, con más exactitud, como el primer momento de la transición hacia él. El país en el que la revolución burguesa alcanzó la cota más alta de radicalismo político fue también el que primero vio derrumbarse el formato de notables del poder burgués”
Y en los 1980s Zavaleta Mercado iguala “bonapartismo” a una característica estructural-general del Estado capitalista, la manida autonomía relativa…

Respuesta 2: La duda metódica
Estimado Manuel Salgado
Creo que de sus comentarios no se desprende ni en forma aproximada lo que realmente significa un régimen bonapartista burgués.
Creo que la mejor explicación que he leído, además de las de Trotsky, es la de George Novack, en su libro Democracia y Revolución, capítulo Bonapartismo, Dictadura Militar, Fascismo. Lamentablemente la cita es larga –ver más abajo- pero refleja en detalle qué es el bonapartismo, concepto que, por cierto, no viene de la caracterización del régimen de Luis Bonaparte, sobrino, sino del régimen de su tío, Napoleón Bonaparte.
“El primer paso para alejarse de un decrépito parlamentarismo es el bonapartismo. Tal es una dictadura burocrático-militar nacida de una confrontación de fuerzas de clases abiertamente antagónicas profundizada pero incompletamente resuelta.
A diferencia del orden parlamentario que se basa en una mayoría (presumiblemente) elegida de forma democrática y su representación de partido, el principal apoyo de un régimen de tipo bonapartista se encuentra en la policía, el ejército y el aparato administrativo.
El bonapartismo lleva a un límite extremo la concentración de poderes en la dirección del estado, algo ya discernible en las democracias imperialistas contemporáneas. Todas las decisiones políticas importantes están centralizadas en un único individuo dotado de extraordinarios poderes de emergencia. Habla y actúa no como servidor del parlamento, como el premier, sino en su propio derecho, como el «hombre del destino» que ha sido llamado a rescatar a la nación en su hora de peligro mortal.
Aunque el «hombre a caballo» usurpe la autoridad por la fuerza extraparlamentaria o bajo una cobertura legal, la ejerce por decreto. Su régimen no necesita desmantelar o descartar completamente las instituciones o partidos parlamentarios en seguida; lo que hace es volverlos impotentes. A lo mejor, les permite sobrevivir garantizando que jueguen meramente papeles supernumerarios y decorativos. Ya se limiten a dar el visto bueno o a resistir los mandatos que vienen desde arriba, éstos prevalecen como ley del territorio. El dictador puede pagar un hipócrita tributo a la tradición del consenso popular por medio de plebiscitos ocasionales en los que el pueblo es preguntado para ratificar alguna propuesta del gobierno. Pero esta consulta puramente formal normalmente va acompañada de una atmósfera de intimidación, en la que los propagandistas de la camarilla dominante predicen las más horribles consecuencias a menos que la proposición sea confirmada.
El régimen bonapartista hace gran gala de su total independencia respecto de intereses especiales. Su cabeza proclama invariablemente estar por encima de las facciones alborotadoras de partidos que han llevado el desorden a la nación y la han conducido al borde de la ruina, de la que él, providencialmente, la ha librado a tiempo. Se exhibe como el custodio ungido de los valores eternos, el verdadero espíritu del pueblo que ha sido sacrificado por camarillas en disputa que sólo buscaban su propio beneficio, o amenazado por manejistas extranjeros y subversivos.
En realidad, el «hombre de hierro», para lo que ha sido mandado es para defender los intereses sociales de los magnates del capital, apagando los conflictos de clase que crearon la posibilidad de existencia de su despotismo. Puede cobrar a los propietarios un alto precio por llevar a cabo tales saludables servicios. Pide para su camarilla y la cohorte de seguidores un porcentaje de los emolumentos de servicio mayor de lo que podría pedir un agente subordinado más dócil. Aunque la alta burguesía pudiera apretar los dientes por el alto costo del experimento bonapartista, prefiere pagar, no vaya a ser peor lo que venga.
Pese a su exhibición de fuerza, el bonapartismo se halla agrietado desde su nacimiento por serias debilidades. La dictadura personal extraparlamentaria descansa sobre una estrecha base social. No necesita que las clases medias agrarias ni urbanas la apoyen cálidamente, ni que nadie la reciba bien, como no sean los obreros más atrasados. Su vitalidad se deriva no de ninguna fidelidad entusiasta de la población, sino de los organismos fundamentales de coerción del estado, el aparato militar, la policía y la burocracia. Ya que toma el poder como instrumento de una única fracción de las clases poseedoras y no de los capitalistas en su conjunto, el régimen es susceptible de tijeretazos y socabamientos de otros competidores por ocupar el primer lugar. Habiendo subido a los puestos más altos a base de neutralizar las fuerzas mutuamente antagónicas del proletariado y los explotadores, el bonapartismo puede empezar a derrumbarse en cuanto estos campos irreconciliables superan su parálisis y vuelven otra vez a enzarzarse el uno con el otro.”
La caracterización de Novack es casi un retrato hablado del régimen bonapartista burgués chavista, así como del régimen bonapartista burgués peronista desde el año 1946 hasta 1955.
Saludos cordiales
PD: Si me pasa su e-email le puedo enviar el libro de Novack digitalizado.

Manuel Salgado: Respuesta a la respuesta (2)
Gracias por continuar el debate, compañero “La duda métodica”. El debate es largo. Voy a intentar resumir para no latear.
1) Las citas de los autores que le presento más arriba (los tres) se basan en la caracterización bonapartismo/cesarismo de Gramsci, que sí toma lo que sucedió en la Francia de 1851
2) Sé que Trotsky acuña el concepto bonapartismo tomando como ejemplo la RF, pero me parece que él mismo cae en cierto error (no me malentienda, pienso que el trotskysmo es la tradición marxista más lúcida, una con la cual se puede entrar a discutir verdaderamente -a diferencia del guevarismo, el maoísmo, el autonomismo, el estalinismo, etc):
- Iguala la mécanica de una revolución obrera con la de las revoluciones burguesas (llega a decir que Lenin fue algo así como el Crommwell ruso, si mal no recuerdo)
Por su parte la tradición trostkysta (heterogénea en sí misma),
- Yerra y cae en un taxonomismo no sistemático al trasladar el concepto bonapartismo a AL. Por poner un ejemplo, Moreno llega a presentarnos los siguientes tipos de gobierno en cierto momento: bonapartismo progresivo, bonapartismo reaccionario, bonapartismo sui generis o semicolonial, bonapartismo burocrático, bonapartismo prefascista, bonapartismo postfascista, bonapartismo kerenskista, etc (y estas categorías parten de distintos criterios, como fase capitalista, posición en la cadena mundial, posición de la clase explotadora doméstica, etc)
3) La cita que usted me presenta de Novack (del cual tengo algún texto) no me muestra un análisis de clase que considere viable y ayude a los explotados en su lucha práctica. La misma pareciera caer en una mera descripción del gobierno carismático de Weber. Omite la base social de los distintos tipos de gobierno (más allá de mencionar el ejército y alguna fracción burguesa). Ningún tipo de gobierno, de ningún tipo (incluso más allá de la sociedad de clases) se sostiene tan frágilmente como propone Novack. Ni siquiera el fascismo alemán (al cual pareciera analogar Novack al bonapartismo según la cita).
4) Mi punto es que existe una gran confusión en lo que respecta al “momento político” de la formaciones capitalistas. Por ejemplo, el compañero Astarita afirma dar cuenta con este concepto de una “forma de Estado”, cuando Moreno (y Trotsky también) sostiene que es una “forma de gobierno”. La relación Estado (determinación de clase) / régimen (imbricación institucional) / gobierno (personas concretas que componen un régimen) -esto, según la clasificación de Moreno-, nunca ha estado muy clara para el marxismo. No se tiene claro a qué nivel hablar de “bonapartismo” (Estado, régimen, gobierno, etc). Es por esto que se necesita desarrollar teoría (concreta) para generar mejores comprensiones que nos ayuden en la lucha de clases. La otra alternativa es quedarse en la afirmación de Zavaleta Mercado (“el principio de reiterabilidad no es propio de la esfera política de las formaciones capitalistas, por lo que los conceptos científicos aquí no tienen demasiado lugar”); por mi parte siento que Zavaleta Mercado está errado.
5) No soy chavista ni frentepopulista, pero calcar lo que viene sucediendo en Venezuela desde 1998 con la cita de Novack me parece equivocado. Así, actuaremos mal en la lucha de clase si estamos del lado de los explotados. El chavismo sí ha calado en amplias fracciones explotadas (no necesariamente “atrasadas”), como también lo ha hecho en sectores pequeño-propietarios con polarización obrera. También ha calado en fracciones burguesas e incluso en capitalistas como tales. Tampoco en Venezuela el parlamento es una mera “pantalla”, o los partidos burgueses tradicionales solo “decoración”. La democracia representativa (una forma de dictadura capitalista) se encuentra aún muy vigente y los mecanismos plebiscitarios son mero acompañamiento
La cuestión es cómo revertir este proceso, como reconducirlo más allá del “populismo” hacia un obrerismo genuino, cómo mostrar a los explotados de AL que una transición al socialismo (o socialista) en la cual: a) se toma como inspiración a un aristócrata contrario a los productores/explotados (Bolívar); b) se establece sin ambages que hay que confiar en la burguesía nacional; c) se llama a invertir a los capitalistas mostrándoles que pueden obtener hasta un 30% de ganancia….es poco más que demagogia…
De nuevo, gracias por el debate (envío mi correo por si sigue interesado en enviarme el texto de Novack: alta.composicion.organica@gmail.com)

La duda metódica: respuesta (3)
Estimado Manuel Salgado
Creo que Usted con sus comentarios sobre la caracterización del régimen chavista -si bonapartista o no o que se entiende por bonapartismo- le está buscando cinco patas al gato.
Lo hechos transcurridos durante 15 años en Venezuela demuestran que el régimen chavista no es un régimen democrático burgués normal. Para definir lo normal diríamos que existe una división clara -independencia relativa- entre los tres poderes: Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Poder Judicial. Existen en este régimen libertades democráticas de manifestación, asociación, sindicalización, de expresión, prensa, etc. George Novack elabora una buena caracterización de este tipo de régimen -el democrático burgués- en su libro Democracia y Revolución.
Ahora bien, Novack plantea que cuando este tipo de régimen entra en crisis, puede derivar hacia tres tipos fundamentales de régimen: el bonapartismo, la dictadura militar y el fascismo. Justamente en el capítulo titulado Bonapartismo, Dictadura Militar y Fascismo, elabora la caracterización de cada uno de estos regímenes, planteando con bastante detalle cuales son las diferencias esenciales entre ellos. Por supuesto, estas caracterizaciones son fundamentales para orientar correctamente la política de cualquier partido de izquierda que se proclame marxista.
En resumen, y aunque sea en forma esquemática, ante el régimen chavista debemos hacernos algunas preguntas para caracterizarlo.
La primera y elemental, ¿Es un régimen burgués o socialista? Definitivamente es un régimen burgués, que ha marchado en la perspectiva de fortalecer un capitalismo de estado. No es un régimen socialista. Las relaciones de producción no han cambiado en lo esencial. El estado Venezolano sigue siendo un estado capitalista, con explotadores y explotados.
La segunda pregunta: ¿Es un régimen democrático burgués normal? Definitivamente, no lo es. En este aspecto, el régimen chavista es, fundamentalmente, un régimen de poder personal, que se apoya en las FFAA, la policía y el aparato burocrático del estado -y se le puede agregar ahora un cuarto apoyo: los grupos paramilitares-.
Cuando hablamos del aparato burocrático del estado estamos incluyendo, además del Poder Ejecutivo, con sus Ministerios, también al Poder Legislativo y al Poder Judicial. Chávez tuvo en sus manos el control absoluto de los tres poderes.
El Parlamento -Asamblea Nacional- siempre fue un adorno inútil durante su régimen. Las leyes habilitantes otorgadas por el parlamento a Chávez, hicieron que las funciones del Poder Legislativo quedaran en la nada. Chávez, cual Napoleón, era el Poder Legislativo en persona. En cuanto al Poder Judicial, el régimen chavista barrió a todos los jueces que no fueran incondicionales. La justicia que se administra en Venezuela es la justicia chavista. Si a esto le agregamos el control total del Consejo Nacional Electoral (CNE), la Defensoría del Pueblo y el Ministerio Público, tenemos una imagen más completa de la caracterización. Chávez manejó al país como si fuera una hacienda propia.
Por otro lado, es un régimen que ha restringido las libertades democráticas en forma importante. Para demostrarlo utilizaremos un sólo ejemplo, de los muchos que existen. A nivel sindical el régimen chavista incluyó un artículo en la Constitución de 1999 que puso en manos del Consejo Nacional Electoral (CNE) -chavista- la autorización y organización de las elecciones sindicales. Un atentado directo, brutal, contra la libertad sindical. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) le ha reclamado al Estado venezolano en varias oportunidades la eliminación de este artículo. ¿Consecuencias de este artículo? Liquidación de los sindicatos independientes y creación de cientos de sindicatos de maletín, que no representan ni a su mamá. Resultado: control estatal, atomización y división del movimiento obrero. Pequeño detalle, ¿no? ¿Puede existir gente que se reivindique marxista que apoye semejante barbaridad?
Por último, a este tipo de régimen, cuyo poder se encuentra concentrado en una persona, se le llama, no le encuentro otro nombre, régimen bonapartista burgués -sin ningún otro apellido-. Y Novack lo diferencia muy bien de un régimen democrático burgués a secas, de una dictadura militar y también de un régimen fascista. Por supuesto, la realidad es muy rica y siempre existen muchas variantes intermedias. Pero el núcleo esencial de la caracterización de lo que es el bonapartismo está muy bien fundamentado. Y en América Latina -nos guste o no nos guste- existen varios ejemplos de este tipo de régimen, además del chavista. Quizás los más emblemáticos fueron el de Lázaro Cárdenas en México y el de Perón en Argentina.
Por eso creo, estimado Manuel, que todos sus razonamientos teóricos sobre el bonapartismo, con citas de varios autores, no van al núcleo, a la esencia del fenómeno que estamos analizando. El régimen bonapartista existe, está vivito y coleando en Venezuela, y lo estamos sufriendo a sangre y fuego. Aunque se encuentra en estos momentos en una crisis profunda, debido -entre otros aspectos- a que ya no existe su Napoleón Bonaparte.
Saludos cordiales
P.D. Ya le envié el libro de Novack por e-mail

Manuel Salgado: respuesta a respuesta (3)
Bueno, obviamente usted vive en el país llanero y pareciera tener bastante información. Por mi parte, he leído algunos textos que intentan un análisis objetivo del proceso venezolano desde el paradigma marxista. No soy un experto (aunque no creo en los expertos). Lo de los sindicatos sí lo leí en algún lado…
Voy a ser claro y sintético para que no existan dudas:
1) Repito, no soy chavista ni frentepopulista. Tampoco creo que el “poder popular” le ayude a los explotados (siempre incluye dentro de él a fracciones capitalistas -basta ver al mir chileno en los 1970s).
2) En Venezuela hay capitalismo y relaciones de explotación capitalistas (nunca he sostenido nada distinto).
3) Póngase la etiqueta que se le ponga, ningún gobierno capitalista (menos todavía un “régimen” o un “estado”) tiene su fundamento en el “poder personal”. Siempre tiene una “base de clase”; y es a esto a lo que un análisis marxista debe apuntar. No por nada los marxistas siempre han intentado realizar una explicación clasista de la “aberración” fascista (Poulantzas, por ejemplo). Aún diría más, el “poder personal” es una contradicción en los términos (poder es una relación social…y esto no es una mera sutileza teórica, sino veamos donde terminó toni negri y el autonomismo)
4) Igualar a Perón con Cárdenas es un error; más todavía es vincularlos con el chavismo. Si realizamos la primera operación no estamos haciendo otra cosa que otorgarle una etiqueta “marxista” al “populismo” caro a la sociología burguesa. Ya Ian Roxborough criticó en los 1980s este error (que es un error derivado de insuficiente investigación histórica). Le envío la ficha que hice de su texto:
5) Lo último: eso del régimen democrático burgués normal (como categoría) me parece dudoso. Así como nunca existió una “revolución democrático-burguesa” (engañifa tomada por el estalinismo) -como señalan Davidson, Callinicos, Anderson, etc-, la democracia burguesa normal, repito, me parece dudosa como categoría estructurante. Más todavía entendiendo que el libro de Novack es de los 1950s, un momento donde ni siquiera existía voto universal en el país capitalista modelo (eeuu). Hasta hoy las “democracias burguesas normales” son monarquías…y esto no es mera decoración (si no pregúntenle a los españoles)…
Por mi parte quedo hasta aquí,
cualquier otra cosa nos comunicamos por correo,
atte
msm

La duda metódica: Respuesta (4)
Estimado Manuel

Por si no los tienes digitalizados, aquí van cinco libros de Rolando Astarita.

- Valor mercado, mercado mundial y globalización
- Monopolio, imperialismo e intercambio desigual
- Economía política de la dependencia y el subdesarrollo
- La gran recesión el capitalismo del siglo XXI, en conjunto con Tapia Granados
- El capitalismo roto

En cuanto a la monarquía española y otra monarquía como la inglesa, son, sin duda, regímenes democrático burgueses. Los reyes son figuras prácticamente decorativas. Por eso planteé que en la historia de los estados capitalistas existen muchas variantes de los regímenes.

Por ejemplo, los que vivimos las dictaduras militares en Argentina sabemos muy bien, en los hechos, cuales son las diferencias esenciales entre esas dictaduras y el régimen democrático burgués de la Kirchner, por ejemplo.

El estado capitalista puede tener varios tipos de regímenes. Cualquier partido marxista debe saber distinguir cuando se dan saltos cualitativos que provocan un cambio de régimen. 

Otro ejemplo, el régimen Pinochetista no es lo mismo que el régimen de la Bachelet. ¿Qué los diferencia? Debemos ser precisos en esto.

En cuanto al poder personal en el régimen bonapartista, este poder, por supuesto no se apoya en el aire.  

La definición es muy clara: es un poder personal que se apoya en las típicas instituciones de un estado burgués. En las FFAA fundamentalmente, y no en última instancia, -poder burgués, garante del estado capitalista por excelencia-, la policía y el aparato burocrático del estado. Y esta es una combinación de instituciones muy diferente a un régimen democrático burgués típico. 

La sensación que me das en tu análisis es que no estableces diferencias entre regímenes; diferencias cualitativas de extrema importancia para establecer políticas correctas frente a cualquier régimen burgués. 

Muchas gracias por las referencias bibliográficas. También tengo varios libros digitalizados, además de los de Astarita, que te pueden interesar.

Aquí va el artículo de la Constitución chavista que liquidó la libertad sindical:

Artículo 293. El Poder Electoral tiene por función:

6. Organizar las elecciones de sindicatos, gremios profesionales y organizaciones con fines políticos en los términos que señale la ley. Así mismo, podrán organizar procesos electorales de otras organizaciones de la sociedad civil a solicitud de éstas, o por orden de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia. Las corporaciones, entidades y organizaciones aquí referidas cubrirán los costos de sus procesos eleccionarios.

Saludos cordiales

Manuel Salgado: respuesta a respuesta (4)
Gracias por continuar el debate, compañero. A pesar de que he escrito varios comentarios ya al respecto (en la página de Astarita), voy a intentar ser más claro todavía

1) Todo lo que he escrito no es para negar la existencia de diferentes tipos de "regímenes", "gobiernos" o "estados" capitalistas. Al contrario. Lo que sostengo es que la caracterización "bonapartista" no me convence. Como tampoco me convencen las categorías burguesas como "populismo", "neopopulismo", "desarrollismo", "neodesarrollismo", "estado burocrático-autoritario", etc. Es por esto que llamo a desarrollar teoría concreta.

2) Es obvio que la dictadura de Videla y la de Pinochet, son distintas que los gobiernos K o la concertación en Chile (respectivamente). Yo apunto a que debemos ser un aún más finos en el análisis (pero sin caer en el particularismo e intentando generalizar): es por esto que afirmo que Cárdenas no fue lo mismo que Perón, ni ambos lo mismo que el chavismo. Estos tres casos son distintos, no porque cada estado-nación es "específico y particular", sino porque: a) sus bases sociales clasistas son distintas; b) su efecto sobre la formación social capitalista que componen es distinto.

3) Cuestiono el concepto de "democracia burguesa normal" porque se parece harto (a primera vista) a un tipo ideal weberiano construido a partir de prenociones ideológicas. Habría que ver en cuáles son los criterios para definir esta "democracia". Si los mismos incluyen "igualdad formal" y "sufragio universal", entonces la "democracia burguesa normal" no ha existido tanto como se cree (no ha sido tan normal). Es por esto que le menciono el caso de eeuu (sin igualdad formal ni sufragio universal hasta los 1960s) -podríamos sumar muchos otros casos....e.g. En Suiza la mujeres notaban hasta 1971-. Si entendemos por "democracia burguesa normal" mera "división de poderes del estado", entonces tenemos una definición mínima que abarcaría muchos casos (no nos permite "distinguir", "analizar" demasiado). Aún así, lo de la "división de poderes del estado" me parece una buena línea de investigación (para comenzar a tratar el tema)   

4) Es en el sentido anterior que le menciono lo de las "monarquías" europeas actuales. Desde el sentido común siempre se ha visto el elemento monárquico en Europa como un aditivo "decorativo". Yo intento ser polémico (y hacer avanzar la discusión a la Lenin) al sostener lo contrario. Pero mi afirmación no es "excéntrica" ni "gratuita". Esto por varias razones:

a) se tiende a ver que las monarquías europeas como mero "decorativo" porque el sentido común nos dice que europa occidental es la "cuna de la democracia", y que ésta "democracia" excluye cualquier cuestión que tenga que ver con reyes y monarquías;

 b) la monarquía es funcional (en un sentido e importancia no menores) a las democracias occidentales europeas actuales. Esto en el sentido de que la monarquía inglesa y española (por ejemplo) cumplen la función que en Chile y Argentina cumple la "farándula" (las "revistas del corazón" en GB y España tienen como tema central la vida de los reyes).  

c) En España (al menos) la monarquía influye en gran medida en el "espacio público burgués". Determina temas, tiene influencia en partidos políticos, le da fuerza a la España ultra-católica actual, etc.

d) La tradición "democrática" europea es una que no niega el elitismo aristocrático-monárquico. Algunos liberales ingleses enraízan su democracia en los parlamentos medievales. Esto no es un error. Nairn y Anderson se preguntaban en los 1960s, por ejemplo, por qué el movimiento obrero inglés siempre fue legalista y sindicalista; llegaron a la conclusión de que en Inglaterra la "revolución democrático-burguesa" siempre fue sólo parcial (por los resabios monárquicos). Si bien estos autores estaban en un error (la revolución democrático-burguesa nunca existió), ellos sí estaban evidenciando algo objetivo: el carácter no excluyente de los rasgos monárquicos-aristocráticos respecto de los "democrático-burgueses"

5) El poder nunca se apoyará en "instituciones estatales" (sean típicas o no). El poder tiene una base de clase. Si afirmamos que el poder se apoya esencialmente en las instituciones estatales, estamos cayendo en el mito del estado "autónomo". Esto porque el Estado no tiene poder (por sí mismo), sólo expresa una relación entre las clases (el Estado capitalista tiene una base de clase). Su apoyo esencial es de clase (no estatal). Es por esto por lo que establecí en un comentario anterior que la base chavista tenía elementos capitalistas, burgueses, pequeño-propietarios, obreros, etc.

6) El caso chavista hay que analizarlo. No tengo la respuesta al respecto. Lo que sí doy a entender es lo siguiente: a) la categoría bonapartismo no nos ayuda demasiado a analizarlo si nuestro objetivo es la lucha desde el campo de los explotados; b) otras categorías, como "lumpenburguesía" (que usa Astarita) tampoco son adecuadas (Gunder Frank está equivocado en su conceptualización, la cual se derivada de un tipo ideal inexistente en la realidad -una supuesta burguesía "no lumpenesca")

...Muchaaas gracias por los textos de Astarita (no los tenía)!!!!

atte
msm

p.d. Estoy abierto a seguir la discusión 



[1] “…IV. Estatismo y gratuidad
a) Si la cuestión es “incorporar más compas (hijos de obreros) a la lucha”, entonces la pregunta que hay que responder es bajo qué condiciones esta lucha puede existir y desarrollarse con más y mejores posibilidades. Hay varias maneras de encarar esta pregunta
(i) En términos funcionales, Estado y empresa privada son estructuralmente diferentes (weber está equivocado en su analogía). El capital privado está dirigido al beneficio y el Estado no lo está. Si bien las funciones del Estado son amplias y complejas de definir (cuestión que trato más abajo), ya esta delimitación “negativa” nos permite aprehender una dimensión fundamental de la diferencia entre ambos: el estado puede no subordinarse a la lógica de costos mercantiles, el Estado (bajo una formación capitalista) tiene la posibilidad de operar en cero o con números rojos. Esto le quita una barrera de contención importante a la hora de generar espacios de lucha (lo que usted llama incorporar más compas a la lucha). Ante la ampliación del acceso, la democratización de la institución, etc, el Estado no puede argüir “los números no nos van a calzar”.
(ii) En términos económicos, el Estado tiene la posibilidad de no vender mercancías capitalistas. Un privado tiene mucho menos posibilidades (e.g. corporaciones, fundaciones) de esto. Asimismo, la ampliación de las estatizaciones reduce la esfera de inversión del capital privado, generando más posibilidades de crisis e inestabilidad (e.g. aumenta la guerra competitiva entre capitalistas). Por otra parte, los miembros de la entidad estatizada hacen la prueba con la planificación, viendo cómo la misma es imposible y negada por la anarquía mercantil capitalista. Así, existen posibilidades de cuestionar la premisa (mercado capitalista)
(iii) En términos políticos, la movilización reivindicativa bajo la propiedad estatal adquiere rápidamente un carácter político. Esto lo vimos en Hungría y Polonia en 1956, en Alemania del este en 1953, en Bolivia en 1985, etc: estos ejemplos no son gratuitos, para mí el mismo es un rasgo estructural-general. La misma huelga en Sidor es un ejemplo: antes que preguntarnos acerca de cómo responden los patrones ante la paralización, nos tenemos que preguntar por qué en Sidor (estatal) pudo darse este tipo de lucha. En el caso boliviano actual (que estudio ya hace un tiempo) suceden cosas similares.
La cuestión es que la dimensión política del problema colinda de manera muy estrecha con las funciones propias del Estado capitalista (i). El Estado capitalista no es mero instrumento de la clase explotadora, no sólo domina, no sólo reproduce las rsp, no sólo organiza a la clase dominante y desorganiza a la clase dominada; el Estado, en tanto “capital en idea” (Engels), requiere generar “legitimidad”. No me estoy poniendo gramsciano, pero me parece que esta necesidad estructural, de hecho abre espacios de lucha (pongo un ejemplo: en la Bolivia actual existen movilizaciones en empresas estatales, las mismas se conocen a la brevedad y se llega al momento de negociación en ocasiones; en el caso del mundo privado (muy mayoritario) nadie conoce lo que está sucediendo (con los obreros) porque la dirección del trabajo no tiene recursos ni voluntad para implementar derechos democráticos mínimos (precondición de cualquier movilización).
(iv) En términos concretos, hoy, en el Chile actual, las posibilidades de movilización (de lucha y organización) son mucho mayores en la ues estatales. Los compas en las privadas ni siquiera pueden tener organizaciones estudiantiles (e.g. en la central acaban de echar a unos cabros sólo por organizarse, sin siquiera justificar la medida; en la hurtado sucedió esto en 2012…y estamos hablando de universidades privadas que se venden como democráticas). Y esto no se da porque en el mundo privado los patrones sean malos y en el estatal no lo sean. Se da porque las instituciones estatales no tienen patrón particular (más allá del estado como patrón abstracto). En las entidades estatales lo que existe es una subsunción al mercado capitalista, pero una subsunción en el cual las decisiones son en alguna medida más anárquicas que en la esfera privada
Al final del día, respecto de este tema hay que plantear las cuestiones de urgencia práctica:
- Si mi objetivo es incorporar más compas a la lucha, ¿Dónde tendrán éstos mayores posibilidades de organizar esta lucha?
- Si mi objetivo es infligir daño a los explotadores, ¿qué harán éstos si ofrezco subvencionarles o financiarles su negocio otorgando educación gratuita en el mundo particular?: 1) Celebrarán la medida; 2) Invertirán en educación, mercantilizando más todavía la vida social de manera directa, aumentando su base de acumulación y ampliando su esfera de explotación. Más todavía, ¿qué sucederá con éstos si sólo propongo gratuidad estatal y su ampliación como tendencia?: 1) Atacarán la medida; 2) Verán su base de acumulación/explotación reducida
b) Si la premisa es generar, hacer perdurar y desarrollar la independencia de clase, manteniendo el objetivo a), entonces el problema pasa por la jerarquización que realicemos entre ambos. Si enfatizamos en “a” siempre está el riesgo autonomista. Si enfatizamos en “b” está el riesgo colaboracionista (como usted bien señala). Si bien de entrada tiendo a entender que debe otorgársele prioridad a “a”, no tengo el asunto resuelto. Algunos elementos que ayudarían a la hora de abordar esta cuestión serían: a) elaborar una propuesta materialista; b) desarrollar un planteamiento histórico. En términos materialistas (a) parece ser que debe otorgársele prioridad a “a”. Aquí no nos preguntamos si debemos apoyar un sindicato “amarillo” o uno” independiente” (la respuesta es obvia, aún si el “amarillo” pueda tener más recursos y otorgar más beneficios cortoplacistas a sus miembros); nos preguntamos si la organización obrera debe priorizarse por fuera o por dentro de la entidad estatal en tiempos “normales” (inexistencia de crisis prerrevolucionaria y revolucionaria). Pienso que, materialmente, existen más posibilidades de meramente existir (pero también de desarrollarse) “por dentro”. Esto porque el Estado tiene el monopolio de la fuerza y la violencia. Históricamente (b): 1) las organizaciones obreras lucharon por incorporarse al Estado capitalista (e.g. sufragio universal para los cartistas, para Marx incluso); 2) las organizaciones clandestinas (típicamente guevaristas) desaprovecharon una infinidad de buenas oportunidades revolucionarias en AL (como señala Nahuel Moreno).
En fin, la cuestión es cómo potenciamos “a” manteniendo la independencia de clase. Creo que esa es esencialmente una respuesta práctica.
V. “Mera redistribución”, demandas transicionales y período normal de lucha de clases
La pregunta no es “quien entrega un mejor sistema”, sino dónde tengo mayores posibilidades de lucha desde la perspectiva de los explotados. En lo anterior, he deslindado cómo bajo propiedad estatal estas posibilidades son mayores (carácter directamente político que adquieren las huelgas, necesidad de legitimidad, inexistencia de un patrón particular, estrechamiento de la base de acumulación/explotación de clase capitalista, no irrenunciabilidad de la orientación al beneficio, experiencia con el método de planificación, etc)
En los razonamientos anteriores he puesto el foco en “dónde tenemos más posibilidades lucha desde la perspectiva de los explotados”, no en una mejor distribución del ingreso. Por lo demás, he fundamentado cómo, en momentos de lucha de clases normal (no situación revolucionaria ni prerrevolucionaria) las posibilidades de lucha se amplían.
Si se arguye que los “treinta dorados” (1945-1975 en Europa) muestran cómo nuestra tesis no se cumple (supuesta estabilidad), podemos responder: a) la relativa estabilidad es más corta de lo que se cree (sólo de 1950 a 1968); b) la misma adviene luego de la guerra mundial más devastadora y terrible que ha existido (y bajo el temor nuclear de que otra vuelva a suceder); c) el período mencionado fue uno de excepcional crecimiento capitalista y renovación radical la base tecnológica (lo cual pudo tener que ver con la existencia de propiedad estatal, pero esto no es necesario ni a priori detemrinante); d) existencia de un estado obrero degenerado y otros obreros deformados que amenazaban al mpc y limitaban su competencia interna destructiva
VI. ¿Estado instrumento?
Un punto axial de nuestro debate está dado por el hecho que usted unilateraliza la tesis leninista que considera al Estado como mero “instrumento”. El estado tiene “autonomía relativa” (con respecto a los capitalistas particulares y sus organizaciones). Poulantzas tiene algo de razón. Desarrollo un poco esta cuestión:
a) El Estado no es mera expresión del sujeto-clase “burgués”, sino que está traspasado por conflictos interburgueses. La misma tarea del Estado burgués, organizar a la clase dominante/desorganizar a los dominados, requiere la formulación explícita del conflicto y la contradicción. De hecho, el sujeto-clase burgués no existe como “sujeto”. No es uno ni se encuentra unificado; está traspasado por la competencia guerrera. Existe como clase agencial determinada por un conflicto interno constitutivo. Así, una estatización bajo una formación capitalista es, ciertamente, burguesa. Pero esto no implica mero dominio no contradictorio. Implica medidas irracionales que llevan a la crisis (analogía con la TDTMG). El capitalismo no es un modo de producción que se autorreproduce meridianamente, excepto cuando el proletariado le plantea lucha frontal. El capitalismo supone las crisis (que plantean el momento y la posibilidad de la superación de este modo de producción), se organicen los obreros en partidos revolucionarios o no. Una estatización puede acusar las contradicciones burguesas (políticas y económicas).
b) Las medidas que adopta el Estado capitalista no son meras voliciones de un sujeto-clase, consciente éste de todas sus causas y posibles consecuencias (y capaz de manipularlas). Una determinada acción estatal expresa una correlación de fuerzas, una demanda puede ser impuesta (hasta cierto punto). La lucha tiene condiciones materiales (e.g. Marx luchó por el sufragio universal masculino, por la jornada de 10 horas, etc). Una estatización va en el mismo sentido (y tiene mayores posibilidades de desarrollo todavía)
c) Plantear la estatización “con control obrero” es muy necesario porque: i) otorga una lectura práctica inmediata de lo que constituye el horizonte mediato (forma transicional); ii) recuerda que el Estado no es neutral y que tiene un contenido de clase; iii) llama a transformar las relaciones de producción/explotación; iv) si esto se materializa en algún punto de la formación social, nos indica que estamos en una situación plausiblemente prerrevolucionaria (funciona como guía para la acción…)
VII. Sentido público
Por todo esto: “carácter directamente político que adquieren las huelgas, necesidad de legitimidad, inexistencia de un patrón particular, estrechamiento de la base de acumulación/explotación de clase capitalista, no irrenunciabilidad de la orientación al beneficio, experiencia con el método de planificación, etc)” …el mentando sentido público sólo tiene posibilidades de ser “probado” bajo propiedad estatal. Que los agentes experimenten la posibilidad de materializar este sentido público, pero que a la vez vean frustradas sus expectativas en tanto continúa vigente la anarquía del mercado capitalista, es una cuestión de importancia sustantiva”

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