viernes, 11 de abril de 2014

Bolivia bajo el MAS: La devaluación del “horizonte anticapitalista” (Conclusión y bibliografía)

Conclusión

Concluir el trabajo desarrollado no es tarea fácil. No deseamos repetirnos en este respecto, por lo que intentaremos ser breves. Hemos caracterizado a la formación boliviana como una en la cual existe un régimen kerenskista débil, el cual se caracteriza por administrar un Estado a todas luces capitalista, ergo, un régimen que reproduce la tendencia de este tipo de Estado a “potenciar” (“intensificar” y “extender”) las relaciones capitalistas de producción y explotación. Toda la política del MAS a lo largo de 8 años confirma nuestro diagnóstico. Aún es más, es posible que este régimen kerenskista débil haya comenzado a girar hacia un régimen democrático burgués “normal”, toda vez que en 2013 han ocurrido dos fenómenos cruciales. Primero, el gobierno de Morales Ayma ha cristalizado un explícito pacto con la fracción capitalista del oriente, acuerdo que incluso propone una “colaboración” entre ambas partes hasta 2025 (ver nuestro apartado sobre el MAS y el agro en especial las páginas). Segundo, la COB y las organizaciones de los productores/explotados han comenzado un proceso (¿sin retorno?) de firme desmarque respecto de las filas oficialistas (de ahí que la COB denomine “nueva derecha” al gobierno y proponga crear un “nuevo instrumento político de los trabajadores”). Si este viraje del régimen se concreta o no, o si supone un cambio de gobierno que a la vez modifique el régimen político vigente, las luchas futuras lo decidirán.

Al caracterizar al MAS como partido, consignamos que éste mostraba rasgos progresistas y social-liberales, en ningún caso elementos reformistas. Para terminar este trabajo, quisiéramos extendernos un poco más sobre esta afirmación y las implicancias de la misma en el contexto de un régimen kerenskista. Para quien escribe, el campo de “la izquierda” está compuesto, desde el comienzo de este nuevo siglo, de 5 corrientes político-prácticas. Mencionaremos cada una de éstas de acuerdo a su radicalidad, esto es, en función de cuán certeramente “aprehenden o no los problemas por la raíz”. En primer lugar, y para quien escribe objetivamente fuera del campo de la izquierda[1], se encuentra el anticapitalismo objetivo. Enraizado en las tradiciones comunistas de “los rabiosos” durante la “Revolución Francesa” (e.g. Babeuf), y retomado y perfeccionado por Marx y algunas corrientes marxistas posteriores (e.g. fracciones trotskystas), ésta corriente aprehende efectivamente los “problemas por la raíz”, por lo que adopta una postura clasista coherente. Por esto, actualiza un horizonte poscapitalista en el cual la transición activada por el Estado obrero es una cuyo objetivo futuro (materializado también en el presente), constituye la igualdad material (en todos los respectos) en conjunción a la existencia de una libertad colectiva positiva[2]. Y, esencial, esta corriente político-práctica entiende que una tarea fundamental de cualquier Estado obrero que genuinamente llegue a cristalizar en el futuro, es la de extender sus conquistas a otros Estados (a su explotados) y por el mundo entero. En segundo lugar, y dentro ya del campo de la izquierda (pero siempre ingresando desde fuera), se encuentra la corriente reformista. Ésta es una que posee una base social obrera, evidencia un discurso marxista y pretende superar el capitalismo. Sin embargo, la alternativa que esta corriente propone continúa siendo una alternativa explotadora: si del reformismo dependiera, debiera repetirse la urss pero sin los crímenes de Stalin y con algo más de democracia política. Un ejemplo paradigmático de este tipo de reformismo (que en algún sentido continúa siendo consecuente en su lucha contra el capitalismo) fue la Unidad Popular chilena (sus tendencias internas dominantes). La misma muestra cómo el triunfo reformista es imposible, porque en sí mismo éste supone la colaboración de clases con los explotadores. Debido a esto, el reformismo no toma los problemas por su raíz[3]. En tercer lugar, está la socialdemocracia. No posee una base social definida (al menos no una obrera) y se caracteriza por una defensa de ciertas instituciones (las del Estado de bienestar). Esta corriente dentro de la izquierda no plantea un horizonte más allá del capitalismo, sino que aspira sólo a regular éste. Así, tampoco esta corriente “toma los problemas por su raíz”. En cuarto lugar, tenemos al “progresismo”. Nace en los 1970s y toma demandas obreras y marxistas que siempre estuvieron vinculadas a un proyecto de superación del capitalismo. Las demandas de las que se apropia son (entre otras), "lucha de género", "lucha indígena", "lucha medioambiental" (ecologismo), "lucha democrática", etc. Lo esencial, no obstante, es que a todas estas demandas les sustrae su base clasista (son "ciudadanistas") y, por implicación, cualquier conflicto agudo con la clase explotadora (menos todavía podemos hablar de un horizonte que proponga superar el capitalismo). Tampoco toma los problemas por su raíz. Y, por último, tenemos al social-liberalismo, el cual sólo es de izquierda por el nombre, ya que cuando ha estado gobernado ha implementado políticas que serían caras a casi cualquier tipo derecha política (a lo más podría descartarse al fascismo). En efecto, éste se encuentra paradigmáticamente representado por los gobiernos de Tony Blair (partido laborista inglés), Rodríguez-Zapatero (PSOE español) y Bachelet en Chile (entre otros). Ahora bien, las cuatro últimas corrientes de izquierda que mencionamos, debido al hecho de que “no toman los problemas por su raíz” pueden convivir e imbricarse.

 Así, y de acuerdo a lo anterior, aquí planteamos que el MAS constituye un régimen político kerenskista “débil” cristalizado por un partido que incorpora dimensiones socialdemócratas, progresistas y social-liberales. Creemos que a la luz de lo que hemos expuesto a lo largo de este trabajo, no debiera ser difícil para el lector reconocer estas dimensiones en las diferentes políticas masistas. Así, cuando Evo Morales dijo en Chile en 2013 que “los servicios sociales debían ser provistos sólo por el Estado”, no actualizaba sino una cantinela socialdemócrata. Por otra parte, todo el discurso indigenista, autonomista y “democratista”, tan propio de la intelectualidad adherida a las filas masistas, es paradigmáticamente “progresista”. Así también, los criterios mantenidos de estabilidad macroeconómica (representados, por ejemplo, en un viceministro que dice a los trabajadores que “deben acostumbrarse a vivir con pan y café”), nos muestran un rasgo típico de la izquierda social-liberal. ¿Ausencia de dimensiones reformistas? Sí, esto es lo que planteamos. En lo fundamental porque el MAS nunca tuvo una base social obrera y hoy, después de 8 años de gobierno, menos todavía la tiene[4]. Lo más que hubo bajo el MAS fue “desarrollismo” (que no es necesariamente de izquierda), el cual estuvo representado en los ex miembros del equipo masista que hoy le hacen “críticas industrializadoras” (ver pp).

 Quien escribió este trabajo (y espera que también los que lo lean), considera que la tarea de los productores/explotados bolivianos hoy, es enfrentarse decididamente al régimen político kerenskista débil descrito. Desarrollar la lucha desde una perspectiva de clase coherente, teniendo el comunismo como horizonte futuro y el socialismo como la “sociedad transicional” que debe ser impuesta por el Estado obrero luego de la derrota de los actuales expropiadores. Entender que la lucha de clases nunca se soluciona en el terreno nacional, y que un Estado obrero tiene una de sus tareas esenciales en el hecho de expandir sus conquistas a otros estados. Que el socialismo sólo será una realidad (como mínimo) a nivel continental, y que el comunismo sólo puede ser mundial.
Ahora bien, estos son meros principios generales. En lo concreto, con Roberto Sánz “dejamos sentado que al escribir desde Argentina [Chile] seguramente este trabajo contiene una serie de inexactitudes, errores y límites que sólo se podrán corregir y/o precisar al compás de la experiencia militante en la misma Bolivia”

Para los comunistas chilenos, quedan las enseñanzas de “cuidarse de las nacionalizaciones espurias”, el tener tino con respecto a la colaboración de clase que supone la demanda de una asamblea constituyente, el precaverse frente a los anti-latifundistas (porque sólo buscan desarrollar el capitalismo), la necesidad de armarse en todos los frentes ante los obstáculos que suponen el social-liberalismo, el progresismo, la socialdemocracia y, en alguna medida, el reformismo. Pero, fundamentalmente, armarse contra el enemigo principal: la clase dominante/explotadora, la clase capitalista y su “periferia burguesa”.   
         
Bibliografía sobre Bolivia

1. A Neoliberal Nationalization? : The Constraints on Natural-Gas-Led Development in Bolivia Brent Z. Kaup Latin American Perspectives 2010 37: 123

2. Bolivia: de la derrota de la oligarquía a la lucha contra el Gasolinazo Reaparecen los fantasmas de Octubre (Martín Camacho, Revista Socialismo o Barbarie, 2011)

3. Bolivia: Populismo versus marxismo en el altiplano El MAS Boliviano, socio del gobierno (Eduardo Molina, Revista Estrategia Internacional, 2005)

4. La nueva Constitución nace con la crisis al rojo vivo Entre los pactos y la Confrontación (Eduardo Molina, Revista estrategia Internacional, 2008)

5. Bolivia: ¿El “proceso de cambio” nos conduce al Vivir Bien? Carlos Arze Vargas en Promesas en su laberinto Cambios y continuidades en los gobiernos progresistas de América Latina (CEDLA,, 2013)

6. El instrumento político de los trabajadores: ¿frente para la revolución o frente electoral? (Carlos Arze Vargas, mayo 2013)

7. Acuerdo cob - gobierno: perpetuación de las rentas bajas (Carlos Arze Vargas, noviembre 2013)

8. Carlos Mesa, Evo Morales, and a Divided Bolivia (2003--2005) (Jeffery R. Webber Latin American Perspectives 2010 37: 51

9. Confounding Cultural Citizenship and Constitutional Reform in Bolivia (Robert Albro, Latin American Perspectives 2010 37: 71)

10. Crítica del romanticismo “anticapitalista” (Roberto Sáenz,  Socialismo o Barbarie, revista Nº 16, abril 2004)

11. El Gobierno del MAS no es nacionalista ni revolucionario Un análisis del Plan Nacional de Desarrollo (Lorgio Orellana Aillón, CEDLA, 2006)

12. Entre la hibridez del mundo agrario y su idealización populista (Javo Ferreira, Revista Estrategia internacional, 2010)

13. Evo Morales and the Altiplano : Notes for an Electoral Geography of the Movimiento al Socialismo, 2002 --2008 (Fernando Oviedo Obarrio Latin American Perspectives 2010 37: 91)

14. Industria y manufactura: los sindicatos frente a la precariedad laboral (Silvia Escobar de Pabón, CEDLA, 2010)

15. Más asalariados, menos salario La realidad detrás del mito del país de independientes (Bruno Rojas, CEDLA, 2010)

16. Políticas agrarias del gobierno del MAS o la agenda del “poder empresarial-hacendal” (Enrique Ormachea, CEDLA, 2013)

17. Revolución agraria o consolidación de la vía terrateniente (Enrique Ormachea Saavedra, CEDLA, 2007)

18.  Roots of Resistance to Urban Water Privatization in Bolivia: The “New Working Class,” the Crisis of Neoliberalism, and Public Services (Susan Spronk, 2006)

19. Primera prueba de fuerza con el gobierno de Banzer: CUATRO DÍAS DE HUELGA GENERAL (Eduardo Molina, Revista Estrategia Internacional, 1998)

20. Tres hitos históricos de la clase obrera boliviana (Revista Estrategia Internacional, 1998)

21. Bolivia: ¡viva el levantamiento de Cochabamba (Revista Estrategia Internacional, 2000)

22. The Bankers can rest easy. Evo Morales: All growl, no claws? (James Petras, 2006)

23. The National Development Plan as a Political Economic Strategy in Evo Morales's Bolivia: Accomplishments and Limitations (Clayton Mendonça Cunha, Filho and Rodrigo Santaella Gonçalves, Latin American Perspectives 2010 37: 177)

24. Comunidad, indigenismo y marxismo. Un debate sobre la cuestión agraria y nacional-indígena en los Andes (Estrategia Internacional, 2011)

25. Unpacking U.S. Democracy Promotion in Bolivia : From Soft Tactics to Regime Change (Neil Burron Latin American Perspectives 2012)


Textos base sobre teoría marxista del Estado

Revolución y contrarrevolución en Portugal (1974-1975, Nahuel Moreno)

¿Cómo domina la clase dominante? (Goran Therborn, 1979)

El Estado en América Latina (René Zavaleta Mercado, 1984)

La crisis del Estado (autores varios, editado por Nicos Poulantzas, 1977)





p.d.: fichas y comentarios sobre la mayor parte de los otros textos citados en este escrito, pueden encontrarse en el blog: http://marxsimoanticapitalista.blogspot.com/2013/04/los-comienzos-son-siempre-dificiles-y.html 








Manuel Salgado Muñoz (investigación: enero-marzo 2014, escritura: abril 2014)




[1] Para ver los argumentos que sostienen esta afirmación ver: http://marxsimoanticapitalista.blogspot.com/2013/10/un-comentario-una-columna-de-frei-betto.html  
[2] Preferimos no utilizar el vocablo “revolucionario”, porque, en el pasado, muchos autodenominados “revolucionarios”, nunca lo fueron en un sentido anticapitalista objetivo y comunista. Es el caso de los revolucionarios cubanos y de gran parte de la izquierda guerrillerista-foquista entre los 1960s y los 1980s. En ambos casos no existió anticapitalismo objetivo, por el tipo de alianzas que estos grupos configuraron, las cuales, estructuradas en torno la noción de “pueblo”, siempre incluyeron a burgueses y capitalistas. Para argumentos en este respecto, ver: http://marxsimoanticapitalista.blogspot.com/2013/10/sobre-pueblo-al-el-mir-y-faletto-2013.html. Asimismo, muchos de estos “revolucionarios” practicaron “el socialismo en un solo país” o un sucedáneo un poco más amplio a nivel latinoamericano (“La patria grande”). Por lo tanto, al no ser internacionalistas genuinos (e.g. muchos dijeron que la clase obrera de los centros explotaba a la periferia y ya era “burguesa”), nunca fueron anticapitalistas objetivos propiamente tales.
[3] Hoy el reformismo es casi inexistente, ya que sus organizaciones más paradigmáticas (partidos comunistas) han dejado ya de tener una base social obrera y de enarbolar demandas propias de los productores/explotados. En línea con esto, muchas organizaciones que en el pasado fueron reformistas, hoy son progresistas, socialdemócratas o incluso social-liberales.
[4] Es posible que la base social original del MAS haya sido efectivamente la de pequeños productores agrarios que no asalarizaban mano de obra. Sin embargo, ya desde los 1990s, esta base social se transforma en una base social de propietarios que asalarizan y se apropian de trabajo ajeno, ergo, una base social capitalista. Por otra parte, recordamos aquí que para nosotros “base social” se distingue de “base electoral”, ya que evidentemente muchos obreros han votado, votan y seguirán votando por el MAS. 

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