1. Civilizaciones y modos de producción (Wallerstein)
“…Díadas de bárbaros y civilizados, no-occidentales
y occidentales, periferia y centro, proletarios y burgueses, los dominados y
los dominantes….la creación de uno fue la creación del otro –tanto material
como ideológicamente. La civilización dio origen al barbarismo, dijo Owen
Lattimore”
¿Qué es una
civilización?
-Debe significar algo diferente y algo
más que el mero término “cultura” (si no es así, ¿por qué tendríamos dos
términos?)
Aquí
ya existe una presuposición. Esto es que el lenguaje del sentido común de hecho
distingue realidades diferentes mediantes los términos distintos que utiliza.
Esto no es algo necesariamente y siempre cierto. Discutir
a)
De
acuerdo a lo anterior, una civilización debe implicar algo más que un conjunto
de normas y valores colectivos de un grupo particular de cualquier tamaño y en
cualquier lugar
b)
Por
lo general, “la mayoría de “nosotros” (¿?) tiende a utilizar la palabra
civilizaciones para describir fenómenos culturales más duraderos y abarcantes.
Hablamos de la civilización occidental, de la civilización china, de la
civilización India”
c)
“No
existe una esencia que defina a la “civilización”. Para cada característica
descubierta, uno puede enumerar incontables excepciones. Es probable que no
existan cualquiera dimensiones de una
definición comunes a todas las civilizaciones”
d)
Debemos
comprender civilizaciones como un constructo mental ahistórico creado,
destruido y recreado en función de la necesidad que ciertos grupos sienten de
afirmar su particularidad de una manera diádica frente a otros grupos.
Modo de producción
a)
Propio de una economía
b)
Una economía se
define por una división del trabajo efectiva y continuada.
c)
Ni las unidades de producción individuales, ni las
entidades políticas o culturales tienen modos de producción, sólo los tienen
las economías
d)
Ergo,
para descubrir el modo de producción que prevalece, debemos saber cuáles son
los límites reales de la división el trabajo de la cual estamos hablando
e)
Sólo existen cuatro modos de producción posibles (de
los cuales sólo hemos visto tres): mini-sistemas de reciprocidad, imperios
mundiales redistributivos, una economía capitalista mundial, y un gobierno
socialista mundial
f)
La diferencia
crucial entre estos modos de producción es el proceso productivo. En los
mini-sistemas de reciprocidad, todas las personas habilitadas son
productores directos, pero el intercambio recíproco en una distribución
desigual del excedente real –el cual, dada la tecnología, es siempre bajo- a
favor de un subgrupo de productores directos, usualmente varones mayores. En los sistemas redistributivos mundiales
existe un estrato de no-productores. El excedente generado por los productores
directos es extraído en la forma de tributo para el estrato dirigente imperial.
Este tributo es recolectado por una burocracia armada. Los intereses del
estrato dirigente vis a vis la burocracia armada llevan al primero a intentar
limitar la cantidad de excedente creado por los productores directos,
esencialmente por el temor de que si éste es muy crecido, puede servir de base
para la forma de una burocracia armada independiente del estrato dirigente. En una economía capitalista mundial, el
excedente generado por los productores directos es extraído en la forma de
ganancia que es distribuida entre la burguesía mediante el mercado, mediatizado
por las distintas estructuras estatales que buscan afectar la distribución
mercantil
En la historia han existido infinidad de
mini-sistemas de reciprocidad, un número
amplio pero definido de imperios redistributivos y un número amplio pero
definido de economías mundiales (pero
sólo una economía que ha sobrevivido más allá que un breve periodo, el moderno
sistema mundial)
Wallerstein afirma que los
mini-sistemas, de los cuales no poseemos información directa, no duraron (cada
uno con su historia particular) más de 150-200 años. Una de las maneras en que desaparecieron
fue mediante la incorporación a grandes imperios redistributivos (dejaron de
ser modos de producción para pasar a ser sólo una más de las regiones que
producían excedente recolectado por la burocracia armada)
Los imperios redistributivos tenían un
ciclo estructurado de expansión y contracción, lo cual explicaba la continuidad
con que absorbían mini-sistemas de reciprocidad así como también como permitían
espacios libres para que éstos se desarrollaran.
Las economías
mundiales eran mucho más inestables que los imperios mundiales; estaban
constantemente siendo conquistadas (y convertidas) en imperios mundiales) o
desintegrándose para generar mini-sistemas de reciprocidad
Hasta 1500 coexistían tres modos de
producción (mini-sistemas, imperios mundiales redistributivos y una economía
mundo).
Hemos llamado civilizaciones a los
imperios mundiales. Una razón para esto es que cada vez que un nuevo imperio
mundial estaba ascendiendo, éste buscaba legitimación ideológica afirmando un
vínculo directo con un imperio mundial anterior, y por lo tanto creaba
continuidades que nosotros, los analistas de hoy en día, percibimos como los
rasgos de esa civilización
En el siglo XVI apareció una
economía-mundo que no se desintegró rápidamente (la primera): el capitalismo.
En tanto este modo de producción posee una tenencia a la expansión pero no a la
contracción (sí contracción relativa y retiradas por estrategia política, pero
no contracción absoluta). Así, para el final del siglo XIX virtualmente todo el
mundo estaba incluido en el modo de producción capitalista
Esto ha implicado que tanto los
mini-sistemas de reciprocidad como los imperios mundiales redistributivos han
desaparecido de la faz de la tierra. Hoy existe sólo un sistema social y un
modo de producción, el mundo capitalista.
Este modo de producción está acompañado
por una suerte de “civilización capitalista”. Wallerstein define ésta como una
suerte de modo de pensamiento y acción e los dominados y los dominadores: todos
quieren más (de lo que sea), para “mí” o para “nosotros”. Quizás por esto mismo
la civilización capitalista ha alimentado a los nacionalismos modernos (en
plural)
En cambio, lo
que ha sucedido es que en todos lados, y más y más, el particularismo
nacionalista se ha afirmado a sí mismo. De
hecho, si existe alguna ecuación lineal que sea, es la correlación entre la
expansión del capital, el desarrollo desigual del sistema mundial, y las
declaraciones de diferenciación por grupos cada vez más integrados en el
sistema – un vórtex dialéctica centrípeto y centrífugo-: “…En
efecto, es universalismo mediante particularismo, y particularismo mediante
universalismo. Este es el genio y la contradicción de la civilización
capitalista la cual, precisamente porque se precipita hacia su ruina, deviene
en el interín más y más fuerte”
Cualquier estado actual, sin excepción,
se proclama como el heredero de una civilización particular
“¿Están las naciones renacientes en una
posición diferente de las naciones realmente nuevas? Más fuerte quizás, pero,
¿diferente? No es acaso el punto crucial que estamos todos en el mismo bote,
enfrentando el mismo dilema: que, con el dentro de la economía-mundo
capitalista, el nacionalismo (y el análisis civilizacional como expresión del
nacionalismo) es tanto la ideología de los países más débiles y menos
desarrollados que luchan para liberarse
a sí mismos de la opresión (los que son todos los países y cuasi países
excepto el único hegemónico por el momento), así como también es la expresión
última de la forma de rapacidad que es peculiar al capitalismo (poder y
privilegio mediante el crecimiento ilimitado)
Aquí
Wallerstein presenta su teoría, la cual es de un eclecticismo desvergonzado e
infértil. Muchas críticas: a) utilización del concepto de modo de producción
que no incluye una definición/explicación clara de las rrpp y las ffpp (no se
trabaja con estos conceptos); b) la dinámica no es conceptualizada como ley de
movimiento (tendencia/contratendencia, jerarquías de determinación); c) está
ausente la noción de contradicción; d) no se utiliza la noción de clases de
manera explícita; e) no opera de manera sistemática con la noción de
explotación; f) definición de un modo de producción como una “economía”: esto
es complejo no sólo porque trabaja con un concepto restringido de modo de
producción y mantiene en una contingencia arbitraria la misma realidad
superestructural, sino porque la misma existencia de la economía (como realidad
objetiva diferenciada) es más que dudosa bajo el precapitalismo. Es que la cuestión de la diferenciación entre
economía y política es una sólo propia de la modernidad capitalista. En este
sentido, es complejo hablar de economías precapitalistas; en cambio, sí podemos
hablar de la producción precapitalista (y ésta siempre es la determinante en
última instancia, aún si se imbricaba de manera compleja con la circulación, lo
político y lo ideológico – otras instancias eran “dominantes” sólo por la
naturaleza misma de la producción-); g) Wallerstein trabaja con el concepto
vacío de división del trabajo, concepto que es central para su comprensión de
los modos de producción (tanto Althusser como Brenner critican a Marx cuando
aún no ha superado esta etapa en La Ideología Alemana). En otro comentario
criticamos más afondo esta cuestión tal como se presenta en Wallerstein; h) el
reemplazo del concepto modo de producción por “sistema” es poco feliz (reproducir
la crítica de esta operación que Baudelot y Establet le hacen a Bourdieu); i)
los desarrollos “teóricos” de Wallerstein inhiben el pensamiento y la concreción de las categorías: esto porque se
establece que “sólo han existido tales sistemas económicos…”. En este sentido,
este marco no invita a generar categorías intermedias, niega la imbricación de
teoría e historia y termina en un taxonomismo vacío. En cambio, el paradigma
marxista es fértil porque genera preguntas y problemas, y no cierra la
cuestión. Y esta no es una virtud moral, sino que tiene que ver con la
naturaleza misma de los conceptos: éstos son históricos y se desarrollan en lo
real y son “transformados” por el mismo curso de la historia; j) Wallerstein
pone el énfasis en la contradicción capitalismo/nación. La contradicción
fundamental no es una clasista, sino una que opone distintos “pueblos”: éste no
es más que el extremo burdo al cual llega el dependentismo. Por lo demás, si se
quisiera establecer la realidad efectiva de la cual intenta dar razón el autor,
lo que por el contrario debiera ser notado es la emergencia del Estado moderno
(y sólo a partir de allí un nacionalismo moderno) –esto es, con Amin,
sostenemos que la nación es un fenómeno también pertinente al precapitalismo-;
k) Wallerstein utiliza la técnica argumentativa que compromete espuriamente al
lector (todo nos encontramos en el mismo barco). Esta forma de argumentar, muy
propia de Touraine, es falaz-
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