El siguiente es un correo electrónico que me llegó desde la tronera "liberal" del padre de un amigo. En sumomento hice una breve crítica a lo que se postula en el mismo
Querido-as,
Este texto me parece de relativa importancia en
relación a la sociedad actual.
Se los recomendó y espero que algo de importancia vean
en esas letras y la significancia de hacer deliberativamente, grupos de este
tipo.
Y ojala que a alguien se le ocurra leer incluso este y
otros libros de este gran sociólogo.
Realmente es también en este contexto recomendar La
sociedad de la ignorancia, libro en el que diversos autores problematizan el
cliché de «la sociedad del conocimiento» para advertirnos que quizá nos está
abocando a lo contrario. «Vivimos, gracias a la tecnología, en una sociedad de
la información que ha resultado ser también una sociedad del saber, pero no nos
encaminamos hacia una sociedad del conocimiento sino todo lo contrario...nos encaminamos
hacia una sociedad de la ignorancia», pronuncia Antoni Brey, una sociedad con
«individuos incapaces de concentrase en un texto de más de cuatro páginas» y en
la que «de forma progresiva, la ignorancia ha ido perdiendo sus connotaciones
negativas hasta el punto de llegar a prestigiarse».
S Bauman: En busca de la política: El
enfriamiento del planeta humano
Una encuesta de 1997 reveló que ya entonces los
daneses estaban más preocupados por la presencia de extranjeros que por el
desempleo, el daño al medio ambiente o cualquier otra cuestión. Suzanne Lazare,
de 22 años, residente en Copenhague desde los diez (cuando salió de Trinidad),
le dijo al corresponsal del International Herald Tribune que estaba pensando
abandonar Dinamarca: “No me miran igual (...). Ahora me miran con desprecio. La
gente se ha vuelto muy fría”. Y añadió un último comentario, muy revelador: “Es
gracioso, también son fríos entre ellos”.
La anécdota de Lazare la cuenta Bauman en su libro En
busca de la política (México, FCE, 2001; or. de 1999), donde continúa: “La
frialdad hacia `los forasteros´, los extranjeros que se convierten en vecinos y
los vecinos que son tratados como extranjeros pone de manifiesto un descenso de
la temperatura en todas las relaciones humanas, en todas partes. Fría es la
gente que hace tiempo ha olvidado la calidez del contacto humano, cuánto
consuelo, respaldo, aliento y simple placer podemos sentir compartiendo nuestro
destino y nuestras esperanzas con otros; `otros como yo´ o, para ser más
exacto, otros que son `como yo´, precisamente porque comparten mi situación, mi
desdicha, mis sueños de felicidad, y aún más porque yo me preocupo por la
situación, la desdicha o los sueños de felicidad de ellos”.
En un tiempo la vida era frágil y estaba plagada de
peligros. Tal como hoy. Pero entonces “la amistad podía hacerla un poco más
sólida y un poco más segura (...). Ahora, sin embargo, no es probable que la
unión de los amigos consiga mitigar o disipar ningún peligro o amenaza”. Hoy
nos acecha otro tipo de peligros y amenazas, “como si estuvieran pensados para
golpear a cada una de sus víctimas por separado, a su turno, y para ser
sufridos a solas”. Las desdichas individuales de hoy no están sincronizadas; la
catástrofe llama a cada puerta selectivamente, en días diferentes, a diferentes
horas. Unas visitas que no parecen guardar ninguna relación entre sí. “Y los
desastres no se deben a la maldad de un enemigo a quien sus víctimas puedan
nombrar, señalar con el dedo o combatir en conjunto. Están perpetrados por fuerzas
misteriosas sin domicilio fijo. Los sufrimientos que tendemos a experimentar no
son comunes y, por lo tanto, no reúnen a sus víctimas. Nuestros sufrimientos
dividen y aíslan: nuestras desdichas nos separan, desgarrando el delicado
tejido de la solidaridad humana. La dispersión del disenso, la imposibilidad de
condensarlo y anclarlo a una causa común, descargándolo contra un culpable
común, sólo torna más agudo el sufrimiento”.
Los gobiernos no pueden prometer honestamente a sus
ciudadanos una existencia segura ni un futuro cierto. Pero, por ahora, pueden
descargar al menos una parte de la angustia acumulada (e incluso sacar ventaja
electoral de ello), “demostrando su energía y su determinación en la guerra
contra los trabajadores extranjeros y otros inmigrantes ilegales, intrusos que
irrumpen en nuestros tranquilos y limpios patios traseros. Ese gesto puede
resultar muy satisfactorio: aunque modesto y de corta vida, sirve no obstante
como compensación del humillante sentimiento de impotencia que se experimenta
ante un mundo frío e indiferente”.
La sociedad no puede hacer felices a sus individuos.
Todos los intentos (o promesas) históricos de hacerlo han generado más desdicha
que felicidad. “Pero una buena sociedad puede –y debe- hacer libres a sus
miembros. No sólo para no obligarlos a hacer lo que preferirían no hacer, sino
también en el sentido positivo, el de poder hacer algo con su libertad”. Y eso
implica influir en la formulación del “bien común”, y hacer que las
instituciones sociales cumplan con ese significado. Pero para poder llevar a
cabo esa tarea “debe producirse una reorientación (...) hacia ese espacio
político donde se reúnen lo público y lo privado”. Es preciso “retramar los
problemas privados convirtiéndolos en temas públicos”, aglomerarlos para poder
condensarlos en una fuerza política. Lograr que la traducción de privado a
público vuelva a ser posible. Y en el campo del urbanismo no será difícil
trabajar sobre alguna de esa multitud de causas concretas, personales y
privadas que lo pueblan.
Respuesta
Gracias tío por el
texto. A Bauman lo conozco, pero no le compro mucho. Es del tipo de lectura que
da el profesor garretón; una ensalada de "liberalismo posmoderno
progre" (justo en este momento se me ocurrió como motejarlo). El texto en
sí tiene poca unidad y plantea muchas cuestiones en unas pocas líneas. Voy a
consignar algunas y realizar un comentario rápido a cada una:
a) Problema
"trabajo inmigrante": las reacciones xenofóbicas de las clases
trabajadoras de todos los países del mundo tienen un base bien concreta y
real. La entrada de trabajadores extranjeros en un país determinado supone, las
más de las veces: i) baja del precio del trabajo (bajas salariales),
fundamentalmente porque aumenta la masa de fuerza de trabajo disponible en
el mercado (más cantidad de una mercancía menor su precio, en términos
generales y simples); ii) degradación de las condiciones de trabajo, esto
porque los trabajadores inmigrantes laboran indocumentados (sin contrato, sin
imposiciones, sin servicios sociales, acostumbrados a un nivel de
sobreexplotación mayor que la clase obrera local); iii) aumento de la
competencia y fragmentación de la clase obrera asentada en terreno nacional:
las diferencias culturales se añaden a las diferencias de calificación, lo que
genera atomización y así un escenario donde el Trabajo pierde
fuerza frente al capital.
a') Para responder a
esta problemática no ayuda demasiado la política de "respetar las
diferencias dentro de un paradigma liberal que actúa como marco represivo"
(tipo "mire usted que fascista la clase trabajadora, mire como ésta presenta
rasgos xenofóbicos y racistas"). Y esta es la idea sugerida en el texto.
Por el contrario, una política anclada en las bases materiales reales iría por
un lado muy distinto: i) asimilaría los tres rasgos citados en a) y
elaboraría una estrategia para subsanarlos; ii) esta estrategia debería estar
basada en la libre movilidad del Trabajo por el mundo, libre movilidad aunada
con la sindicalización automática de todo trabajador inmigrante que lleve ya
algún tiempo trabajando (meses, 1 año, etc). Esta sindicalización automática formalizaría
la fuerza de trabajo extranjera, permitiendo que la misma acceda a las
condiciones a las que está sujeta la fuerza de trabajo nacida en el país.
De esta manera se generarían contratendencias contra la baja del precio
del trabajo, contra la degradación de las condiciones de trabajo y
contra la competencia/fragmentación de la clase explotada. Además,
esto configuraría un escenario donde el Trabajo organizado se fortalecería
frente al capital (ya que la masividad y capacidad de presión de los sindicatos crecería).
Obviamente,
este es un horizonte de lucha, no un objetivo inmediato. El
debate político verdadero debe girar en torno a qué demandas
concretas intermedias nos llevan de la situación actual al objetivo/horizonte
consignado. Todo esto entendiendo que bajo el modo de producción
capitalista existe "libre movilidad del capital", pero no una real
"libre movilidad del trabajo", dado que incluso en términos de
"capitales particulares" el trabajador es sumamente dependiente de
los distintos patrones (hay que recordar que a nivel del "capital en
general" -del capital social total- lo que existe es "esclavitud
asalariada")
b) Las
desdichas de las clases productoras y explotadas en cada formación capitalista,
sólo "aparecen" (en el mundo fenoménico) como cuestiones individuales
incomunicables. En términos esenciales siempre se pueden rastrear y encontrar
su causa en una forma de producir dividida en clases que supone explotación (y
este "rastreo" no es demasiado difícil de hacer -cualquier sindicalista capaz de
captar la contradicción ineluctable entre capital y trabajo lo hace-). Y es
justamente esto lo que no capta el texto que usted me envía. Por lo mismo,
es un texto que se queda en la "superficie de las cosas". Ahora,
esencia y apariencia están íntimamente ligadas (ambas configuran lo real), por
lo que es importante entender cuáles son las causas del "análisis"
errado presentado en el texto. Esto no es muy difícil de realizar: el fin de
una fase capitalista con un patrón de acumulación carácterístico a fines de la
década de 1970 supuso un proceso de reestructuración que implementó una nueva
fase de acumulación. Ésta, se caracteriza por configurar espacios laborales más
fragmentados y atomizados (deslocalizaciones, implementación de algunos dispositivos
productivos que aminoran el tamaño de las unidades de producción, etc, etc,
etc). Esta es la razón fundamental de que existan este tipo de análisis
equivocados. La cuestión es que un análisis racional y objetivo debe dar cuenta
de esto y luego ir a la "raíz" del asunto.
c) El texto plantea
que la sociedad no puede hacer felices a sus individuos. Esta es una
imposibilidad "lógica" y "real". La plenitud y el
desarrollo humano (como yo denominaría mi sustituto de
"felicidad") es imposible de alcanzar bajo un marco
epistemológico/ontológico que funciona con la dicotomía individuo/sociedad.
Esta es una dicotomía que genera fenómenicamente una forma histórica de
producir de los hombres mismos. Por lo demás, la misma opera bajo un paradigma
liberal que entiende que el individuo aislado existe y es una realidad (Marx
diría que aquí se está trabajando con "robinsonadas"). Este paradigma
concibe la libertad como libertad negativa: la libertad es falta de coerción e
influencia externa. Ahora bien, lo que esencialmente existe en toda sociedad
(sin exclusión de ninguna) son individuos sociales (los "seres
sociales" de los manuscritos del 44 de Marx). Por lo tanto, la plenitud y
el desarrollo humano solo podrán encontrarse en tanto se entienda que la libertad
debe ser positiva y colectiva. "Positiva"
quiere decir que es necesario definir contenidos, esto es, es necesaria la
"definición de necesidades" (como diría Marcuse).
"Colectiva" implica que la libertad está en los otros iguales
(compañeros de clase social, por ejemplo).
eso.
saludos,
msm
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