Notas sobre Modernidad (Habermas,
Anderson, Berman, etc)
El término moderno fue usado por
primera vez a fines del siglo v para distinguir el presente, ya oficialmente
cristiano, del pasado romano pagano.
Algunos restringen el concepto
de modernidad al renacimiento, esta perspectiva me parece demasiado estrecha.
Hubo quien se consideraba moderno en pleno siglo XII….Esto significa que el
término aparece en todos aquellos periodos en que se formó la conciencia de una
nueva época, modificando su relación con la antigüedad y considerándosela un
modelo que podía ser recuperado a través de imitaciones.
Este hechizo que los clásicos de la antigüedad mantenían sobre el
espíritu de épocas posteriores fue disuelto por los ideales del iluminismo
francés. La idea de ser moderno a través de una relación renovada con los
clásicos, cambió partir de la confianza,
inspirada en la ciencia, en un progreso infinito del conocimiento y un infinito
mejoramiento moral y social. De esta manera nace el modernismo romántico, el
cual al igual que la conciencia distintiva de la última modernidad, implican la
desaparición de referencias históricas específicas a un clasicismo antiguo
precedente. El sentido de lo clásico moderno sustrae sus premisas de si
mismo, es autosuficiente.
Modernidad estética: supone la emergencia del concepto de
vanguardia, la cual implica una conciencia del tiempo particular: el tiempo
de lo efímero, lo transitorio y lo elusivo; todo aquello supone el tiempo
moderno. Sin embargo, esta modernidad estética vive lo moderno en un sentido
trágico –al menos algunas veces-, por lo que añora la estabilidad propia de
otros tiempos…
Adlinguisticidad: en
oposición al paradigma referencial del conocimiento. Se habla acerca de
palabras, se escribe acerca de escritos, la intertextualidad.
La ruptura del mundo
simbólico-cultural en esferas separadas y desarticuladas (ciencia, moral y
arte), ya acontece en el mundo griego antiguo (ver Platón).
La unidad que pretende, luego de
la desarticulación cultural, reunir los elementos dispersos, no es ya
mitológica sino ideológica….
Y es que en Grecia, se ha dicho muchas veces, no existe propiamente el
individuo: “la imagen del hombre es allí la del hombre político…ya que tan
imposible era para ellos un espíritu ajeno al Estado, como un estado ajeno al
espíritu…” (Jaegger)
Hegel: “De la desunión, del desgarro (Entzweigung) brota el
pensamiento, es decir, la necesidad de reconciliación…de ahí que los
periodos de concordia...sean las páginas en blanco de la historia de la
humanidad”
…el público moderno del siglo XIX
todavía recuerda cómo es la vida espiritual y material en un mundo que no es
moderno. Las ideas de modernización y modernismo surgen y se desarrollan a
partir de esta dicotomía interna, esa sensación que proviene de vivir en dos
mundos al mismo tiempo...
Lo más sorprendente y perturbador
es el grado en que esta perspectiva prosperó entre alguno de los demócratas de
la reciente nueva izquierda. Esto es lo que sucedió, por lo menos durante un
tiempo, a finales de la década de 1960, cuando el Hombre unidimensional de
Herbert Marcuse se convirtió en le paradigma dominante del pensamiento
crítico…Las masas no tienen Yo ni Ello, sus almas están desprovistas de tensión
o dinamismo interno; sus ideas, sus necesidades, incluso sus sueños no les
pertenecen. Sus vidas interiores están totalmente administradas.
Marshall Berman: la dialéctica entre modernización
(material-económico) y modernismo (cultural), incluye un tercer término: la
modernidad. En tanto mediador de las dos categorías anteriores, la modernidad
es una experiencia particular que imbrica en sí misma las implicaciones tanto
de la modernización como del modernismo. La experiencia de la modernidad es
desarrollo (autoexpansión): sensación de liberación que es a la vez inseguridad,
de gran potencialidad pero a la vez de impotencia…
Anderson: la acumulación de capital es, para Marx, “una
revolución continua de la producción, una incesante conmoción de todas las
condiciones sociales y una inquietud y un movimiento constantes”. Los tres
adjetivos precedentes –continuo,
incesante, constante- denotan un tiempo histórico homogéneo, en el que cada
momento es perpetuamente diferente de los demás por el hecho de estar próximo,
pero por la misma razón es eternamente igual como unidad intercambiable en
un proceso que se repite hasta el infinito. La modernización implica una
concepción del desarrollo fundamentalmente rectilíneo: un proceso de flujo
continuo en el que no hay una auténtica diferenciación entre una coyuntura y
una época y otra.
Pero la concepción del tiempo histórico que
tenía Marx del modo de producción capitalista en su conjunto era muy distinta
de ésta: se trataba de una temporalidad compleja y diferencial, en la que los
episodios y épocas eran discontinuos entre sí y heterogéneos en sí. La forma más obvia en que esta temporalidad
diferencial entra en la construcción misma
de modelo de capitalismo de Marx es, por supuesto, el nivel del orden
clasista generado por ella.
La trayectoria del orden burgués es
curvilínea. No sigue una línea recta que avance incesantemente, ni un círculo
que se expanda infinitamente, sino una acusada parábola. La sociedad burguesa
conoce un ascenso, una estabilización y un descenso.
En otras palabras, la historia
del capitalismo requiere ser periodizada y su trayectoria reconstruida si se
quiere tener una idea exacta de lo que significa realmente el desarrollo
capitalista
Modernismo: requiere una concepción diferencial de su tiempo histórico. Asimismo, debe
entendérselo de manera diferencial en términos espaciales (geográficamente desigual: por ejemplo, Inglaterra no tuvo nunca un
impulso modernista propio). También, el modernismo se encuentra internamente diferenciado (al punto de
que es difícil que entre su tendencias antagónicas –simbolismo, futurismo,
expresionismo, surrealismo, constructivismo- realmente encontrones una
identidad genérica)
Hipótesis: debería buscarse una explicación coyuntural
del conjunto de prácticas y doctrinas estéticas posteriormente agrupadas como
“modernistas”. Esta explicación implicaría la intersección de diferentes
temporalidades históricas para componer una configuración típicamente
sobredeterminada.
Tres factores: a)
academicismo; ligado al predominio en forma de lastre de unas capas
aristocráticas en lo cultural y en lo político; b) modernización burguesa
(preludio de la subsecuente sociedad de masas); c) posibilidad de una
revolución social proletaria- socialista. Las tendencias modernistas solo se
comprenden por su polarizada oposición a un academicismo aristocrático aún muy
presente.
Esta configuración histórica, aun
si bastante impactada de manera negativa por la primera guerra y sus
consecuencias, mantuvo parcialmente sus parámetros básicos aun unas décadas más
(hasta la segunda guerra). Esto lo podemos ver en el poder que aún retenía la
clase de los junker en Alemania, la injerencia del partido radical francés, el
partido “torie” en Inglaterra, etc. Asimismo, la presencia persistente de esta
configuración se muestra en el teatro brechtiano, la revolución española, el
surrealismo francés (Europa poseía una temporalidad diferencial con respecto a
EEUU donde ya la sociedad de masas tenía visos importantes de preeminencia)
Segunda guerra mundial: punto crítico en el cual se rompe esta
configuración “modernista”: se universaliza la democracia burguesa, caen las
clases agrarias precapitalistas, irrumpe con fuerza la sociedad de masas
fondista.
Fue cuando todo lo que habría
creado el arte clásico de comienzos del siglo XX había muerto, cuando nacieron
la ideología y e culto del modernismo. El mismo concepto no es muy anterior a
la década de 1950 como moneda corriente. Lo que denotaba era el fin
generalizado de la tensión entre las instituciones y mecanismos del capitalismo
avanzado, por una parte, y las prácticas y programas del arte avanzado por
otra, en la medida en que los primeros se habían anexionado a los segundos como
decoración o diversión ocasionales…
El mayo francés (68’) fue una
repetición menor de la situación “sobredeterminada” de principios de siglo: un
tiempo nuevo que no terminaba de nacer en tanto lo antiguo aún no perecía
(futuro abierto). Una vez se verificó que el impulso transformador llevaba en
sí mismo –al menos en alguna medida- solo la afirmación de un capitalismo
consumista, lo que fue finalmente el resultado que se afirmó en lo material, el
futuro se “cerró”: por esta razón el artista de finales de los setentas no
tiene un pasado apropiable ni un futuro imaginable, sino un tiempo continuo
indefinidamente repetido.
La situación del Tercer Mundo a
finales de los sesentas y principios de los setentas presenta semejanzas con la
configuración sobredeterminada europea de principios de siglo: oligarquías
terratenientes, capitalismo en ciernes y socialismo revolucionario como una
posibilidad real. Esta situación produjo aquello propio del modernismo: obras
maestras (cien años de soledad, por ejemplo).
Sin embargo, estas obras maestras
no son expresiones intemporales de un proceso de modernización siempre en
e3xpansión, sino que surgen en constelaciones muy delimitadas, en sociedades
que se encuentran todavía en una determinada encrucijada histórica.
Anderson termina criticando el
concepto de desarrollo implicado en el análisis de Berman. Noción basada en las
promesas del liberalismo (principalmente Rousseau), supone un individualismo
radical (desarrollo ilimitado), el cual no es aplicable a Marx como pretende el
autor yanqui. Por el contrario, para Marx el límite y la posibilidad de
desarrollo está dada en los otros, así como también la noción de realización
marxista implica unas necesidades y capacidades básicas a desarrollar (no hay
“desarrollo ilimitado”). Esto lo ilustra una categoría central del marxismo: el
dominio racional humano de la naturaleza exterior e interior (dominio que es
transformación positiva)
El modernismo, como noción, es la más amplia de todas las categorías
culturales. A diferencia de los términos gótico, renacimiento, barroco,
manierismo, romanticismo o neoclasicismo, no designa en modo alguno un objeto
descriptible: carece por completo de
contenido positivo. De hecho, como hemos visto, lo que se oculta tras esa
etiqueta es una amplia variedad de muy diversas –y de hecho incompatibles-
prácticas estéticas: el simbolismo, el constructivismo, el expresionismo, el
surrealismo, etc. Todas estas prácticas, que poseen programas específicos,
fueron unificadas post hoc en un concepto global, cuyo único referente es el
mero paso del tiempo. No hay ningún otro concepto tan vacío o viciado.
Ergo, el postmodernismo es “un vacío que esconde otro vacío”…
(Comentario: existe una cierta
ambivalencia en el tratamiento de la cuestión por el autor. Porque, por una
parte, se elabora una explicación convincente capaz de unificar un proceso
cultural mediante factores determinantes específicos, al cual, además, se le
reconoce su capacidad de generar obras maestras (imperecederas). Sin embargo,
por otro lado, a este mismo proceso se les sustrae todo valor en tanto incapaz
de reunir en un conjunto coherente sus componentes, en tanto no poseedor de un
contenido positivo. De alguna manera, podríamos decir que realmente el
modernismo si designa un proceso con contenido positivo valorable en sí mismo y
“unificable” coherentemente; la cuestión es que este contenido es decisivamente
dinámico y bullente, con infinidad de matices y contradicciones. Anderson se ve
obligado a su rechazo porque este proceso se le ha tendido a definir como uno
que busca insaciablemente lo nuevo por lo nuevo mismo, lo que entra en
contradicción con su concepción del socialismo…)
Revolución: implica un proceso puntual coyuntural, especificado en
el nivel político mediante la ruptura de una estructura estatal y su reemplazo
por otra (Comentario: el autor
reniega del concepto marxista de revolución social epocal, reduciendo la riqueza
de este concepto a lo político –negándole su ampliación a otras esferas de lo
social-)
Solo los modernos se
autorrefieren particularmente (los antiguos no se autodenominaban antiguos, por
ejemplo)
Existe cierta ubicuidad de los
términos “antiguo” y “moderno” (los hombres del medioevo se consideraban
modernos en relación con los filósofos antiguos, etc), al tiempo que los mismo
siempre han comportado un contenido valorativo.
a)
Modernidad como
decadencia: ya en la cultura griega de élite esta noción es generalizada
(estado ideal de platón del cual el momento actual se aleja, por ejemplo). Sin
embargo, en tanto las formaciones griegas eran materialmente poderosas, el
sentido común del ciudadano consideraba lo antiguo como salvaje y bárbaro. Es
por esto que los filósofos griegos logran elaborar una síntesis: el momento
actual supone la apoteosis de la ciencia y el conocimiento; al mismo la
decadencia política. Esta figura se generaliza en una concepción cíclica del
tiempo (en la cual la política y la ciencia poseen tendencias contrarias)
b)
Modernidad como
retorno: b.1) a los fundamentos de lo religioso (Reforma y contrarreforma);
b.2) a los fundamentos clásicos (humanismo renacentista); b.3) a la naturaleza
(fundamento originario que da pie para la utopía reaccionaria de Rousseau y los
románticos, así como para el énfasis en la naturaleza puesto por los ilustrados
racionalistas-científicos)
c)
Modernidad como
progreso indefinido: el nuevo saber que “volvía a la naturaleza” era capaz de desarrollo y crecimiento. De
esto nace la idea de modernidad como progreso indefinido….si Petrarca, como
Descartes, podían sentirse en el umbral de los tiempos nuevos, Voltaire y Hume
se sentían en la plena madurez de la edad moderna.
El arte musical y teatral fueron
las únicas formas de arte que no tomaron sus premisas de los clásicos
(contrariamente a la pintura, escultura, poesía, etc)
El mundo moderno es el mundo de
la libertad como derecho propio de todo hombre, pero además como interioridad.
El germanismo proporcionaba el modelo de la comunidad de los libres, mientras
el protestantismo aportaba las dimensiones de la interioridad.
La idea de progreso es
relativamente reciente. La concepción mitológica y religiosa de la historia es
cíclica y determinista. Nada nuevo puede emerger bajo el cielo de los antiguos
dioses. La fe en el progreso surge cuando la sociedad, la cultura, la historia,
son comprendidas como obra humana. De ahí que la noción de progreso naciera al
lado de la creación.
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