...Si
lo propio del capitalismo y la sociedad moderna se constituye a partir de una
forma de vida burocratizada en todas sus esferas (Weber), ¿cómo es que Habermas
puede apoyarse en Benjamín (junto a otros más) para conceptualizar lo propio de
la modernidad como aquél tiempo de una crisis permanentemente “vivida”, de una
época de un eterno recomienzo por lo efímero de un curso social que es siempre
cambio y refundación (“la modernidad es la primera época que extrae las
premisas de su existir y devenir de sí misma”)?...Si la burocratización es
predictibilidad, parcelación, ciclos de repetitividad, tediosa homogeneidad
subyacente bajo formas fenoménicas divergentes, ¿cómo puede conciliarse la
misma con una modernidad en perpetua transformación (por definición efímera,
“existencialmente vivida en el momento”)?
Un inicio de respuesta podría estar dado por la
periodización propia de una estructura que por sí misma es dinámica y sujeta a
transformación (cuyos cambios, sin embargo, no modifican lo sustancial que
sostiene la estructura básica que la constituye): lo efímero, cambio perpetuo,
no es más que la experiencia social del capitalismo liberal, en el cual la
competencia rige la vida de los agentes mediante la generalización de la
incertidumbre, propia de la posibilidad real de fracaso en el mercado (tanto
para proletarios como para capitalistas). Por su parte, la burocratización,
aquella tediosa homogeneidad que sin embargo adquiere siempre apariencias
diversas, sería propia del estadio monopolista del capitalismo, en el cual la
competencia no es tan acusada para sectores crecientes de la población (dada la
proletarización y sindicalización masivas, así como la regulación de la vida
social más acusada tanto por parte del mercado como por parte del Estado), por
lo tanto, la sensación social de los agentes es mayormente una vida
“organizada” heterónoma y heterocéfalamente (no existe mayor incertidumbre).
Ahora bien, puede postularse que ambas tendencias
constituyen la pareja dialéctica de opuestos que cristalizan la dinámica propia
de lo moderno. En ciertos momentos prima la burocratización, en ciertos
momentos prima lo “efímero” –asimismo, sería interesante observar como estas
tendencias son más propias de unos grupos o clases sociales a través del curso
histórico-. Por otro lado, podemos postular la tesis siguiente: el tiempo
actual es uno en el cual se poseen ambas tendencias en sus características más
nocivas para los agentes sociales. Por una parte la burocratización todavía se
sufre, mas la misma se encuentra desligada de aquella seguridad junto a la cual
se presentó en un tiempo anterior. Por otra, lo efímero manifiesta su
determinancia en una sociedad que ha enterrado los proyectos sociales como
construcciones a mediano o largo plazo, que discursivamente vive en lo
inmediato. Ahora bien, las retribuciones propias de esta tendencia en el
capitalismo liberal se encuentran ahora ausentes. El agente económico no tiene
posibilidades de prosperar en el contexto de unos mercados ampliamente regulados
y monopolizados. No obtiene ninguna ventaja material al momento de insertarse
en una vida social en la cual la incertidumbre campea….
No hay comentarios:
Publicar un comentario