Luego de algunas reflexiones, es
posible arribar a ciertas conclusiones provisionales. Existe, primero, una idea
pasible de ser problematizada desde dos perspectivas, ambas necesarias. Por una
parte, puede arguirse que el objeto capitalista que construye Marx contiene en
su misma estructura las condiciones de su negación -actualización de sus potencialidades
inherentes. Es decir, por sí mismo el capitalismo, en tanto objeto determinado,
comprende la tendencia estructural de su aniquilación como forma existente.
Esto no corresponde a una concreción definida de un fenómeno de ocurrencia
futura, toda vez que una tendencia puede ser ofuscada por la acción de una
contratendencia actuante en el momento presente (Poulantzas). Sin embargo, es
un rasgo estructural de la teoría marxiana. Por su parte, Weber entiende al
modo de producción capitalista como un fenómeno de una ineluctabilidad
eminente, insuperable (irreversibilidad del capitalismo no modificable en su
esencia). Este planteamiento constituye un rasgo estructural del pensamiento
weberiano, lo cual puede verse si lo conectamos con la segunda manera de
enfocar la idea que aquí primero desarrollamos. Max Weber es un heredero del
pensamiento de nietzcheano: esto es central. La noción de la irracionalidad
presente en el paroxismo racionalizante (predictibilidad de una estructura
legal-racional, burocratización), que releva Weber, deriva del quiebre
epistemológico constituido por quien escribiera “Así hablaba Zarathustra”. El
sin sentido de una estructuración racional cabal, es función de una elaboración
que considera al hombre como “un mero punto en el espacio, no más fundamental
que un insecto” (paráfrasis). En síntesis, la realidad capitalista, en tanto
racionalidad máxima, devendría una irracionalidad inmodificable (en tanto el
capitalismo es “final”), lo cual le otorgaría el rasgo último de sinsentido a la realidad, y, por tanto,
también a la acción en esa misma realidad. Por el contrario, Karl Marx enfatiza
precisamente en el rasgo irracional del modo producción imperante, pero, la
misma idea, en tanto presente en una elaboración cabal distinta -y por tanto
constituida por relacionales diferenciales- significa y se constituye de una manera
cualitativamente diferente. La irracionalidad de lo existente solo aparece porque en sí misma contiene la
posibilidad de devenir racional: la constitución de una asociación racional de
hombres libres es la premisa marxista. Es por este relevamiento esencial del
papel de la Razón
–después de todo Marx constituye la radicalización del proyecto moderno- que lo
irracional puede devenir algo distinto de un sinsentido, siendo que su mismo carácter lleva a una acción dotada
de un sentido poseedor de una densidad máxima (acción revolucionaria).
En segundo lugar, el análisis
capitalista de ambas posturas, difiere por sobre la significación estructural
diferencial de elementos semejantes. Por ejemplo, en el tratamiento de la
ideología. En Weber, la ideología es concebida como algo eminentemente
autorreferido a la clase social de la cual deriva. El protestante constituye su
salvación en el mundo, los indicios
materiales se le presentan como señal de su bienaventuranza celestial futura.
Ahora bien, si es claro que esta situación es dirigida hacia la acción del
sujeto individual, también lo es que quien se sabe salvo distingue a aquellos
que también lo son. Así, el corpus ideológico protestante tiene que ser
interpretado, o en términos individuales, o en términos de un grupo social
autorreferido en su elaboración ideológica. Por el contrario, el concepto
marxiano de ideología es doblemente diferente, siendo que es a la vez la
negación de la autorreferencia y la expresión de la universalidad. El corpus
ideal de la burguesía es referido, esencialmente, a la sociedad en su conjunto
(a todas sus clases componentes), lo cual es necesario si quiere operar como
“engaño” (o naturalización de lo social) frente a las clases dominadas. Por lo
mismo, esta ideología es eminentemente universal ya que refiere, en su
formalidad y abstracción a la inclusión total de los agentes en un todo de
dominación (Marx comenta que la burguesía es la primera clase de la historia en
constituir una ideología de tales características universales). En síntesis, lo
autorreferido e individual/de clase (Weber), se opone la universalización que
se configura mediante la negación de la autorreferencia (Marx).
Es claro que podría matizarse
esta diferencia argumentado que Weber hace referencia a un “ethos” que ya ha
abandonado el modo de producción capitalista actual, que sus análisis se
refieren a las meras condiciones –podría decirse ideales- conducentes al establecimiento de este sistema, mientras
que Marx trata de la ideología presente
de este modo de producción. Mas es importante relevar un tratamiento
diferenciado de los dos autores con respecto a la dimensión ideal, toda vez que
el examen de este aspecto de manera directa y preferencial, y con relación al
capitalismo, no es realizada en ningún otro lugar por Weber (los elementos
ideológicos del derecho, la política y la dominación, siempre implícitos en las
formulaciones weberianas, no son explicitados como tales por el autor, si
tratamos de la estructura de sus elaboraciones).
Solo fueron algunos argumentos que apoyan cierta tesis
defendida en clases.
Atte. m.salgado
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